18 de septiembre de 2010

Reviews: Especial Toca Rápido o Muere! - Parte 1

Por Fernando Suarez.


-Aborted “Coronary reconstruction” (2010)
Ya desde sus primeros trabajos discográficos (en especial en “Engineering the dead” de 2001 y “Goremageddon – The saw & the carnaje done” de 2003) Aborted dejó bien en claro su pasión por cierto cuarteto de Liverpool cuyo nombre empieza con Car y termina con cass. Lo que los diferenciaba de otros tantos clones Carcasseros era el hecho de centrarse más en el costado técnico de “Necroticism” (e inclusive algo del riffeo melódico de “Heartwork”) que en las embarradas explosiones purulentas de “Reek of putrefaction” y “Symphonies of sickness”. A partir de “The archaic abattoir” (2005), estos belgas decidieron aggiornar su propuesta con ciertos elementos, en especial en el terreno vocal, decididamente cercanos a lo que se conoce como Metalcore, dividiendo así las aguas entre los fans más ortodoxos y los más desprejuiciados. Tal camino se intensificó en sus dos álbumes posteriores (“Slaughter & apparatus: A methodical overture” de 2007 y “Strychnine.213” de 2008) y de esa forma Aborted logró desmarcarse, en cierta medida, del mote de mero clon de Carcass. Así llegamos a este nuevo ep que, ya desde el título y el arte de tapa, insinúa una vuelta a planteos más habituales dentro de esta rama particular del Death Metal. Esto no significa un completo retorno a sus raíces, sangrientas raíces, sino más bien una especie de puente entre ambas vertientes. En lo instrumental, el quinteto se muestra más salvaje que nunca, escupiendo esos riffs carnosos y sangrientos, esos solos afiladísimos y esas bases de quirúrgica violencia que hicieron de Bill Steer y compañía una leyenda indiscutida del Metal extremo en general. Sí, también hay lugar para algún que otro simple y hasta para algo de groove, pero esos son elementos que los mismos Carcass ya emplearan en sus trabajos clásicos. En lo que hace a voces, tenemos, los correspondientes gruñidos guturales atravesados por estridentes chillidos pero también hallamos modalidades rasposas de tono más “core” (por así llamarlo), aunque empleadas de forma más moderada que en las placas previas. Como cereza sobre esta breve torta (en total son cinco temas en poco más de veinte minutos), tenemos una nada despreciable versión de “Left hand path” de Entombed, lo cual no hace más que acentuar esa idea de reencuentro con el Death de la vieja escuela. En fin, habrá que esperar a un nuevo larga duración para sacar conclusiones definitivas, mientras tanto, para los amantes de Carcass y sus epígonos, he aquí un buen entremés servido entre tripas, excremento y regado con jugo gástrico.


-Cellgraft “External habitation” (2010)
Creo que lo mejor de Cellgraft es lo divertido que es imaginar las caras de horror que pondría un fan de Dream Theater (por poner un ejemplo) al escucharlos. “External habitation” es su segundo disco, contiene trece temas en poco menos de doce minutos (el debut homónimo apilaba la misma cantidad en siete minutos y medio, así que esto se podría considerar como un avance. O como que se vendieron, claro) y es una gloriosa y sudorosa oda a la urgencia catártica que caracterizaba a los primeros años del Grindcore. No por nada culminan la golpiza con una versión de “Scum” (el tema) de Napalm Death. Son sólo tres tipos (guitarra, batería y voz) y se las arreglan para hacer un ruido que pondría orgulloso (y un poco envidioso, para qué negarlo) a Seth Putnam de Anal Cunt. ¿Quieren cambios de ritmo, riffs intrincados, variantes complejas e instrumentaciones elaboradas? Bueno, busquen en otro lado porque aquí sólo hay lugar para una patada en los dientes tras otra. La batería golpea incesantemente con una potencia que lastima los huesos, la voz gruñe y chilla hasta que se percibe el gustito de la sangre en la garganta, la guitarra es una impenetrable pared de saturada distorsión donde por momentos se adivina algún que otro riff y cada tema es una violenta inyección de adrenalina que no deja tiempo para hacer nada más que sacudirse en violentos espasmos. No hay ni un mínimo resquicio para reflexionar o siquiera respirar, no tengo idea de en condiciones grabaron esto pero hacía mucho tiempo que no escuchaba un disco de Grindcore con un sonido tan corrosivo y salvaje. Como si esto fuera poco, los dos trabajos discográficos de estos nativos de Tampa (así como el ep “Revenge”, que cuenta con cuatro temas en dos minutos) se pueden descargar gratuitamente en la página web de Cellgraft, www.cellgraft.blogspot.com. Ideal para poner cuando quieran espantar de sus hogares a algún visitante molesto.


