29 de julio de 2009

Reviews

Por Fernando Suarez.


-The Posies “Frosting on the beater” (1993)
Los eternos Minutemen alguna vez lanzaron la máxima “nuestra banda podría ser tu vida”, estableciendo así una forma de encarar el Rock que determinaría lo sucedido en la materia durante los noventas. En el caso de The Posies deberíamos decir que una buena melodía puede contarnos nuestra vida. Nunca fueron los más originales, nunca se propusieron quebrar paradigmas musicales ni maravillarnos con extravagancias compositivas y sin embargo eran capaces de pintar con suma simpleza las más exactas postales cotidianas. El fuerte de este cuarteto eran las canciones redondas, de clara extracción Beatlesca y empapadas de esa energía mugrienta que abundaba en la década pasada. Claro, los muchachos venían de Seattle, pero antes que adherir al rasposo catálogo del Grunge se acercaban al Power-Pop de grupos como Teenage Fanclub o Superdrag. O sea, las camisas a cuadros estaban en su lugar, pero hasta cuando expresaban angustia o frustración lo hacían a través de bellísimas melodías Poperas adornadas con el necesario nervio Punk (en su disco siguiente, “Amazing disgrace”, contaban con un tema llamado “Grant Hart” en obvio homenaje al ex baterista/vocalista de Hüsker Dü) y las necesarias guitarras distorsionadas. Tampoco faltaban los eventuales momentos de catarsis ruidosa, pero el eje del disco estaba en las preciosas líneas vocales concebidas por Ken Stringfellow y Jon Auer, con unos coros capaces de sensibilizar al más duro de los metaleros y la versatilidad suficiente como para no aburrir nunca. Por supuesto, si no tienen aunque sea el más mínimo aprecio por las melodías agradables, es probable que no encuentren nada aquí que los motive. Ahora, si aparte del ruido y los gritos son capaces de disfrutar de algo de música, “Frosting on the beater” tiene doce sólidos argumentos para llamar su atención.


-Planes Mistaken For Stars “Up in them guts” (2004)
Tengo que hacer una confesión: me encantan los discos difíciles de encasillar y/o describir. Esas placas que, ante la eventual pregunta de “¿qué onda esto?”, te dejan balbuceando un montón de frases sin sentido. Tal es el caso de este tercer lp de Planes Mistaken For Stars. Pero, y esto lo hago sólo por ustedes, intentaré darle forma a mi balbuceo. La música de este cuarteto oriundo de Illinois se nutre de variadas influencias, a saber: partiendo de una base entre el Hardcore y el Metal, incorporan elementos del Noise (acoples, disonancias, colchones de feedback), ritmos cambiantes (de la soltura rockera a la síncopa jazzera pasando por momentos de tensión casi tribal), guitarras con alto grado de inventiva (incluyendo pasajes acústicos, riffs aplastantes y melodías de clara extracción Washingtoniana), una enorme voz rasposa que suena agresiva y melódica al mismo tiempo (por momentos me recuerda a Carl McCoy de los legendarios darks Fields Of The Nephilim) y estructuras compositivas que se pasean por todos los climas posibles. Pero lo mejor es que todas estas cualidades las presentan de forma cohesiva, es decir que las canciones no dejan cabos sueltos y dan como resultado una personalidad distintiva y original. De alguna forma, el grupo logra resumir la intelectualidad del Post-Hardcore con una suciedad cruda, garagera y desafiante, casi como si tomaran el costado más experimental de Black Flag y lo empaparan de whisky barato. Emoción, rabia, inventiva, urgencia y buenas canciones, ¿qué más le pueden pedir a la vida?


-Zao “The Funeral Of God” (2004)
“¿Que pasaría si Dios decidiera que la humanidad lo ha rechazado de forma tan definitiva que Él debe desaparecer? ¿Qué sería de la humanidad si Dios eligiera morir?”. De esta forma presenta Zao el concepto detrás de este, su octavo disco. Y nada mejor para acompañar tan ominosa teoría (el hecho de que sean cristianos no se contradice con su oscura visión del mundo) que la enorme música que el quinteto ha sabido entregarnos una vez más. Y aquí viene el problema porque dicha música es cualquier cosa menos fácil de describir. En ella encontramos guitarras que van desde trabados machaques a enfermizas disonancias, sin olvidar nunca la inmediatez salvaje del Hardcore, una voz que gruñe como el mejor Jeff Walker pero no se priva de entonar deliciosas melodías Pop/Psicodélicas, una base rítmica ajustada y versátil y climas que van de la tensión a la violencia para desembocar en un absoluto Apocalipsis musical. Como siempre, el truco consiste en concebir estos elementos en canciones construidas de forma espontánea e inteligente al mismo tiempo, evitando así convertirse en un mero pastiche de elementos inconexos. En definitiva, si la herencia del Dios muerto es este tipo de discos, ¡bienvenida sea su defunción!


-Don Caballero “World class listening problem” (2006)
Cada instrumento (esto es, guitarras, bajo y batería. Para el siguiente disco, “Punkgasm”, incorporarían por primera vez voces a la propuesta) es un pincel. Inquietos, se cruzan dibujando líneas inconclusas sobre el lienzo de las canciones, se empapan de diversos colores para formar otros nuevos. A veces dan pinceladas sutiles, casi invisibles y, no obstante, imprescindibles. A veces se estrujan con fuerza, deformando los trazos. Son capaces de pintar paisajes de un realismo abrumador (casi desesperante), así como de improvisar formas abstractas, geometrías de otros mundos. Eso es lo que Don Caballero siempre se preocupó por ofrecer. Un mundo de imágenes musicales, despojado de palabras, complejo hasta la exasperación pero sin caer nunca en divagues innecesarios ni en exhibicionismos técnicos estériles y sin perder de vista la emoción, un ítem que, en sus cinco discos anteriores, no llegaba a brillar del todo. Por supuesto, uno podría simplemente meter a Don Caballero en la bolsa del Math-Rock (ese subgénero donde los experimentos rítmicos y sonoros de King Crimson y Sonic Youth reciben una fuerte inyección de crudeza Punk) junto a nombres como June Of 44, Dazzling Killmen o los míticos Slint, pero eso sería lo mismo que decir nada. Lo que importa aquí es la música y en “World…” tienen 45 minutos de eso. No es una oferta para despreciar.


-Foetus “Damp” (2006)
Cuando uno es talentoso puede hacer lo que carajo quiera. Puede editar un disco de rarezas, colaboraciones y demás temas sueltos, y aún así lograr que el resultado esté al mismo nivel de sus obras principales. Puede contar con diversos proyectos de toda índole (chequeen Steroid Maximus y Wiseblood como dos buenos ejemplos de la amplitud de miras de este señor) y puede mantenerse fresco y con el apetito creativo intacto después de veintiocho años de carrera ininterrumpida sin contar con una sola mancha en su historial discográfico. Tal es el caso de J. G. Thirlwell, el cerebro detrás de esta institución conocida como Foetus. Un tipo que se transformó en icono indiscutido de la Música Industrial transgrediendo constantemente las supuestas reglas del género, ofreciendo siempre ideas innovadoras y personales y sin retroceder ni un milímetro en sus convicciones artísticas. Como ya dimos a entender, este “Damp” reúne diversas perlas sueltas de la discografía Foetusiana a partir del año 2003, desde regrabaciones de viejos temas y canciones en conjunto con otros músicos (The The, Melvins, Rotoskop) hasta composiciones previamente inéditas. Si están familiarizados con el trabajo de este maniático australiano sabrán que lo único que se puede esperar de él es lo inesperado. ¿Cuánta gente conocen capaz de convertir el Jazz de una Big Band en un paseo por el más abyecto infierno urbano o de manipular los sonidos de forma obsesiva y perturbadora hasta tornarlos irreconocibles? ¿Cuántos que logren dotar de una profunda oscuridad a la música caribeña y de un infernal calor humano a la más sesuda de las electrónicas? ¿Y qué puedan meterse con todos esos géneros (y más) sin caer en el más patético de los ridículos y sin perder su sonido distintivo? Si encima tenemos en cuenta que este buen hombre no sólo compone todo su material, si no que, en la mayoría de los casos, también se encarga de la completa interpretación del mismo (Trent Reznor, chupame la chota), entonces queda claro que el mote de talentoso es más que apropiado para Mr. Thirlwell. En fin, si nunca habían tenido el placer de disfrutar de la música de Foetus, he aquí una buena introducción (aunque siempre incompleta, debido a la ecléctica y prolífica hiperactividad del hombre) a una de las mentes más brillantes de la música de los últimos tiempos.


-Mission Of Burma “The obliterati” (2006)
Las bandas de culto no existen, pero que las hay, las hay. A Mission Of Burma le bastó con un mini lp (“Signals, calls and marches”, 1981) y un lp (“Vs.”, 1982) para adquirir tal estatus. Luego vendría la separación (debido a los problemas auditivos del guitarrista/vocalista Roger Miller), el disco en vivo (“The horrible truth about Burma”, 1985) y la reunión con el genial “OnOffOn” en 2004. ¿Y qué tiene esta gente para que músicos como Bob Mould, Moby o los Melvins, entre otros, los cuenten entre sus grupos de cabecera? Bueno, digamos que estos bostonianos se erigen como un emblema de ese Post-Punk que, aparte de mamar de popes como Ramones o The Stooges, sumó el crudo minimalismo de The Velvet Underground, la rabia del (en esa época) incipiente Hardcore americano y una vuelta de tuerca experimental heredada de clásicos psicodélicos como Can o Captain Beefheart. Siguiendo esta línea (y sin convertirse en una auto parodia), “The obliterati” nos entrega catorce canciones perfectas donde el grupo logra transformar su música en una experiencia física, intelectual y emocional, con un sonido despojado de artificios, melodías siempre agridulces y un trabajo excepcional de la guitarra y la base rítmica que nos hace entender de dónde sacaron muchas de sus ideas bandas como Nirvana o Fugazi. Si pensaban que los viejitos nerds ya no podían hacer Punk de alto nivel, entréguense a esta maravilla y atragántense con tanto talento.