-Demeanor “The slugs throne” (2010)
Dos tipos con caras de nerds y oriundos de Kentucky (que se me hace que no debe ser un lugar muy amigable para los nerds, mucho menos para aquellos nerds apasionados por el Metal extremo) pueden reventarnos las neuronas (y los tímpanos, claro) en sólo trece minutos de caos. Si ya el ep previo (“Shoulders full of nazis”, candidato a uno de los mejores títulos de la historia del Rock) perfilaba a Demeanor como una propuesta sumamente personal, aquí la promesa se concreta a través de siete composiciones tan intensas como impredecibles. Del alguna forma, el dúo se las arregla para tomar los climas épicos y monolíticos de géneros como el Black y el Post-Metal (e inclusivo algunos de sus riffs) y condensarlos en estallidos de pura rabia Grindcorera. Cada tema es un microcosmos de odio donde todo puede ocurrir y ocurre a toda velocidad. Claro, también se pueden percibir rastros de Mathcore, Noise, Sludge y hasta algo del Death Metal más técnico y brutal pero todo está organizado de tal forma que el resultado final sólo suena a Demeanor. Y eso es más de lo que se puede decir de muchos grupos. El eclecticismo y el delirio se mantienen siempre contenidos por la constante agresión y el certero instinto dinámico de las composiciones. Para dejarlo en claro, aquí la cosa no pasa por probar diferentes géneros con sentido lúdico o en un mero zapping de influencias, cada elemento está colocado artesanalmente para lograr el efecto más potente y afiebrado, los constantes cambios de ritmo y los variados y enroscados riffs fluyen con una naturalidad pasmosa y una virulencia que deja sin aliento. Pero no se queden con mi palabra, en el myspace del dúo (www.myspace.com/demeanorgrind) podrán encontrar el link para descargar de forma gratuita este auténtico ataque a los sentidos. Una de las sorpresas más refrescantes en lo que va del año.


-Grave “Burial ground” (2010)
A la hora de definir un segundo puesto en el Death Metal sueco de la vieja escuela (o sea, el de fines de los ochentas y principios de los noventas, nada de Melodeath por aquí. Ah, y el primer puesto es claramente de Entombed, eso ni debería hacer falta aclararlo) muchos postulan a Dismember (cuyo vocalista, Matti Kärki, hace una aparición estelar en esta placa, en el tema “Dismebered mind”) como indiscutido candidato. Yo siento disentir pero, aún sin desmerecer lo hecho por David Blomqvist y los suyos, en mi corazoncito Deathmetalero Grave siempre tuvo un lugar de privilegio. No sólo porque sus dos primeros discos (“Into the grave” y “You’ll never see…”) son clásicos absolutos de ese sonido embarrado y carnoso, sino porque cuentan también con una auténtica obra maestra del Death N’ Roll (por ponerlo en una categoría, pero no tomen esto al pie de la letra) como lo fue “Soulless”, aquel discazo que editaran en 1994. Claro, luego la cosa se pondría un poco más oscura. Un sucesor de menor nivel (“Hating life” de 1996), la partida del bajista y vocalista Jörgen Sandström a las filas de, justamente, Entombed, años de silencio y un regreso (en 2002) que mantuvo al trío hasta la actualidad en un nivel parejo pero aún así lejos de sus mejores días. “Burial ground” es el décimo álbum del grupo y no esperen encontrar en él ninguna sorpresa, ningún sobresalto ni ninguna inesperada levantada de calidad (aunque, personalmente, creo que es lo mejor que hicieron estos tipos en bastante tiempo). La cosa es simple, si aprecian el Death Metal tradicional, con riffs simples y gancheros, sonido gordo y mugriento, enormes vozarrones podridos, ritmos potentes pero que nunca llegan al extremo vertiginoso del blast-beat, mucho groove violento, muchos ominosos rebajes dumbetas que obligan a alzar las manos hacia el firmamento en típico gesto metalero de sostener naranjas invisibles, y ese clima de maldad casi inocente y juguetón, entonces aquí tendrán un suculento bocado servido por gente que sabe bastante del tema. Desde ya, se trata de sabores que la mayoría de los paladares Deathmetaleros ya han saboreado infinidad de veces, con lo cual queda claro que el factor riesgo e inventiva no es el punto aquí. Pero que un disco sea genérico no quiere decir necesariamente que sea malo y tal es el caso en esta ocasión. Pocos grupos dentro del género cuentan con canciones y riffs tan memorables, de esos que invitan irresistiblemente a mover la cabeza mientras ponemos caras de malos y se nos infla el pecho a pura alegría malsana.