-Thralldom “A shaman steering the vessel of vastness” (2006)
Tengan miedo, tengan mucho miedo. No intenten escapar, es imposible. No traten de entender, nada aquí es lo que parece ser. En teoría, Thralldom es el proyecto Black de Ryan Lipynsky, líder de los dumbetas experimentales Unearthly Trance, pero en esta dimensión su alter ego, Killusion, toma el mando, secundado por Jaldagar y Wolfmaster. Este es su tercer y último lp (aunque desde su nacimiento, en 1997, ya anunciaron dos veces su disolución) y ellos dicen practicar Dark Death Metal. ¿En qué quedamos entonces? Bueno, esta gente es complicada y ni hablar de este disco. Un ritual sórdido donde un chillido distorsionado narra invocaciones insanas sobre guitarras que taladran y bases que levantan una pared de grave tensión. Y todo es infectado por ruidos constantes que van contaminando el aire en capas de negra y enmugrecida Psicodelia Industrial. Hasta el acústico “Narrow road” se ve invadido por sonidos fantasmales merodeando sobre esos desesperantes arpegios. Ok, acá hay algo del espíritu más opresivo del Black Metal, pero géneros como el Noise, la Electrónica, el Drone y la música Industrial están más que presentes y algunas letras tocan temas políticos, algo poco habitual en el Metal Negro. Por supuesto, no es un disco fácil pero en esa hostilidad a los sentidos es donde reside, precisamente, gran parte de su enfermo encanto.


-Neurosis “Given to the rising” (2007)
Black Sabbath. Slayer. Napalm Death. Carcass. Today Is The Day. Eyehategod. Converge. Hitos del Metal extremo, bandas que generaron, casi sin querer, escenas enteras basadas en sus respectivas propuestas musicales. Cualquiera que dude siquiera que el nombre de Neurosis debiera formar parte de dicha lista de iluminados necesita un cambio de oídos. Urgente. Desde hace un tiempo el sonido “cool” dentro del undeground metálico es el que estos seis gordos barbudos inventaron hace más de quince años. El mismo que se encargaron de reinventar con cada disco que editaban. Y, cuando todos sus clones se regodean en el abuso de etéreos climas Post-Rockeros y Progresivos, Neurosis se pone un paso adelante y trae de vuelta la mala onda. Si “A sun that never sets” era un viaje de descubrimiento personal y “The eye of every storm” era la banda sonora de las fuerzas de la naturaleza, este “Given to the rising” es el ritual esotérico más oscuro, torturado y violento que puedan imaginar. Los riffs aplastan en su rebuscada simpleza, la percusión hace acelerar los latidos del corazón, los ruidos corrompidos infectan cada resquicio sonoro, las voces invocan, reclaman y sufren con esa intensidad, ese fuego interno que sólo ellos parecen portar. Hasta los momentos calmos se vuelven turbios y cavernosos, haciendo que las voces graves y limpias que Steve Von Till y Scott Kelly ensayaran en sus discos solistas tomen un cariz perverso. Algunos han vislumbrado en este noveno álbum una vuelta al sonido abrasivo del mítico “Through silver in blood” pero, si bien algo del espíritu maligno de aquel clásico se cuela en este cd, Neurosis nunca fue una banda tan burda y predecible. El sonido (cortesía de otro prócer, Steve Albini) sigue la línea de “naturalidad a toda costa” de sus predecesores e inclusive las estructuras mantienen el juego de balancear lo hermoso con lo horrible. La diferencia es que aquí hasta lo hermosos se ve horrible. Y eso lo hace más hermosos todavía. Un disco necesario y revelador, como todos los de Neurosis.

-The Locust “New erections” (2007)
¿Alguna vez se sintieron, ya no al borde, si no totalmente sumergidos en la locura? ¿Alguna vez contemplaron los fugaces y amenazantes rostros de esta ciudad con el corazón latiendo en sus cabezas a un ritmo ensordecedor? ¿Alguna vez percibieron la apabullante fragilidad de los hilos que mantienen toda esta farsa unida? ¿Alguna vez pensaron que todo eso podría ser hermoso? Si es así, acá tienen el soundtrack perfecto. Cuarto disco y estos pibes disfrazados de langostas siguen entregando canciones llenas de ideas y con el talento suficiente como para llevarlas a la práctica de forma intensa e impecable. En menos de media hora (una costumbre que arrastran desde sus primeros días), el cuarteto de San Diego escupe su combinación de Hardcore lisérgico, experimentos sonoros, rebajes ultra densos y descoordinados, increíbles juegos de voces gritadas, habilidad técnica sobrehumana, actitud nerd e irónica y alusiones políticas, administrando esta vez de forma más sabia el tiempo para lograr clímax violentos y cinematográficos al mismo tiempo. No por nada gente como Mike Patton o Dave Lombardo los tienen entre sus bandas actuales de cabecera. Y por discos como este es que (de acá a diez o veinte años) serán recordados como una de las bandas más creativas e influyentes de nuestro tiempo.

-Cave In “Planets of old” (2009)
Yo sé que este tipo de comparaciones suelen ser injustas y tiradas de los pelos, pero no puedo evitar ver (o, mejor dicho, escuchar) en Cave In algo así como los Voivod del Metal contemporáneo. No porque sean una copia, si no porque comparten un espíritu afín. Ambas bandas comenzaron con propuestas extremas (Voivod con su Thrash crudo y desprolijo, Cave In con su Mathcore áspero y monolítico) que fueron puliendo (chequeen el cambio entre “Rrröööaaarrr” y “Killing technology en el caso de Voivod y entre “Beyond hypothermia” y “Until your heart stops” en el de Cave In) y enrareciendo hasta alcanzar un sonido único, empapado de cósmica psicodelia pero sin perder la pesadez, algo que quedó demostrado en sus respectivas obras maestras, “Nothingface” y “Jupiter”. Siguiendo la línea temporal vemos que los dos grupos tuvieron a continuación su momento más alejado del Metal (“Angel rat” de Voivod y “Antenna” de Cave In) y su posterior regreso al mismo con renovada virulencia y un approach refrescado. En el caso de Voivod, se trató de un acercamiento al Metal Industrial (con “Negatron” y “Phobos”) y en el de Cave In con esa suerte de Sludge-Post-Metal expuesto en “Perfect pitch black”. Por supuesto, la evolución de Voivod se dio de forma gradual, mientras que la de Cave In (en parte debido a los largos períodos entre discos) contó con algunos cambios de rumbo más bruscos, pero en ambos casos es imposible encontrar dos discos que suenen a repetición de esquemas. Hasta ahí llega la comparación, Voivod tuvo sus últimos años de carrera signados por un sonido híbrido entre la pesadez retorcida del mencionado “Nothingface” y la soltura casi Hard-Rockera de “Angel Rat” y ahora Cave In vuelve (luego de que sus miembros se pasearan por diversos proyectos entre los que se cuentan los geniales Zozobra, Clouds y los melódicos trabajos solistas del vocalista/guitarrista Stephen Brodsky), con este desconcertante ep de sólo cuatro temas que deja la puerta abierta para cualquier tipo de posibilidad musical que el cuarteto quiera encarar. La cosa arranca con “Cayman's Tongue” que resume de forma esquizofrénica las diferentes etapas del grupo, alaridos desgarrados, voces melódicas, riffs atronadores, texturas ruidosas, ritmos frenéticos y climas entre espaciales, apocalípticos y progresivos. Le sigue “Retina Sees Rewind” que suena como un outtake de “Jupiter” interpretado a velocidad Hardcore, con la voz de Brodsky elevándose hacia la estratósfera y las guitarras dibujando riffs Zeppelianos con una cuota extra de distorsión. Como para no quedarnos varados en el espacio exterior, “The Red Trail” nos patea la nuca con su base epiléptica, sus riffs disonantes y los violentos gritos del bajista Caleb Scofield. “Air Escapes” cierra la placa manteniendo el tempo taquicárdico, los riffs enroscados y las atmósferas voladas, pero se vuelven a imponer las melodías de Brodsky que, casualmente, recuerdan bastante a los pasajes más psicodélicos de…sí, adivinaron, Voivod. En fin, se trata apenas de un entremés y puede significar otro cambio de timón en la propuesta de los bostonianos (en resumen, sería algo así como una reconciliación entre el frenetismo de sus primeros trabajos y la sensibilidad melódica/espacial de “Jupiter” y “Antenna”) o simplemente una postal de su actualidad compositiva. En cualquier caso, los tipos siguen demostrando por qué son de esas bandas que serán recordadas como clásicas de aquí a veinte años.

-Next Life “The lost age” (2009)
Sinceramente, había pensado que el chiste del así llamado Nintendo-Core (sí, ya sé que suena estúpido pero tómenlo simplemente como una referencia) se había acabado demasiado pronto. Horse The Band se quedó sin ideas, Genghis Tron avanzó musicalmente hasta desmarcarse del género y detrás de eso sólo encontramos una opresiva marea de ñoños sin talento ni ideas propias repitiendo el mismo esquema de soniditos de video juegos “vintage” reproducidos a toda velocidad y de forma, supuestamente, extrema. Bueno, estos noruegos toman la posta con este segundo disco y demuestran que, cuando hay talento y voluntad de entregar algo personal, cualquier género puede funcionar. El material de Next Life es completamente instrumental y caótico, más cerca de Genghis Tron que de Horse The Band, pero posee suficientes ideas propias como para distinguirse. Por supuesto, el corazón de esta criatura es eminentemente electrónico (todas las bases están compuestas en diversas computadoras) pero el enorme grado de demencia e imaginación aquí desplegados es claramente humano. Hay guitarras, claro, fundiéndose con el hiperkinético entramado digital de las composiciones, escupiendo riffs intrincadísimos y misteriosos arpegios cuando así se lo requiere o simplemente adornando las gruesas capas de distorsión electrónica con sucios acordes. Y, si bien las canciones son evidentemente frenéticas, no hablaría de violencia. De hecho, la referencia que más resuena en mi cabeza es aquel primer disco de Fantômas, donde Mike Patton y los suyos musicalizaban un comic en clave de miniaturas extremas, opresivas y absolutamente inclasificables. Next Life parece recorrer ese mismo camino pero en su propio universo de microchips y cables pelados. Hasta los momentos melódicos poseen un aire macabro que los aleja de las inocentes progresiones melódicas tipo Mario Bros.. En cualquier caso, se nota a las claras la intención de estimular la imaginación a toda costa, con infinidad de ritmos imposibles de seguir y arreglos sonoros surrealistas inundándolo todo. No le teman a las maquinitas, se sorprenderían del enorme caudal musical (por momentos hay claras reminiscencias de Rock Progresivo) contenido en este genial “The lost age”.

Reviews de recitales: Hatebreed


Por Federico Acosta.

Fecha: 25 de julio de 2009
Lugar: El Teatro de Colegiales


Fui el fin de semana a ver a Hatebreed y disfrutar de una tradicional velada de járcor cabeza. Cálculo que saben de que se trata la propuesta, break down trás break down sin parar, puños en alto, bailecito hardcore, etc. Saben de que estoy hablando. En fin lleve mi camiseta de Zann´s y casualmente uno me preguntó si era de Zann´s Music!!! La gente envió mensajes de cariño para Fernando Suarez.