-Interment “Into the crypt of blasphemy” (2010)
Puede parecer oportunista y tal vez lo sea. No debe ser casualidad que en pleno rescate del Death sueco de principios de los noventas, una banda como Interment, activa inicialmente entre 1988 y 1994, decida reformarse. El primer paso fue un split con los americanos Funebrarum (editado en 2007), luego un compilado de los tres demos (el único material que registraran en estudio) que el grupo lanzara entre 1991 y 1994 (editado a principios de este año bajo el nombre de “Where death will increase”) y ahora llega, finalmente, el primer larga duración propiamente dicho. ¿Y qué tiene este cuarteto para entregarnos que justifique una vuelta luego de tantos años? Bueno, ¿les suenan discos como “Left hand path” y “Clandestine”? ¿Qué me dicen de “Into the grave” o “Like an ever flowing stream”? Sí señor, esto es Death Metal sueco de pura cepa, con las guitarras mediosas, el bajo arenoso, los tupá-tupás slayerianos, los monumentales rebajes y medios tiempos, los vozarrones autoritarios, los solos malvados y esa energía mórbida y visceral envolviéndolo todo. Es más, si alguien me dijera que se trata de un disco grabado y editado a principios de los noventas, no tendría ningún motivo para no creerlo. Ok, sí, hay una cierta mejora en el sonido, aunque se trata más un tema de masterización que otra cosa. Justamente, se nota el hincapié por recuperar esa frescura natural que tenía el sonido del viejo Death Metal, en especial en la batería (nada de triggers por aquí) y las guitarras con ese tono mugriento tan endiabladamente atractivo. Por lo demás, estamos en presencia de material convencional pero aún así convincente, siempre y cuando uno acepte la premisa netamente despojada de cualquier pretensión artística del grupo. Hablamos, en cualquier caso, de gente que sabe lo que hace (sus integrantes se pasearon por bandas como Regurgitate, Dellamorte, Centinex y Uncanny, como para exponer algunas credenciales), lo hace bien y no pretende más que pasar un buen rato haciéndolo. Ideal para nostálgicos, para los jóvenes que quieran explorar las viejas glorias Deathmetaleras siempre será mejor remitirse a los mencionados discos de Entombed, Grave y Dismember.