Pasando al show, sinceramente no esperaba nada. Pero tocaron bien dentro de sus limitaciones y sus cosas, buena onda y sonido aceptable. La gente hervía de entusiasmo y ganas, calculo que habría entre 800 a 1000 personas. Arrancaron con Doomsayer y los primeros temas fueron tan intensos que casi regurgito la pizza que había devorado con beneplácito horas antes. Tocaron temas de como This is now, Perseverance, A call for blood, Straight to your face, As diehard as they come, Beholder of justice, Proven y un largo etc.

Para el momento del cover de Slayer (y la eterna polémica entre los que les gusta y los que odian los covers) la cosa estaba bastante espesa, el público estaba demasiado cabreado en el mosh pit y más de una vez se habían ido a las manos. Hubo piñas mal intencionadas que generaron quilombo en más de una ocasión, la gente estaba intolerante y sin códigos. Termine a las trompadas deshonrando mi camiseta de Zann´s :( un pelotudo de esos que tiran patadas voladoras me la emboco a propósito mientras disfrutaba del espectáculo y le pegue una piña tan fuerte que casi le vuelo la cabeza (no me pude contener porque en ese momento estaba ahí disfrutando tranquilo y fue demasiado). Bueno salto gente que me quiso pegar y me vi obligado a dar masa. Jamás en toda mi vida me pelee en la calle pero para todo hay una primera vez. Se armó una de esas batallas tan absurdas donde uno tira una piña le pega al de al lado, entonces salta el amigo a defender que le pega una piña a otra persona, y de repente todo el mundo entra a pelear sin saber porque. En fin tras semejante bataola pude escabullirme sin que me fajaran y todo ese desastre estaba aderezado con la música y esas guitarritas tan densas y pesadas.

Ese no fue el único incidente, toda la noche estuvo así... en fin cosas que yo al menos nunca presencie en un recital de metal común y corriente. Por supuesto que los metaleros se pegan y disfrutan haciendolo pero por lo general nadie hace nada con tanta mala leche. No tengo ni un rasguño pero podría no haber resultado así.



Toda la buena onda y las ganas de la banda, la más que aceptable presentación fue opacada por la misma gente que los fue a ver y que ve en ellos un mensaje de violencia e intolerancia. Por algo se llaman Hatebreed.

27 de julio de 2009

Gran Cuervo Live in Buenos Aires





26 de julio de 2009

Reviews

Por Fernando Suarez.


-Agnostic Front “Victim in pain” (1984)
Pocas cosas son más graciosas que escuchar al gran Henry Rollins bardeando al estereotipo de Hardcore musculoso, tatuado y moshero. Pocas cosas son más ridículas que trogloditas como Madball o 25 Ta Life posando como pandilleros con caras de pocos amigos. De alguna forma, podría decirse que Agnostic Front inauguró ese tipo de barbaridades con este, su disco debut. Pero hay que tener algo en cuenta antes de hacer semejante apreciación. En la época de su aparición todavía no estaban todas esas cosas establecidas como clichés del género. Entonces, lo que en los copiones es mera superficialidad, aquí es energía cruda y sin adulterar. Bombas como “Last warning”, “United and strong”, “Fascist attitudes” o el himno “Your mistake” (que ya inaugura la costumbre Hardcore de señalar con el dedo y echarle siempre la culpa a los demás) lanzan peligrosas esquirlas al tiempo que se erigen como vívidas postales de la vida en las calles de los barrios bajos de New York. Claro, los ecos de Minor Threat e inclusive de Black Flag (el tema que da nombre al disco tiene bastante de eso) se sienten fuertes y claros, pero esto es un nuevo comienzo para el Hardcore. Podrán adherir o no a la visión del género propuesta por Agnostic Front, pero la sinceridad y la personalidad única de “Victim in pain” está fuera de la cuestión.


-Pell Mell “The bumper crop” (1987)
Hoy en día hablar de Rock instrumental es casi sinónimo de Post-Rock y derivados de tan amplia definición. Claro, a fines de los ochentas dicho término no existía y los miembros de bandas como Mogwai o Godspeed You! Black Emperor ni siquiera debían haber escuchado a Sonic Youth. En cualquier caso, llamara así a la propuesta de Pell Mell sería un notable acto de holgazanería. Ok, está claro que, en el futuro, grupos como Tortoise o Grails tomarían bastantes cosas prestadas de esta gente, y que los flirteos con elementos de música ambiental, Kraut Rock y Dub aquí presentados serían moneda corriente en lo que luego se conocería como Post-Rock. Por otro lado, este inquieto cuarteto lejos estaba de las épicas construcciones sonoras y los rebuscados tratados de dinámica. Aquí hay canciones, ni más ni menos. Con estructuras discernibles y fluidez natural, con un trabajo instrumental excelso y cuidadoso (es posible encontrar infinidad de contrapuntos y estudiadas elaboraciones armónicas, pero el foco nunca está puesto en el despliegue instrumental si no en las composiciones), y con un instinto melódico que s encuentra en las antípodas de la constante búsqueda de disonancia del Math-Rock. Ante todo, estamos en presencia de un conjunto con una personalidad y un sonido únicos, capaz de condensar diversas influencias sin caer nunca en el mero zapping musical. ¿Quieren referencias? Podríamos hablar de la vieja tradición de Surf-Rock instrumental o de esa suerte de Funk-Punk patentado por los Minutemen. Podríamos mencionar también los momentos más cerebrales de Fugazi e inclusive algo de la desorbitada y ecléctica psicodelia Punk de Meat Puppets o Pixies. Y aún así estaríamos lejos, más aún si tenemos en cuenta que muchos de esos grupos fueron contemporáneos o posteriores al que nos ocupa. Un auténtico bicho raro dentro del universo rockero (editaron discos por SST, Matador e inclusive Geffen) cuyo legado se sostiene ante el paso del tiempo con el indestructible argumento de las buenas canciones y las ideas propias.


-DarkThrone “Plaguewielder” (2001)
¿Qué puedo decir de DarkThrone (dartron, para los amigos) que no se haya dicho antes? Probablemente nada. Y ahí está el chiste. Fenriz y Nocturno Culto son algo así como los Ramones o los Ac/Dc del Black Metal. Todos sus discos siguen pautas similares, no tienen interés alguno en salirse de su patentado primitivismo y, aún así, cada tanto sacan un disco que se destaca del resto por motivos nunca demasiado claros. Ok, no me olvido de sus comienzos Deathmetaleros, pero eso es como hablar de Ramones cuando todavía trataban de ser glamorosos. Ahora bien, habría que ser sordo o necio para negar la progresión que existió entre los trances oscuros, ruidosos y minimalistas de “A blaze in the northern sky” y la manifiesta adoración por Celtic Frost del disco que nos ocupa. Un cambio que se fue dando gradualmente y que en “Plaguewielder” se manifiesta en su totalidad. Machaques thrasheros, riffs simples, medios tiempos desprolijos, guiños Crustys, rebajes dumbetas y todo aquello que Tom Warrior y los suyos nos enseñaron antes de volverse góticos. Los temas pueden resultar un poco largos (ninguno baja de los cinco minutos) pero esa es otra de las características del dúo. El sonido es crudo, claro, pero en ningún momento deja de apreciarse la labor de los instrumentos. DarkThrone no necesita superproducciones pero tampoco son una bola de ruido. Y la simpleza de las composiciones no quiere decir falta de ideas, por el contrario, el arsenal riffero de los noruegos está para competirle a cualquier gimnasta de las seis cuerdas. En fin, esto es un claro caso de tómalo o déjalo, por lo que cualquier tipo de discusión es estéril.

-Isis “Panopticon” (2004)
La música de Isis propone viajes (mentales, espirituales y, a veces, físicos) y las imágenes que dichos viajes invoquen corren por exclusiva cuenta de cada oyente. Pero dejemos esto de lado, juguemos ala interpretación subjetiva y digamos que si el primer lp de los bostoniano (“Celestial”) remitía al cielo y el segundo (“Oceanic”) al mar, este “Panopticon”, con su casi paranoico concepto, representa su trabajo más político y, por ende, terrenal. Para lograr esta sensación de cercanía con el mundo que nos rodea, el grupo necesitaba dotar a su música de un aire de cotedaneidad ausente en sus discos previos. Así, la banda de Aarón Turner redefine su identidad manteniendo sus elementos típicos (canciones extensas, de desarrollos progresivos, ritmos lentos y climas que van de la calma psicodélica al estallido distorsionado) y sumando melodías que, tal vez por primera vez, apelan a las sensaciones más inmediatas. Esta vez las imágenes dejan de lado las abstracciones científicas y nos muestran la realidad de un mundo en decadencia sin rebusques innecesarios. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en la voz de Turner que, a pesar de sumar modalidades melodiosas, no abandona su característico gruñido, similar al de una gigantesca bestia. El caso es que aquí la bestia suena herida, vulnerable, casi humana. Humano, así se presenta Isis en “Panopticon”, con todo lo que esto implica y sin moralejas no dramatismos gratuitos. Casi como la vida misma.

-The Get Up Kids “Guilt Show” (2004)
Espíritu Beatle tamizado por la Mirada del Emo/Indie norteamericano de los noventas. De eso se trata este cuarto lp del quinteto sensible de Kansas, canciones agradables que apuntan directamente a las emociones. Y aciertan. A algunos podrá sonarle “blando” o “demasiado simple” pero el que no esboce una sonrisa con “Wouldn’t believe it”, quienes no muevan la patita con “In your sea” y aquellos cuyo corazón no se encoja con “Holy roman”, es porque están muertos en vida. A su vez, “Guilt Show” nos muestra a un grupo que logra adaptar sus influencias (la energía emotiva de Superchunk, la ironía de Pavement, la dulzura de R.E.M., la timidez nerd de Weezer y la melancolía Pop de The Cure) de tal forma que den a luz composiciones personales, en gran parte gracias a las melodías (tanto en las guitarras como en las voces) de Mathew Pryor y Jim Suptic y los teclados del ex Coalesce, James Dewees. Un excelente motivo para seguir creyendo en las buenas canciones.


-Today Is The Day “Kiss The Pig” (2004)
La historia de la humanidad probablemente esté signada más por sus defectos que por sus virtudes. Es difícil determinar si la actualidad que vivimos se inscribe entre los peores momentos de la misma, pues para ello hace falta una perspectiva histórica que sólo el tiempo es capaz de ofrecernos. Pero, sin duda, no son tiempos fáciles los que nos tocan vivir. Y, en ese contexto, uno siente la necesidad de música que sirva como catarsis para toda esa energía negativa absorbida durante interminables jornadas. Bueno, aquí está el octavo disco de Today Is The Day, ideal para gritar, rebotar contra las paredes, doblarse del dolor y transpirar hasta que la última gota de frustración haya abandonado nuestros cuerpos. Sólo necesitás cerrar los ojos, despojarte de prejuicios y dejarte llevar por esos ritmos a veces sincopados, a veces brutales, esas guitarras que van desde el riff aplastante hasta los ruidos más increíbles y disonantes, esa voz (la de su líder, guitarrista, compositor y productor, Steve Austin) que chilla, se dobla empapada de efectos, entona y parece siempre a punto de quebrarse por la tensión. Por supuesto, no se trata del mejor trabajo del grupo y podríamos alinearlo más con la virulencia de “In the eyes of god” que con la recargada elaboración de “Temple of the morning star” (su hora más refinada) o el doble “Sadness will prevail”, pero aún así se trata de un álbum sumamente intenso y personal, con una calidad que supera ampliamente a la media. ¿Mathcore? ¿Noise-Metal? Mmmmno, Today Is The Day escapa a las categorías y reparte influencias antes que recogerlas. Si ya los conocías, sabrás que esperar, en caso contrario no te pierdas a una de las bandas más importantes para entender el metal actual.


-Das Plague “Das Plague” (2006)
La marea se desata con “A un paso de la determinación”. Una base cambiante, riffs majestuosos y el viejo truco de combinar gruñidos graves y alaridos agudos. La tensión no decae ni por un segundo hasta toparnos con “Ritmos sincopados, sonidos de muerte”. Precisamente eso. Golpes trabados, guitarras que ensayan melodías Post-Rockeras pintadas de negro y una insistente sensación de angustia que no desaparece ni siquiera en el calmo último tramo del tema. Vuelven las aguas movidas con “La segunda regla” (¿Hablará sobre la menstruación?) y descubrimos que esta combinación de melodías guitarreras casi Emo, suciedad Crust, epilepsia rítmica y un oscuro sentido de la épica Post-Rockera funciona más que bien. Claro, no es que City Of Caterpillar no hubiera ensayado algo similar hace algunos años, pero Das Plague se mantiene con peso propio ante las comparaciones. La energía imbatible de “Mimesis” así lo demuestra. El riff principal te puede sonar de algún lado, el rebaje introspectivo seguido de la correspondiente explosión gradual podrá sonar a recurso remanido. Pero el resultado es tan efectivo, la emoción transmitida de forma tan descarnada y visceral que cualquier objeción desaparece. “La marea de piedras” despide este mini lp retomando las imágenes de gigantescas olas golpeándolo todo con fuerza inusitada y sin posibilidad de escapar. En definitiva, no es un derroche de originalidad ni un nuevo amanecer musical, pero dudo que encuentren un paralelo directo con quien comparar a estos barcelonenses. Y, ciertamente, la intensidad que manejan en estas cinco canciones basta para darles crédito.


-Deftones “Saturday night wrist” (2006)
Sin desmerecer a sus primeros trabajos (“Adrenaline” y “Around the fur”, que forjaron la personalidad del, por ese entonces, cuarteto), “White Pony” marcó un hito en la carrera de Deftones. Fue el disco que, a base de juegos de texturas y una sensibilidad muy particular, los elevó por sobre la meseta creativa del Nü Metal y les dio su propio lugar en el mundo de la música pesada. Si hasta Bill Gould (ex bajista y fundador de Faith No More) los considera la única banda de esa camada con algo para decir musicalmente. El homónimo sucesor de “White Pony”, sin ser un álbum desechable, fallaba en eso de seguir empujando la música del ahora quinteto hacia adelante. Y así llegamos a este “Satruday night wrist”, probablemente un nuevo hito en la discografía Deftoniana. Claro, los ecos del “White Pony” todavía resuenan, y así temas como el inicial “Hole in the earth”, “Beware” y “Cherry waves” mantienen esa típica estructura “comienzo intimista-estribillo distorsionado y emotivo”. Pero eso no es todo. La rabia vuelve a decir presente en “Rapture”, “Rats! Rats! Rats!” (ambos con ritmos secos y entrecortados y con el Chino Moreno estrenando una nueva tonalidad de chillidos mikepattonescos) y “Mein”, con uno de los mejores riffs de Stephen Carpenter y la voz invitada de Serj Tankian (System Of A Down) quien, por suerte, se mantiene dentro de un registro sobrio y melódico. ¿Quieren más? Ahí tienen la fragilidad de “Xerces”, las idas y venidas de “Combat”, las atmósferas de “Kim Dracula” y ese inquietante final con ”Riviere”, que va del clima soñador a una tensa disonancia, para desembocar en una pesadez desértica, casi Stoner. Y, claro, como dejar pasar las dos perlitas de esta placa: el instrumental “U, U, D, D, L, R, L, R, A, B, Select, Start” (arpegios cristalinos y arreglos abstractos a la Robert Fripp, sostenidos por una base inquieta) y esa suerte de Trip-Hop perverso y enfermizo llamado “Pink cellphone”, donde Annie Harim (de Giant Drag) desgrana una letra increíble con su voz cargada de sórdida sensualidad. Por supuesto, más allá de su evidente evolución, la trouppe del Chino Moreno mantiene intactos ciertos elementos que ya son su marca registrada: la voz fantasmal apoyada casi constantemente por coros y susurros, los sutiles arreglos del Dj Frank Delgado que no dejan ni un espacio sin rellenar, la pared de distorsión y las variadas texturas sonoras que genera la guitarra, el perfecto swing del batero Abe Cunningham y esa especie de reinterpretación en clave metálica y “moderna” (y con un corazón Hardcore/Skater) del Rock inglés más arty y emocional, con The Cure, Radiohead y My Bloody Valentine como influencias innegables. Sin bombos ni platillos, casi con un perfil bajo, los Deftones lograron una obra excitante, de gran belleza y profunda musicalidad, que deja en claro que las buenas canciones, el éxito comercial y la sofisticación artística no tienen por qué estar reñidas entre sí.

-Greg Graffin “Cold as the clay” (2006)
Olvídense de Bad Religion. Olvídense del Punk taquicárdico de melodías grandilocuentes y letras punzantes plagadas de términos académicos. Olvídense también de aquel “American lesion”, el debut solista de Graffin de 1997, esta es otra historia. Digamos que, si aquel era el típico “disco de divorcio post relación amorosa fallida”, este “Cold as the clay” es el álbum del viejazo, donde el profe Punk (no, nada que ver con el gordo Porcel, que en paz descanse rodeado de gatos y merca) nos cuenta historias de su infancia en tono rural y a ritmo de Country/Folk tradicional. Guitarras acústicas, bases cadenciosas, coros femeninos, banjos, slides y demás aditamentos típicos del género se suman a la característica voz del líder de Bad Religion, con ese tono siempre sobrio y emotivo. Las letras relatan postales casi costumbristas, protagonizadas por asesinos, perdedores anónimos y pequeños grandes héroes de la clase trabajadora, donde el buen Gregorio evita hábilmente caer en la conservadora reivindicación redneck que tanto abunda en el Country. En definitiva, una cara diferente de un artista que siempre tiene algo interesante para decir.


-Tragedy “Nerve damage” (2006)
Hay músicos que se preocupan incansablemente por alcanzar la perfección, tipos sesudos y obsesivos capaces de darle mil vueltas a una composición o interpretación hasta pulirla al máxima, inclusive corriendo el riesgo de asfixiar el alma de su creatividad en ese proceso. Bueno, Tragedy está en la vereda opuesta. Y no porque sean incapaces de dominar sus instrumentos (de hecho, suenan extremadamente compactos y lo suficientemente variados como para no aburrir) si no porque todo eso queda en un clarísimo segundo plano ante la visceralidad que transmiten sus canciones. Acá se nota que el fuego arde en sus entrañas. Por supuesto, contando el cuarteto con miembros de His Hero Is Gone, From Ashes Rise y Severed Head Of State (tres grupos imprescindibles para entender el renacimiento creativo del Crust), es de esperarse que esto no sea simplemente Hardcore podrido y sin imaginación. Este tercer álbum rectifica el sonido de Tragedy (que tiene raíces en el Crust pero no se priva de influencias ajenas al género como las de Bad Religon, Neurosis o At The Gates) y lo lleva un poco más allá con la utilización de pianos y guitarras acústicas y manteniendo siempre esos épicos punteos melódicos llenos de emoción que se funden sin problemas con los ritmos acelerados y las cascadísimas voces. A todo eso, súmenle letras de tono 100% anarquista, que eluden la superficialidad de tanto “Punky de postal” y el resultado es una auténtica bomba musical, que demuestra que todavía queda tela por cortar en el Crust.


-Clockcleaner “Babylon rules” (2007)
¿Noise-Rockers de rostros pálidos y con los ojos delineados? Bueno, poco sé de la estética que maneja esta gente pero, si tenemos en cuenta que Nick Cave (una especie de semidiós para la fauna darky) lideró alguna vez a los ruidosos The Birthday Party (que resultaron una innegable referencia para popes del Noise-Rock como Big Black o Scratch Acid), la cosa no sería tan extraña. Es más, un emblema del goticismo rockero como fueran los legendarios Bauhaus, ciertamente no le temía a las guitarras disonantes y los bajos mugrientos y desafinados. Así, este tercer disco encuentra a Clockcleaner despegándose parcialmente de la notable influencia que The Jesus Lizard ejercía sobre ellos, para dar lugar a climas aún más macabros y, obviamente, oscuros. Esto no significa que la propuesta se haya diluido, por el contrario, las guitarras raspan y se enroscan en un infierno de abrasivos tonos menores, el bajo gruñe amenazante como una bestia enjaulada, las bases nos ahogan con sus hipnóticas cadencias repetitivas y la voz se explaya es enfermizas disquisiciones de pura psicosis. Lo que se suma al ya de por sí explosivo cocktail del grupo son esos pianos, esas melodías fantasmales y esa especie de Blues desencajado y perverso que tiñe las canciones de un espeso aura de noctambulismo decadente. Por momentos, hasta resuenan fuertes ecos de los momentos más introspectivos y estancados de The Cramps, aunque aquí el sentido del humor sea mucho más extremo y desagradable. Si se están enganchando con esta suerte de revival Noise-Rockero, aquí tienen un más que destacado exponente, con un amplio conocimiento de la materia y la volunta de alumbrar (paradójicamente) las áreas más oscuras del género.