-Pathology “Legacy of the ancients” (2010)
Mucho se ha hablado (o escrito, mejor dicho) sobre el fichaje de Pathology a Victory Records, un sello tradicionalmente dedicado al Hardcore (o al Metalcore, a lo sumo) antes que al Death Metal. Se ha mencionado bastante, también, el abultado currículum de sus integrantes en grupos como The Locust, Cattle Decapitation, Being Killed (probablemente el único grupo de Death Metal que ha versionado a Crossed Out, la mejor banda de aquella primer camada Powerviolence), Liturgy y Disgorge, pero poco se ha dicho sobre su música. Claro, no faltará quien afirme que no hay demasiado para decir, a esta altura, de otro grupo más entregándose al más putrefacto y brutal Death Metal. Y si bien en la mayoría de los casos es probable que yo mismo esté de acuerdo con dicha sentencia, lo expuesto por Pathology en este cuarto álbum no es nada despreciable. Los entendidos en la materia utilizan denominaciones como Brutal (así, con mayúsculas) Death Metal o Slam para describir esto y no seré yo quien los contradiga pero tampoco quien los avale, desde ya. Lo que aquí tenemos son once temas (bueno, diez y una breve introducción) en poco más de media hora, plagados de blast-beats, riffs embarrados y vertiginosos, profundos gruñidos guturales, rebajes machacones, insistente doble bombo y todos los elementos que caben esperar de este tipo de propuestas. Hablar de originalidad está completamente fuera de lugar, no son esas las intenciones de Pathology, y casi me atrevería a decir que ya no lo son del género en su mayoría. Lo que distingue de alguna forma al cuarteto es, por un lado, el hecho de que sus composiciones manejan cierta noción de gancho y estructura antes que rendirse ante un rejunte riffs inentendibles y borroneados que transmiten más aburrimiento que otra cosa, sumando bastantes pasajes grooveros que ayudan a mantener una dinámica poco común en el estilo. Por otra parte, el sonido que han logrado exhibe una claridad saludable que no hace más que resaltar la potencia de las canciones, en especial en el terreno de las seis cuerdas donde inclusive es posible toparnos con algunas ideas y riffs sumamente efectivos. Insisto, se trata de material que bordea lo genérico (bueno, por momentos más que bordearlo se sumerge en él) pero ese no es el punto. Se trata, simplemente, de pasar un rato entretenido a pura podredumbre Deathmetalera. Si lo encaran sin más pretensiones que esas, les aseguro que este “Legacy of the ancients” tiene lo suyo.


-Rubufaso Mukufo “Remolab” (2010)
Primero, tomémonos unos minutos para reírnos del nombre de este grupo. Ahora sí, vamos a la review. Que Checoslovaquia cuenta desde hace años con una cantera inagotable del más enfermo y putrefacto Grindcore no es ninguna novedad para los aficionados a las vertientes más extremas del Metal. Nombres como Negligent Collateral Collapse, Ingrowing, Ahumado Granujo, Pigsty, Contrastic, Carnal Diafragma o Cerebral Turbulency, entre tantísimos otros, conforman una de las escenas más saludables del género a nivel mundial. Justamente, de la disolución de los últimas de esa lista surgen estos Rubufaso Mukufo (se dice que el nombre significaría “puto el que lee” pero no hay confirmación al respecto) que nos escupen en la cara un debut a puro Grindcore demente y refrescante como un bidón de ácido sulfúrico. Si hay algo que siempre distinguió a los mejores exponentes grinders checoslovacos fue la capacidad de combinar la pudrición habitual del género con un aire de locura tan imaginativa como espontánea. En ese sentido, este quinteto se planta sin problemas con una propuesta llena de delirio y agresión desmedida. Los elementos esperables están ahí: blast-beats, gruñidos y alaridos varios (el grupo cuenta con dos cantantes), guitarras como motosierras, rebajes Hardcorosos y toda la excitación psicótica y desbocada que el buen Grindore requiere. Pero eso no es todo. Las canciones (siempre breves y frenéticas, claro) cuentan con abundantes y abruptos cortes y cambios de ritmo, hay lugar para voces rasposas pero no podridas (más cercanas al Hardcore que al Metal) así como para importantes cuotas de groove, los riffs demuestran una saludable inventiva aún envueltos en un sonido mugriento y el clima general de la placa exhibe un aire deforme, casi psicodélico si tal cosa fuera posible. Tampoco llegan a los extremos de experimentación de unos Agoraphobic Nosebleed o al caos surrealista de Cephalic Carnage, pero no van mal encaminados. Son catorce estallidos apilados en casi veinticuatro minutos, ideales para rebotar contra las paredes como si no hubiera un mañana y capaces de tallarle a martillazos una sonrisa en la cara hasta a Santo Biasatti.