25 de julio de 2009

Reviews

Por Fernando Suarez.


-Flux Of Pink Indians "Strive to survive causing least suffering possible” (1982)
Es un lugar común (muchas veces errado, claro) el pensar que las bandas que cuentan con un fuerte contenido político en su propuesta descuidan el aspecto musical. Vamos, todavía no puedo comprender por qué grupos como CRASS o Rudimentary Peni son sistemáticamente excluidos de la mayoría de las antologías o recuentos del viejo Punk inglés, cuando (al margen de exponer las ideas más lúcidas y realmente revolucionarias de esa generación. ¿The Clash? No me hagan reír. The Clash es poco más que una Boy Band) se trata de bandas con un sonido sumamente personal y, ciertamente, mucho más elaborado que el mero Rock And Roll bastardeado de Sex Pistols o The Damned. En una categoría similar encontramos a Flux Of Pink Indians, compañeros de armas de los mencionados CRASS en sus proclamas anarquistas y poseedores de una propuesta musical realmente estimulante. Ritmos taquicárdicos, bases insistentes, voces desprolijas y unas guitarras tan ruidosas como imaginativas. Aquí no basta con los tres acordes de siempre, acoples, disonancias, riffs angulares y una sensibilidad más cercana a tipos como Steve Albini o Greg Ginn que a Steve Jones es lo que ofrece este clásico debut. Hasta se permitían jugar con esos elementos artys que consagrarían a grupos considerados Post-Punk como Wire o Gang Of Four. Pensándolo bien, es mejor que engendros como la Rolling Stone ignoren sistemáticamente a este tipo de bandas, perpetuando esa idea vacía de lo que se supone que es el Punk. Ese tipo de medios son parte funcional de todo lo que Flux Of Pink Indians deplora en sus letras. Claro, algunos opinan que el mantener esa intransigencia con respecto al mainstream disminuye las posibilidades de expandir el mensaje y, por ende, de lograr cambios reales en la sociedad. Bueno, The Clash (por poner el ejemplo más común) siempre estuvo en el ojo de la tormenta de la industria discográfica y no veo que hayan cambiado nada del sistema que, supuestamente, tanto criticaban. En fin, ideologías al margen, si se supone que el Punk se trata de cuestionar las reglas y explotar al máximo el propio potencial sin esperar que alguien más lo haga por uno mismo (y eso incluye también el concebir ideas artísticas personales y honestas), entonces Flux Of Pink Indians tiene argumentos de sobra para llevar con orgullo dicho rótulo.


-Suicidal Tendencies “Suicidal Tendencies” (1983)
No importa si nunca se subieron a un skate, pongan este pedazo de clásico y van a sentir el viento golpeándoles las caras mientras los edificios a su alrededor se borronean. Si nunca experimentaron el vértigo en carne propia, dense una dosis de “I shot Reagan”, “Won’t fall in love today”, “Memories of tomorrow”, “Possessed” o cualquiera de las demás gemas que componen el legendario debut de los liderados por Mike Muir. Y sientan la sangre hervir. A ver, pequeños, si un disco suena relevante y energético a veintiséis años de su edición, ¿qué nos dice eso? Claaaaro que sí, que estamos en presencia de un jodido clásico indestructible. Y por el mismo precio se llevan algunos de los primeros y mejores acercamientos entre el Hardcore y el Metal, algo que Suicidal profundizaría aún más, hasta finalmente dejar de lado las raíces Core. O casi. En cualquier caso, el que no baila con “I saw your mommy…”, el que no gesticula siguiendo la letra de “Institutionalized” y el que no siente el irrefrenable deseo de patear cabezas rapadas con “Fascist pig”, es porque no entendieron nada de nada. En definitiva, los fans más metaleros se quedaran con “Lights, camera, revolution” y los sofisticados preferirán “The Art of rebellion”, pero para aquellos que tienen su corazoncito en las bermudas, las tablas y los cuatro acordes, este es un hito imprescindible.


-Hüsker Dü “Warehouse: Songs and stories” (1987)
Es obvio decirlo ahora, pero “Warehouse” es un claro disco de ruptura. No es que se alejara demasiado del estilo Power-Pop que los Hüskers venían practicando desde “New day rising” en adelante. Pero hay algo en el espíritu de este disco que tiñe cada melodía de una pesada amargura. Hasta retoman el formato de disco doble, como si de alguna forma trazaran un paralelo con la angustia del clásico “Zen arcade”. El hecho de que el álbum esté dispuesto casi en su totalidad intercalando una composición de Bob Mould y una de Grant Hart ya dice bastante sobre el estado de ánimo interno del trío. Y queda más que claro que el guitarrista es quién va por el camino de la emoción cruda y desgarrada. Sus canciones son más simples y su voz ronca y áspera se aleja de cualquier tipo de histrionismo, privilegiando siempre la urgencia expresiva. El reproche de “Standing in the rain”, la absoluta desazón de “Bed of nails”, la vehemencia de “Friend, you’ve got to fall”, la sensación de renuncia absoluta de “It’s not peculiar”, la oscuridad de “Ice cold ice” o inclusive esa gema de Power-Pop melancólico capaz de anudar el estómago más endurecido e insensible que es “Could you be the one”, en cuya letra es posible leer un anticipo de la ruptura del grupo, son excelentes muestras del estilo compositivo de Bob Mould. Por su parte, Hart es quien aporta el colorido extra, con sus claras influencias Pop/psicodélicas al frente y una voz que bien podría ser la versión Punk de un joven David Bowie. Podemos mencionar como ejemplos a la beatlesca “Charity, chastity, prudence and hope”, el proto-Grunge de “Back from somewhere”, la malicia lisérgica de “She floated away”, el Noise-Pop de “Tell you tomorrow”, el Rock and roll hecho y derecho de “Actual condition” y la efervescente “She’s a woman (And now he is a man)”. Por supuesto, mucho del aura particular de este disco también se debe a que aquí contaron con la producción más cuidada de su carrera y pudieron dar rienda suelta a ciertos trucos de estudio que logran un efecto tridimensional en las canciones. Y eso nos recuerda, una vez más, que lo que importa son las canciones. Hüsker Dü las tenía, tal vez las mejores canciones de su generación. Sin duda alguna las melodías más sentidas del Punk americano de los 80’s. “Warehouse” es un perfecto disco de despedida para el trío y un buen anuncio de que Mould y Hart todavía tenían mucha música para seguir regalando.


-Mind Over Four “Half way down” (1993)
Que los noventas estuvieron repletos de excelentes bandas que no recibieron demasiada atención no es ninguna novedad. Thought Industry, Shudder To Think, Cop Shoot Cop, Fudge Tunnel, Killdozer, Pain Teens, Hoover y montones de nombres más se apilan sin demasiado reconocimiento por el gran público a pesar de contar todos ellos (cada uno a su manera y hasta partiendo de raíces bien diferenciadas) con propuestas únicas, llenas de ideas musicales propias y refrescantes. En esa lista podemos ubicar a Mind Over Four, un cuarteto californiano que, a pesar de haber dado sus primeros pasos en los ochentas, pegaron un innegable salto de calidad pasada esa década. El tema que da nombre a la placa sirve de breve introducción donde voces y sonidos deformes se entrecruzan para relatarnos una muerte. Acto seguido, “Charged” ataca con riffs entrecortados y notamos que la garganta de Spike Xavier no le teme a llegar a dónde nadie había llegado antes. Pueden pensar referencias como Mike Patton, Jim Morrison, Chris Cornell y hasta Mark Osegueda (de Death Angel) y aún así estarán lejos. “Honor” se retrae en climas oscuros y terminamos de percibir a la otra figura indiscutida del disco, la guitarra de Mike Jensen. Dibujante eximio de riffs enroscados y rockeros, de todas las formas y colores y siempre con su sello personal, sus seis cuerdas llevan la retorcida batuta de las canciones y sirven de fundación para los delirantes devaneos melódicos de Xavier. Claro, esto es material inteligente, casi Progresivo diría. Y aún así no hay exhibicionismos ni malabares compositivos innecesarios. Las canciones tienen un comienzo, un nudo y un final, hay estribillos reconocibles y melodías gancheras. Y miles de ideas desparramadas en el camino. Los arpegios evocadores de “Cycle Of Experiencing People” interrumpidos por esa catarata riffera al mejor estilo “Red” de King Crimson, la increíble dinámica de “Faith” con su comienzo entre playas nocturnas y sus arranques de violencia casi Thrashers, la densidad lisérgica de “My name is nothing” que remite a la Rollins Band de “The end of silence”, la opresiva pintura urbana de “Jack the throne” con sus constantes idas y venidas, el Funk adrenalínico de “Then and now” y la histeria jazzera de “Coffee” que cierra el disco a pura energía. Imposible compararlos con otras bandas o rotularlos sin cercenar gran parte de su identidad, Mind Over Four logro en “Half way down” una obra elevada de arte rockero con el sello indeleble de la década pasada. Imprescindible.


-Beherit “Electric doom synthesis” (1996)
Una gutural voz resuena desde las profundidades. “Ambush” comienza casi como una misa negra electrónica, basándose sólo en sonidos ambientales y voces deformadas por efectos. Ok, ya estamos muy lejos de “Drawing down the moon”, y ni hablemos de “The oath of black blood”. De aquel crudo Black Metal sólo quedó la esencia oscura. El quiebre estuvo en “H418ov21.C” y sus paseos cósmicos electrónicos, despojados de guitarras eléctricas, baterías atronadoras y gritos de desesperación. Aquí Beherit (o mejor dicho, Marko Laiho, también conocido como Nuclear Holocausto Vengeance y encargado de hacer básicamente todo en esta etapa de Beherit) mantiene los sonidos electrónicos pero retoma la oscuridad. El breve “We worship” insiste con esas voces endemoniadas, mientras un fondo de silbidos y tenues repiqueteos rítmicos generan una densa tensión. Hasta es posible toparse con algo así como un riff en “Dead inside”, aunque sea difícil determinar si se trata de una guitarra procesada o de distorsiones de sintetizador. En cualquier caso, cumple su cometido, junto a una base repetitiva y voces que recuerdan a clásicos Industriales como Front 242 o KMFDM, pero en versión satánica. Miles de moscas zumbando como augurio de algo aún peor es lo que entrega “Beyond vision”, hasta que entran esos teclados que parecen derretirse y las puertas del infierno se abren de par en par ante nuestros ojos. “Deep Night 23rd” retoma algo del clima espacial del disco anterior, con un colchón minimalista de teclados y voces apenas susurradas. La distorsión vuelve en “Drawing Down the Moon”, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el link con aquel disco. Un ritmo casi marcial, riffs difusos y teclados épicos que invocan fantasmales demonios. “Sense” nos envuelve con diez minutos de tensión minimalista, casi al borde del silencio y fundiéndose con “Temple ov Lykos”, que cierra el ritual en su punto más alto de esoterismo. En fin, esto no es material para los seguidores más cerrados del Black, pero aquellos que pueden apreciar la esencia maligna, más allá de las formas, encontrarán uno de los más oscuros y sórdidos viajes que el género puede ofrecerles.


-Chum “Dead to the world” (1996)
Es curiosos cómo una banda puede ser víctima de su propio tiempo y/o entorno musical. O, mejor dicho, de la incomprensión que a veces se da en dichos entornos. Todavía recuerdo un comentario sobre este mismo disco aparecido en la (a esta altura) legendaria revista Madhouse, donde el crítico Migue Mora lo definía como una cruza entre los sonidos modernos (para esa época, claro está) de Korn y Deftones y las melodías vocales de King’s X. Por supuesto, si este “Dead to the world” se hubiese editado a principios de los noventas, cambiaríamos el Nü-Metal por el Grunge metalizado de Alice In Chains y la voz de John Lancaster remitiría inevitablemente a un Corey Glover (de Living Colour) con una cuota extra de mala onda. Lo interesante es que, si uno escucha este mismo material en el contexto de la actualidad pesada, lo metería sin dudar en la no muy definida bolsa que ocupan bandas como Torche, Cave In, Disappearer, Jucifer o Helms Alee. Es decir, guitarras enormes, riffs aplastantes, sensibilidad melódica superlativa y ciertos aires de exotismo psicodélico que aportan una profundidad que trasciende los amanerados gestos del Metal tradicional. No se trata sólo de que el disco suena más que actual (y lo hace), si no de un espíritu creativo cargado de una sofisticación que se alinea con mayor comodidad a la avanzada metálica actual que a la de su época. Los nueve temas que componen la placa (incluido el genial y perverso cover de “Darling Nikki” de Prince cuando todavía era conocido como Prince) podrían ser hits instantáneos en un universo paralelo donde el Rock no se guíe por estrictas restricciones genéricas y de mercado. Y, al mismo tiempo, debajo de las melodías gancheras encontramos un trabajo instrumental altamente imaginativo. Una batería maciza y atronadora haciendo gala de un atrapante groove arrastrado que pondría verde de envidia al más reventado de los dumbetas, y de un swing que invita al cabeceo constante sin por ello resignar contundencia. Un bajo que retumba como si sus cuerdas estuvieran hechas con las tripas de un mamut y dos guitarras igualmente graves y con una visión futurista del más espeso Sabbathismo, que no excluye las cascadas de ruido melódico a la My Bloody Valentine (tan en boga hoy en día) a la hora de erigir sus envolventes arquitecturas rifferas. Todo coronado por un trabajo vocal de excepción, pletórico de emoción, ideas y grandes (y afinadas) melodías que nunca suenan aguadas ni tiradas de los pelos. Las buenas canciones, amigos míos, son un argumento inapelable en cualquier época.


-The For Carnation “Promised works” (1997)
Brian McMahan cuenta con, al menos, un par de sólidos argumentos para que cualquiera interesado en escuchar buena música (aún admitiendo que tal clasificación es sumamente volátil) le preste debida atención. Entre 1983 y 1988 fue parte de Squirrel Bait, una de las bandas seminales del Punk de Chicago, pionera en su combinación de melodía Hüskerdüera y abrasivo ruido Stevealbinesco. Tras la ruptura de dicho grupo, McMahan se quedó con su base rítmica (el baterista Britt Walford y el bajista Ethan Buckler), sumó al guitarrista David Pajo y se hizo cargo (aparte de sus propias seis cuerdas) de las esporádicas tareas vocales en su nuevo conjunto, Slint. Y, por si no lo sabían, Slint probablemente sea el grupo que inauguró el vasto espectro musical que luego sería conocido como Post-Rock o Math-Rock. Con sólo dos discos (el crudo y producido por Steve Albini “Tweez” y el clásico indestructible “Spiderland”, un álbum de escucha obligatoria para todo el mundo), el cuarteto se ganó ese lugar privilegiado que ocupan aquellos grupos que resultan más influyentes que exitosos en términos comerciales. En 1994 Slint deja de existir y el bueno de Brian se aboca por completo a su nuevo proyecto, The For Carnation. Digo proyecto, porque la única constante en la formación es la presencia de McMahan, rodeado por músicos intermitentes entre los que se cuentan miembros de Tortoise, Rodan, The Breeders, Shipping News y, claro, Slint. “Promised works” compila los dos primeros ep’s del grupo (“Fight songs” de 1995 y “Marshmallows” de 1996) y sin embargo, si no supiéramos eso, podríamos jurar que se trata de un larga duración concebido como tal. De alguna forma, The For Carnation hereda el complejo entramado dinámico de Slint, pero lo traslada a terrenos aún más abstractos, tensos y sutiles. Claro, gran parte de esa tensión la da el hecho de que uno espera algún estallido distorsionado como los de su anterior grupo, y eso nunca llega. Predominan las guitarras limpias (acústicas y eléctricas) que dibujan sentidos paisajes a base de desaprensivos rasgueos y extrañas combinaciones de notas, las bases mantienen un andar de letárgica irregularidad y la voz presenta sus melodías más sensibles, casi susurrándolas. En más de una ocasión se los ha comparado con Gastr Del Sol (aquella banda donde convivieran David Grubbs, también ex miembro de Squirrel Bait, y el multifacético Jim O’Rourke), en especial en lo que hace a riffs contracturados sin distorsión y estructuras laberínticas que, no obstante, eluden la épica pomposa del Rock Progresivo tradicional. También se los ha linkeado con grupos como Codeine o Low (emblemas del así llamado Slow-Core), con sus atmósferas de embotadora ensoñación melancólica y sus tenues melodías disueltas en largos silencios. En fin, no se trata de material de fácil categorización, ni siquiera un término tan amplio como Post-Rock basta para aprehender el enorme caudal de música y emociones aquí desplegado. Para disfrutar sin prejuicios y con la mente y el corazón alineados en perfecta armonía.

-Human Remains “Where were you when” (2002)
Este doble cd compila en su totalidad los testimonios grabados entre 1990 y 1996 por esta auténtica leyenda del underground extremo. Digamos que, cuando Brutal Truth redefinió el Grindcore en los 90’s no estaban solos en semejante tarea. Una sola escucha a esta maravilla basta para reconocer la influencia de Human Remains en incontables actos extremos. Desde Pig Destroyer a The Dillinger Escape Plan e inclusive Mastodon en sus primeros trabajos han tomado nota de esta particular combinación de crudeza Core, extremismo metálico, disonancias varias, destreza instrumental y extravagancia compositiva. El trabajo de guitarras de Jim Baglino y Steve Procopio da vuelta todo tipo de convenciones, repartiendo machaques trabados, groove Hardcoroso, borroneado vértigo Grindcore, precisión Deathmetalera, excursiones disonantes que harían sonrojar tanto a Robert Fripp como a Steve Albini y fundiendo todas esas variantes en un sonido compacto y sencillamente aplastante. No es casualidad que el segundo de ellos también se dedicara a anudar cuerdas en los Avant-Grinders Discordance Axis. Y si hablamos de conexiones es menester mencionar al tipo detrás de los parches, el gran Dave Witte. Si no saben quién es chequeen su trabajo en bandas como Burnt By The Sun (donde se reuniría con Paul Miller y Teddy Patterson III, vocalista y bajista respectivamente del grupo que nos ocupa), Atomsmasher/Phantomsmasher (junto a James Plotkin), East-West Blast Test (con el ex líder de Spazz, Chris Dodge), Municipal Waste, Birds Of Prey, Black Army Jacket o los ya mencionados Discordance Axis. Puesto de manera simple, Witte es uno de los mejores bateristas de la actualidad metálica. Uno de esos tipos capaces de romper todo tipo de nociones genéricas a puro golpe y de darle vida aún a las creaciones más simples. Claro, estos tipos hacían música extrema y compleja, pero sólo un sordo podría asociarlos con el Death técnico de Atheist y similares. Al mismo tiempo, resultaban demasiado extravagantes para el Grindcore de aquellos años. Que un grupo de músicos virtuosos pudiera desplegar semejante nivel de intensidad y crudeza todavía no era moneda corriente en el mundillo metalero. Y mucho menos si se trataba de músicos con raíces en el Hardcore. Es lo que suele suceder con las bandas adelantadas a su tiempo. Por suerte la buena gente de Relapse se tomó el trabajo de rescatarlos, permitiéndonos así tomar una de las lecciones más satisfactorias en lo que a historia del Metal Extremo se refiere. Y, de paso, disfrutarlos como se merecen.


-Bongzilla “Amerijuanican” (2005)
El infierno cambia el tradicional rojo de sus llamas por un tono verduzco. Los ríos de lava se transforman en whisky y el intenso aroma del azufre es reemplazado por otro más dulzón. Hasta el mismísimo Satanás dibuja riffs con su guitarra invisible mientras su rostro se transfigura hasta adquirir las facciones de un joven Tony Iommi cojn los ojos achinados y el aliento pesado. Bongzilla ha llegado a este, su cuarto disco sin cambiar demasiado su propuesta de Sludge/Stoner fumón. Y ni falta que hace. Vamos, ¿para qué cambiar algo que funciona a la perfección? Aquí tenemos riffs sabbatheros llevados a esa exageración de graves y lentitud, acompañados por el chillido monocorde de Muleboy (y esto no es un defecto. Intentar variantes, en este caso, sólo pincharía la onda) y creando ese clima de humeante partuza demoníaca. Por supuesto, también se permiten viajar más lejos, como en el extenso “Stonesphere”, con sus doce minutos y pico de cuelgue marihuanero. Ok, está claro que aquí no encontrarán ninguna revolución/revelación y, si encima comparamos a Bongzilla con popes del género como Eyehategod o Iron Monkey, poco habría para rescatar. Pero, por esta vez, esas cuestiones pueden dejarse de lado ante canciones tan buenas. Y sí, el sorete es un viaje de ida.