-Stargazer “A great work of ages” (2010)
¿Están cansados de esperar el tan demorado regreso discográfico de Atheist? ¿La vuelta de Pestilence (en “Resurrection macabre”) les resultó demasiado poco refinada y la de Cynic (en “Traced in air” y el ep “Re-traced”) demasiado blandita? ¿Acaso son de esos que extrañan las épocas en que un grupo enrolado en las más intrincadas filas del Death técnico aún podía concebir canciones con cierto sentido del gancho, la dinámica y la estructura y no sólo estériles ejercicios de digitación a toda velocidad? Si las respuestas a esos interrogantes son afirmativas, entonces Stargazer es la banda para ustedes. Claro, contando con el dato de que aquí hay miembros de los increíbles Portal (sí, estoy un poco reiterativo con esta gente pero les aseguro que están a la altura del hype), no es de extrañar que estemos en presencia de material sumamente personal e impregnado de una creatividad demente y surrealista. En efecto, Stargazer propone un viaje de absoluta oscuridad cósmica (y convengamos que no son muchos los grupos de Death Metal capaces de invocar vívidas imágenes siderales) construido sobre riffs laberínticos, bases cambiantes, deliciosas líneas de bajo (el trabajo de Damon Good, bajo el seudónimo de The Great Righteous Destroyer, es sencillamente excepcional, como para hacer babear a todos los amantes de Jaco Pastorius del mundo), afiebrados machaques, elegantes contrapuntos, misteriosas melodías y atmósferas que nos transportan a los más alejados confines del espacio exterior. Desde ya, este es un disco para aquellos que aprecian las instrumentaciones rebuscadas y las composiciones plagadas de detalles, marchas y contramarchas dentro del Metal extremo, pero no se trata simplemente de eso. El trío (sí, aunque parezca increíble, esta auténtica sinfonía de enfermedad fue concebida por sólo tres tipos) utiliza todo su caudal de virtuosismo no como un fin en sí mismo, sino como un medio para transmitir esa sensación de vacío cósmico, para dibujar enmarañados diagramas arquitectónicos de otros mundos, con cierto barroquismo, es cierto, pero siempre con buen gusto, variantes (hasta en la voces, en su mayoría podridas, hay lugar para algún pasaje coral de tono fantasmal), imaginación desbocada y cegadora, intensidad palpable y un hilo argumental reconocible y coherente. Sinceramente, no me alcanzan las palabras para describir la magnitud de este “A great work of ages”. Sencillamente, una obra superior de escucha obligatoria para todo amante del Metal en general que se precie de tal.


-Through The Eyes Of The Dead “Skepsis” (2010)
No debe ser fácil para los muchachos de Through The Eyes Of The Dead seguir cargando con el a esta altura despectivo mote de banda Deathcore, en especial en esta época de revival Deathmetalero de la vieja escuela. Ok, sus primeros pasos discográficos pueden acercarse a tal definición pero a partir del genial “Malice” (editado en 2007 y producido por el pequeño gran Erik Rutan) estos oriundo de South Carolina se desmarcaron de la media y dieron a luz un producto mucho más personal y ciertamente alejado del soporífero sinsentido que define a la gran mayoría de lo que se conoce como Deathcore. Tres años después, y cambio de vocalista mediante (ya van por el tercer cantante, uno por disco) llegan “Skepsis” para seguir probando que no es casualidad que esta gente lleve el nombre de uno de los mejores temas de Cannibal Corpse. Esto es Death Metal, señoras y señores, de pura cepa. El hecho de que mantengan una impronta moderna con respecto al género, en especial en lo que hace a sonido y variantes, no lo descalifica de ninguna manera. En primer lugar, lo que hay que destacar es que el quinteto se mantiene siempre atento a las canciones, equilibrando el alto grado de técnica de las instrumentaciones y su afiladísima precisión con un gancho y una intensidad palpables. Por supuesto, hay influencias (todo el mundo las tiene, no hace falta aclararlo) y allí encontramos algo de Carcass (entre “Necroticism” y “Heartwork”, en especial en los solos y los pasajes melódicos), algo del Cannibal Corpse más accesible (obviamente), algo de Suffocation (la referencia ineludible para toda una generación de jóvenes Deathmetaleros con cierto corazoncito “Core”) y hasta algo de la trabazón mecánica de un Meshuggah, pero todo ello está atravesado por una impronta actual, donde hay lugar también para riffs un tanto más exóticos y vocalizaciones que expanden al máximo las posibilidades de los diversos gruñidos y alaridos que puedan salir de una garganta. Desde ya, no se trata de material revolucionario ni nada que se le parezca pero lejos está de toda esa camada bodrios que sólo pueden atinar a apilar un montón de riffs robados a Suffocation y atravesarlos por el ocasional breakdown. “Skepsis” demuestra que se puede hacer Death Metal en 2010 con dignidad sin tener que apelar al revival.