-Buried Inside “Chronoclast” (2005)
Introducción: El principio es el fin. El tiempo se desdobla y su invisible rostro amenaza hasta abrir nuevas brechas en sí mismo. En nosotros mismos. El Tiempo como Ideología: Creyentes patológicos escapando hacia la libertad. Hábitos de pensamiento que desafían el pensamiento. Plagas comunicables. El Tiempo como Metodología: Si la historia es el rompecabezas del tiempo, alguien desacomodó las fichas. El Tiempo como Religión Substituta: Criaturas domésticas de abstracción técnica. El cronómetro es tan santo como la cruz. El Tiempo como Imperialismo: La narrativa, la instalación. Un hilo que conduce a una cuerda que se transforma en una soga de donde cuelga todo vestigio de lo que alguna vez fue. Reintroducción: El prisma invisible que describe nuevas formas con su limitado espectro cromático, es el infinito. El Tiempo como Abyección: El devorador. La prótesis de la que dependemos. El cadáver que muestra la fragilidad del cuerpo. El tiempo desnuda la fragilidad del orden simbólico. El Tiempo como Automatización: Sin palabras, todo ha sido devorado. El Tiempo como Mercancía: Más ataduras serían aburridas. Lo espacial le abre camino a lo temporal y nadie puede escapar. Nosotros somos el elemento sedicioso. El Tiempo como Resistencia: Sin excepciones. Las cicatrices se abrirán. El mito se corromperá. El monolito se fracturará. La muerte llega en el tiempo. La muerte llega con el tiempo. “Chronoclast”: La violenta sublevación de ser.


-General Patton Vs. The X-Ecutioners “General Patton Vs. The X-Ecutioners” (2005)
Mike Patton asciende al rango de General y se junta con el conglomerado de Dj’s más conocido como The X-Ecutioners, proveyéndolos de material discográfico en vinilo para que estos aniquilen con sus bandejas y mezcladoras. Sí, Patton se mete con el Hip-Hop y el resultado es esta afiebrada producción de 23 temas que destrozan el género, logrando así reivindicarlo y devolverle el carácter innovador que alguna vez (allá lejos y hace tiempo) supo tener. De alguna forma, podría decirse que este proyecto es al Hip-Hop lo que Fantômas es al Metal. Retazos de ideas que se chocan y se superponen, ritmos que nunca llegan a cristalizarse, voces intermitentes y deformadas y un Mike Patton inspirado haciendo gala de su conocida psicosis, aquí complementada a la perfección por el inquieto abuso de las técnicas de “cortar y pegar” por parte de los Dj’s. Claro, si todavía tienen problemas para digerir las incursiones más experimentales del ex ex Faith No More, este lp poco hará por ustedes. Pero si lo que buscan es al Patton de siempre, el que insiste en romper esquemas y abrir nuevos caminos sin medir consecuencias, entonces ya deberían tener este disco en sus sudorosas manos.





-Slices “First & Second 7 inches” (2009)
Sólo dos ep’s y poco más de quince minutos. Una batería insistente y repetitiva, un bajo mugriento y gruñidor, una guitarra desbocada y ruidosa y una garganta que exorciza sus demonios a grito pelado. Podría hablar de Noise-Rock, pero en definitiva esto es Punk de pura cepa y como hacía tiempo que no escuchaba. Algunos lo definieron como “Crossed Out versionando el lado B del “My war” de Black Flag” y, si bien algo de eso hay, tal descripción no le hace justicia a la personalidad desplegada por este cuarteto. Sí, el sonido, la crudeza y el caos tienen algo de ese espíritu subterráneo del Powerviolence, pero aquí no hay blast-beats ni cambios abruptos de ritmo ni flirteos con el Metal extremo. Claro, los temas lentos y arrastrados, la voz rasposa y vehemente, los solos disonantes y los climas asfixiantes están claramente inspirados en lo más espeso de la ex banda de Greg Ginn, pero despojados de cualquier atisbo de Jazz o complejidades Progresivas. Insisto, estos tipos no son clones de nadie, aún cuando claramente han aprendido sus buenas lecciones de Punk ruidoso y catártico. No hay necesidad de experimentos eclécticos ni guiños Progresivos, canciones simples y sudorosas, cargadas al mismo tiempo de frustración y liberación. Slices suena a violencia sin necesidad de poses de chicos malos ni exageraciones histriónicas. Suena a emoción inmediata y desgarrada sin atisbos de melodía Pop ni baratas peroratas mosheras. Suena a locura pero sin pasarse de intelectualidad ni caer en pastiches de aburrida psicodelia ruidosa. Suena natural y espontáneo y aún así propone ideas musicales propias. Slices muestra un profundo respeto por sus influencias (a las mencionadas pueden sumar Big Black, Born Against, Rorschach y Swans) pero de ninguna manera se queda en la mera nostalgia. Si pensaban que la llama primigenia del Punk corría el riesgo de apagarse para siempre, escuchen esto y prepárense para arder.

24 de julio de 2009

No meás, whatever



NoMeansNo

Fecha: 23 de julio del 2009
Lugar: Gebäude 9, Colonia, Alemania

Jueves a la noche en Siegen, tren a Colonia, hay que volver temprano. Ni siquiera sabía si encontraría entrada (10 euros de gastos de envío... me, poor sudaca, not so many euros). Pero en definitiva, aquí estamos. No estaría posteando esto de otro modo. A no ser que lo esté inventado todo, ah nunca lo sabrán. Bah en realidad si, se ve en las fotos, son sacadas por mi propia y barata camarita.

En fin, el lugar del toque era un galpón industrial con un ambiente muy cool, algo que por primera vez encuentro en Alemania, incluyendo mi viaje anterior: un lugar en el que dando la vuelta a la esquina podés encontrarte un trava tranzando con un chongo y amigos tomando cerveza al costado mientras charlan trivialidades como si nada. No, nada de Bruce LaBruce o Fassbinder que haya visto en mis viajes por tierras teutonas, hasta este momento, claro. Al parecer el lugar era un galpón reciclado donde vivían diferentes personajes típicos alemanes como salidos de películas de los mencionados directores de cine.



Entre paredes pintadas, bolsas de basura y viejitos punks tatuados caminé con la esperanza de conseguir entrada, y en efecto, no estría aquí escribiendo si no lo hubiese logrado. Como dije, viejitos punks tatuados: nadie de entre la gente que me crucé mientras esperaba para entrar bajaba los 30 años de edad. Está bien, ya dentro del boliche había algunos veinteañeros nerds, pero el core era definitivamente 30 para arriba.
Bien ahí (?)

Ampersand, la banda local que hizo de soporte superó ampliamente las expectativas (considerando que eran nulas no parece un logro tan importante, pero estuvo muy bueno, posta), desplegando una mezcla de rock muy groovero e infeccioso con mucha actitud punk y toda una gama de ritmos gancheros para mover la patita y hacer headbanging con cara torcida a lo Billy Idol.



Oriundos de Colonia, el trío hace todas las canciones en inglés, en una clave de rock riffero con una base entre funk y blusera que te obliga sin piedad a mover el esqueleto. Y en efecto algunos lo hicieron. Un gordo borracho que tenía a mi lado terminó haciendo un despliegue de pasos ridículos que eventualmente me hicieron desviar la mirada y me sacaron un par de sonrisas. Creo que todos saben que los alemanes borrachos son MUY diferentes a los alemanes sobrios.



Terminado el despliegue de canciones gancheras de Ampersand subieron los viejitos canadienses con sus bermudas, sus camisas a cuadros (bueno, al menos el batero John Wright no faltó a la premisa de la camisa a cuadros y los lentes culo de botella) y sus canas y no pude evitar acordarme de un amigo que seguramente vaya a leer este artículo.



Esos Marshalls con los recubrimientos de cuerina rotos, ese bajo gastado de tanto cascarlo, y ojalá se pueda ver en las fotos el cabezal que estaba usando Rob Wright, toda una pieza digna de un local de antigüedades rockeras, que dicho sea de paso, sonaba como un serrucho, como debe ser. Y no solo sonaba, sino que acoplaba y aturdía cuando era necesario. En efecto así arrancó el show, mientras los hermanos Wright decían un par de chistes de la calaña a la que nos tienen acostumbrados ("no se preocupen, tenemos un set bastante corto, miren sino" decía John mostrando la lista de temas), Tom Hollinston se dispuso a conjurar una serie de acordes lentos que fueron construyendo una hermosa y épica melodía (Creo que era "Faith", disculpen mi ignorancia de la discografía de la banda) que debo reconocer, fue lo más lindo de la noche. Por supuesto, el arranque en crescendo terminó en un duelo de acoples que enganchó inmediatamente con los clásicos punkies más conocidos del trío, "Oh no, Bruno!", "The Day Everything Became Nothing", "Every Day I Start to Ooze", "Dead Souls", "All Lies"... hasta el bizarro "Mondo Nihilismo" con sus letras cáusticas cantadas por el mismo Hollinston y su voz nasal al servicio de la ironía (que es una escena muerta, ya lo sabemos).



En el medio del show y para tomar un respiro, el trío de canosos improvisó un diálogo muy a lo Spinal Tap que arrancó varias carcajadas teutonas de la audiencia, en el que Tom Holliston trató de pedirle a John Wright que introdujera el siguiente tema ("Madness and Death"), cosa que el baterista no podía hacer por hacerse el distraído, de modo que la introducción rimbombante quedaba caduca. En el proceso Rob Wright le iba dictando a Hollinston lo que tenía que decir, indicándole las clásicas frases hechas de los conciertos de rock: "preguntales si la están pasando bien"... "la están pasando bien?!"... "ahora preguntales si están listos para rockear"... "están listos para rockear?!". Qué genios, quise abrazarlos. Mientras hacían el sketch Hollinston se fijaba detrás de la guitarra, como si todas las preguntas estúpidas estuviesen escritas allí.



Finalmente "Slugs are Burning" y "Kill Everyone Now" hicieron de cierre, y tuve que partir a las apuradas para tomar el último tren de vuelta a Siegen. Por supuesto, no sin antes dejarle a Hollinston una copia del disco de Gran Cuervo (El cholulismo no para. Aún así no lo veo al canadiense escuchando cuelgues sabbatheros psicodélicos, pero quien sabe). Me perdí los bises desgraciadamente, si no quería quedarme a dormir en la estación de tren.

De todas formas a quién le importa, yo me quedo con este momento incrustado en el corazón. No todos los días se puede disfrutar de un show de una de las bandas más inteligentes, variadas y talentosas del punk, que bien pueden meter en la misma canción a los Ramones, Miles Davis y Minutemen como si fuera lo más natural del mundo. Tarea que no creo que pueda hacer cualquiera.