-Toxic Bonkers “Plague” (2010)
Por sus diecisiete años de lucha ininterrumpida y por la potencia exhibida en sus cuatro álbumes previos, soy capaz de perdonar a estos polacos por haber elegido un nombre tan feo. Bueno, también por el hecho de que, aún sin ser un grupo experimental ni nada por el estilo, se las arreglaron para exponer un sonido propio dentro del Grindcore. Bueno, eso del género puede ser un tema de discusión. ¿Se puede llamar Grindcore a un grupo que prescinde casi por completo del blast-beat y que se maneja más bien entre medios tiempos? ¿Puede ser Grindcore una banda que cuente con un tecladista como miembro fijo de la formación? Las respuestas corren por cuenta del lector y, en todo caso, lo que es innegable aquí es la energía que transmiten estas diez canciones. La referencia más cercana que se me viene a la mente es el Napalm Death de mediados de los noventas, el de la era “experimental” (ya saben, discazos como “Fear, Emptiness, Despair”, “Diatribes” o “Inside the torn apart”), según sus propios miembros. En efecto, aquí hay bastante de ese groove vigoroso y por momentos trabado, de esos riffs gordos y marcados acompañados de ocasionales disonancias, de esas atmósferas tensas y casi futuristas, de esos arreglos más sutiles y elaborados y de esa violencia que ya no se apoya exclusivamente en la velocidad para manifestarse. No es curiosos, en ese sentido, que también se perciba cierto aire a Sepultura (en especial la voz de Wojtek "Grelka" Grelewski tiene un dejo al Max Cavalera más gutural, aunque los ocasionales chillidos agudos vienen con ese saborcito Grindcorero tan delicioso), casi como si tendieran un puente entre “Arise” y “Chaos A.D.” y lo tiñeran del espíritu politizado e iracundo de clásicos como Terrorizer o, por supuesto, Napalm Death. A todo eso, súmenle el particular empleo de teclados (nada de boludeces góticas, sino más bien climas envolventes con cierto aire a Meshuggah, de quienes toman prestadas también algunas de sus métricas impares) y samples, algunas texturas de guitarra muy interesantes y un no-sé-qué de espíritu Hardcore que se trasluce a lo largo de toda la placa. En fin, con todo esto se hace un tanto difícil encasillar a Toxic Bonkers en una categoría específica y eso es algo bueno, en especial cuando el resultado final está presentado en canciones tan redondas e intensas. Un disco ideal para moshear como si fuera 1994.


-Vasaeleth “Crypt born and tethered to ruin” (2010)
Admitamos, en primer lugar, que todo este asunto de sonar malvados (sea lo que sea que eso signifique) es una pretensión, cuando menos, infantil. Una vez aceptado este hecho, podemos preguntarnos qué pasó en los últimos años que el Death Metal (en su mayoría) resignó la maldad en aras de la supuesta brutalidad. ¿Dónde quedaron las atmósferas atemorizantes y los temas que daban más miedo que risa? Por suerte los ciclos musicales (al menos en el Rock) van y vienen y ahora llega el turno de una nueva generación de Deathmetaleros dispuestos a devolverle al género el aura macabra que había quedado sepultada bajo toneladas de blast-beats sin matices y aglutinamientos de notas sin sentido. Vasaeleth es un dignísimo representante de esta nueva camada que mira hacia el pasado en busca de inspiración pero no se queda en el mero revival. Tal vez la primera referencia clara para describirlos sean los australianos Portal (y les juro que no hincho más las pelotas con esta gente), con su particular combinación de agresión y técnica Deathmetalera, climas de opresiva oscuridad con cierto aire al Black más abrasivo y una impronta general de pesadilla alucinógena, casi como un surrealismo Lovecraftiano llevado al extremo de virulencia sónica. Desde ya, yendo un poco más hacia atrás podemos percibir la influencia de grupos como Incantation (en especial en lo que hace a intercalar el vértigo más caótico con los más babosos, arrastrados y opresivos rebajes dumbetas) y los poco reconocidos Molested, un viejo grupo noruego de los noventas que contara con futuros miembros de Borknagar y Gorgoroth pero que, a pesar de ello, propuso en su momento una más que interesante propuesta de la cual los mencionados Portal se nota que han tomado más de una idea prestada. En fin, volviendo a Vasaeleth y su álbum debut, lo que aquí tenemos son ocho monumentales tracks en media hora, que suenan como una auténtica muralla de maldad (en gran parte gracias al sonido áspero y expansivo, por momentos casi flirteando con el Noise), tanto en sus pasajes reptantes como en las aceleradas borroneadas y los vigorosos medios tiempos a la Bolt Thrower. Parece increíble pero semejante pared sonora está generada por sólo dos personas, donde se destaca la labor de un tal O.A., encargado de todos los instrumentos menos la batería (a cargo de un señor que se hace llamar Antinom), creador de una perfecta colección de riffs que hielan la sangre (algunos tremendamente intrincados y otros de una simpleza casi cavernícola), portador de un gruñido profundo y ominoso, y hasta generador de pasajes de auténtico horror lisérgico con sutiles teclados enterrados entre el magma de las guitarras. “Crypt born and tethered to ruin” propone ideas frescas y personales en un intenso viaje que estimula la imaginación (al menos, el lado oscuro de ésta) como pocos grupos dentro del Death pueden hacerlo. No se lo pierdan.


-Zubrowska “Zubrowska are dead” (2010)
A pesar del título de este tercer álbum (que recuerda a Refused y, yendo más atrás en el tiempo, a Born Against), este quinteto francés no está anunciando su separación. Y si les parece raro que un grupo se dé por muerto estando vivos y que encima definan a este disco como una oda a la vida, al escuchar el enfermizo despliegue de caótica violencia contenida en estos cuarenta y dos minutos y monedas, eso quedará en segundo plano. El estilo que practica Zubrowska no es fácil de definir o encasillar (la referencia más cercana que se me ocurre son los canadienses Fuck The Facts, pero aún así hay bastantes diferencias) y allí, precisamente, reside su encanto. Veamos, tenemos la histeria, los exabruptos y las disonancias del Mathcore, el vértigo violento del Grindcore, bastante de la brutalidad laberíntica de bandas como Cryptopsy o Cephalic Carnage, cambios de ritmo casi constantes, una vasta gama de voces podridas (desde los alaridos hardcorosos hasta los típicos gruñidos del Death y todo lo que haya en el medio) y hasta algunas limpias, instrumentaciones de un barroquismo asfixiante, pasajes de tensa calma que pueden remitir tanto a Neurosis como al Botch más reposado e inclusive a las atmósferas creadas por grupos como Cynic o Atheist en sus momentos más delicados, todo ello (y más) agrupado de forma impredecible en composiciones que siempre mantienen un tono entre oscuro, violento, psicótico y épico. Ok, por momentos se pasan de rosca y el oyente desprevenido puede perderse entre tanta información lanzada a tanta velocidad pero lo que les falta en gancho y concreción lo suplen con una imaginación superlativa y un afiebrado apetito creativo, por no mencionar la palpable evolución con respecto a sus dos placas previas. Ayuda, desde ya, el hecho de que haya un lugar para la melodía entre tanta agresión, sobre todo porque este aspecto está manejado con buen gusto y sin cortar la intensidad, sino más bien dosificándola con un agudo sentido de la dinámica y la tensión. Si buscan hits inmediatos van perdidos pero si les interesan las cosas complicadas, frenéticas, variadas y, por sobre todo, personales (siempre hablando dentro del espectro del Metal extremo, claro), he aquí una excelente opción.

1 invocaciones del cosmos:

Play Fast Or Die! Esperamos con ansias la 2º parte :)