En efecto, no meás, no.

23 de julio de 2009

James Plotkin interviewed



Jaime Plotkin habló con Zann's Music

Qué mas puedo agregar.

Todo el crédito es de Fede que consiguió que le de bola.

Hoy soy feliz.




Zann: What first got you into making music? What are your musical influences?
    James: My father was a musician so I've been around it all my life, so it was only natural. I grew up with jazz and classic rock - by the time I was a teenager I had discovered Thrash Metal and Hardcore Punk...from that point onward there was no turning back. I'm inspired by anything that falls outside people's preconceived ideas of what music is or should be. Extremity in art is something that always interests me.


    Zann: Your work is mostly based on sound, texture and structure than on melody. Why do you find that approach more interesting?
    James: The possibilities are wide open when you're working in this way. I'm a very detail-oriented person so I gravitate more toward the micro than macro. Actually, I am very interested in melodic structures in music. Anything that provokes thought or emotion appeals to me.


    Zann: As an experienced recording engineer, I would like to know how you started recording bands. For example how did you do it with the first OLD back in 88?
    James: My first experience with recording goes way back to my early childhood - my father was always making recordings with a 1/4" Revox reel machine. He would make recordings of me and my sister playing, singing, or just freaking out, and play the tapes back at different speeds to amuse us. All of the OLD recordings were done in professional studios. Demos were usually made at home on a 4-track cassette machine, which was also used to record other bands on occasion. I eventually got my hands on an 8-track cassette recorder, and around 1998 I bought my first PC and audio interface and began teaching myself how to use audio production applications.

    Zann: Why did you decide to switch from grindcore to ambient and noise later in the 90´s, with Mick Harris, KK Null or Mike Spybey for example?
    James: I never consciously decide to do anything - it comes naturally. I just follow my interests and the results are a consequence of that. I'll always try to avoid forcing anything to happen - direction in music is best when it happens on its own.

    Zann: You had records released by labels like Ipecac, Hydrahead or Relapse, which are Avant-Garde labels within the Metal scene. Do you feel like you're always one or two steps ahead of the audience's tastes?
    James: I hope that I'm one of the artists that stays ahead of the curve. I'm not exactly sure what specific category any of my works fall into, and I'm certainly not interested in creating anything that fits snugly into any genre. I appreciate when people are interested in my work but would never consider anyone's tastes other than my own when composing music.

    Zann: Your projects often push towards the edge what could be done in the realms of extreme sounds. What current bands would you say are doing the same thing?
    James: There are too many artists of value to list, and so many more that I probably haven't even heard of. A lot of bands try to top each other in terms of extremity, but in my opinion if what they are doing is too easily categorized then it is hardly extreme. For example, in my opinion the most violent, noisy black metal band on the planet is not really extreme unless they cast aside the boundaries of the genre itself. Following set ideas that define a genre is anything but extreme, it's merely conformity.

    Zann: The only thing in common in your projects is an apparent sensation of chaos. Is this deliberate? Is chaos part of the creative process?
    James: It certainly is not deliberate. A lot of what you are referring to may not even be considered chaotic by some. For the most part, I don't like to control something that has a life of its own. There's an obvious beauty in chaos, but it has to be completely natural. The idea of making a decision to incorporate chaos is extremely weak and juvenile.

    Zann: What does Khanate´s latest work, Clean Hands Go Foul, consist of? Is there any other unreleased material? Is there any possibility of re-joining?
    James: Clean Hands was recorded during the Capture and Release sessions using left-over studio time. All the material sans the vocals was completely improvised. there is quite a bit of unreleased material that was cut from the first 2 album sessions. All the material from the S/T and Things Viral albums were distilled from hours of recordings. No possibility of a reunion, I despise reunions in every possible way. The day an artist feels the need to reunite a band is the very same day they should quit making music and perhaps find a way to make the world a better place instead.

    Zann: Have you heard Gnaw, the latest project by Alan Dubin? If so, what do you think of it?
    James: Sure, I mastered the LP and CD releases for them. It's an interesting project, though not anything I would listen to personally.

    Zann: You´ve been working with Tim Wyskida and Aaron Turner on a new project, Jodis, haven't you? Can you tell me how did it start? Is there going to be a release or a live show with Jodis?
    James: The Jodis "Secret House" album will be released on CD and LP by Hydra Head in October 2009. to be honest, I can't remember how it started, only that it came together very easily. I love working with Aaron, he's a close friend and someone I can respect in every way. We'll work on putting together some short tours once the album is released.

    Zann: Here in Zann's Music, we also do hand made CDR's mostly for promotional purposes. Actually we kind of have no other choice since record companies in Argentina overprice CD production to ridiculous values and independent musicians can´t release in low quantities unless they are willing to pay from their own pockets. How does it work for you in the USA? Which kind of releases do you edit yourselves and which ones through a label?
    James: It's quite inexpensive to press factory CDs in the US, however it seems to be a dying format with internet downloads and such. I've never released anything myself other than the Khanate tour edition CD-Rs and DVD-Rs. Decades ago, the most DIY way of releasing music was through the cassette tape underground. I think the CD format has become too disposable in recent years and I'm unsure of where it's headed, just like everything else on the planet.

    Zann: I would like to know if nowadays your collaborations are being proposed to you or you look for them. For example, how did you get to work with Mick Harris or Michael Gira? And nowadays how did Khlyst turn up? Or the Phantomsmasher remixes by Venetian Snares? Or your remixes of Agoraphobic Nosebleed and Pyramids?
    James: I really don't have the time or patience to find projects - 90% of what I'm involved in has been offered to me, with the exception of bands lke Khanate, Khlyst, Jodis, etc. If I see an opporunity to put something together, I usually take it, but I rarely ever solicit anyone in any way. If someone needs me, they know where to find me.





    Entrevista exclusiva con James Plotkin

    Zann: ¿Qué fue lo que te llevo a hacer música? ¿Cuáles son tus influencias?

    James: Mi padre era músico así que eso estuvo conmigo toda mi vida, solo fue algo natural. Crecí con jazz y el rock clásico y para la época en que era adolescente había descubierto el Thrash Metal y el Hardcore Punk… de ahí en adelante no hubo vuelta atrás. Yo me inspiro por cualquier cosa que cae fuera de la idea preconcebida de la gente de lo que tiene que ser la música o como debería ser. El extremismo en el arte es algo que siempre me intereso.

    Zann: Tu trabajo se basa más en el sonido, textura y la estructura que en la melodía ¿Por qué encontrás ese acercamiento más interesante?

    James: Las posibilidades son muy amplias cuando trabajas de esta manera. Soy una persona muy orientada a los detalles así que gravito más hacia lo micro que lo macro. Actualmente estoy muy interesado en las estructuras melódicas de la música. Cualquier cosa que me provoca pensamientos o emociones congenia conmigo.

    Zann: Sabemos que sos un experimentado ingeniero de grabación. Me gustaría saber cómo empezaste a grabar bandas. Por ejemplo, ¿cómo hiciste con el primer OLD allá por el año 88?

    James: Mi primera experiencia con grabaciones viene de mi temprana infancia cuando era chico, mi padre siempre estaba haciendo grabaciones con una grabadora de cinta de 1/4" Revox. El hacía distintas grabaciones de mí y de mi hermana jugando, cantando o solamente haciendo ruido, y después reproducía las cintas hacia atrás a distintas velocidades para divertirnos. Todos los discos de OLD se hicieron en estudios profesionales. Las demos se hacían generalmente en casa con una máquina de cassettes de 4-tracks, que también usaba para grabar otras bandas. Eventualmente tuve en mis manos una grabadora de cassettes de 8-tracks y alrededor de 1998 me compre mi primera PC y la interfaz de audio, y fui aprendiendo por mí mismo como usar las aplicaciones para producir audio.

    Zann: ¿Por qué decidiste pasar del grindcore al ambient y al noise más tarde en los 90’s, como Mick Harris, KK Null o Mike Spybey por ejemplo?

    James: Yo nunca decido concientemente hacer nada, solo viene naturalmente. Solo sigo mis intereses y los resultados con consecuencia de eso. Siempre trato de evitar forzar que pase algo, la dirección en la música es mejor cuando viene por sí misma.

    Zann: Tenés discos lanzados por sellos como Ipecac, Hydrahead or Relapse, que son sellos considerados de Avant-Garde en la escena del metal. ¿Sentís que siempre estas uno o dos pasos por encima de los gustos de la audiencia?

    James: Espero ser uno de esos artistas que están delante de la curva. Yo no estoy seguro de la categoría específica de ninguno de mis trabajos, y tampoco estoy interesado en crear algo que encaje bien en cualquier género. Aprecio cuando la gente se interesa en mi trabajo pero nunca considero los gustos de nadie más que los míos cuando estoy componiendo música.

    Zann: Tus proyectos siempre empujan al límite lo que se puede hacer en los reinos del sonido extremo ¿Qué bandas crees que puedan estar haciendo lo mismo?

    James: Hay muchos artistas en esa lista de valor, y muchos más que probablemente no haya escuchado siquiera. Un montón de bandas tratan de superarse en términos de extremismo, pero en mi opinión si lo que hacen se puede categorizar fácilmente entonces no es tan extremo. Por ejemplo, en mi opinión la más violenta y ruidosa banda de black metal del planeta no es realmente extrema a menos que deje de lado los bordes del género mismo. Las ideas que definen a un género como algo extremo sin más, es puro conformismo.

    Zann: La única cosa en común de tus proyectos es una aparente sensación de caos. ¿Es esto deliberado? ¿Es el caos parte del proceso creativo?

    James: Es por cierto algo no deliberado. Un montón de lo que te estas refiriendo podría no ser considerado caótico por algunos. En la mayor parte, no me gusta controlar algo que tiene vida propia. Hay una belleza obvia en el caos pero tiene que ser completamente natura. La idea de tomar una decisión para incorporar el caos es extremadamente débil y juvenil.

    Zann: ¿En qué consiste el último trabajo de Khanate, “Clean Hands Go Foul”? ¿Hay algún otro material que no haya salido? ¿Existe alguna posibilidad de que se vuelvan a juntar?

    James: Clean Hands fue grabado durante las sesiones de “Capture and Release” usando el tiempo de sobra del estudio. Todo el material y las voces fueron completamente improvisados. Hay un poquito de material sin salir que fue cortado de nuestras primeras dos sesiones del álbum. Todo el material de nuestro Self Titled “Khanate” y “Things Viral” fue destilado tras horas de grabación. No hay posibilidad de una reunión, desprecio las reuniones de todas las formas posibles. El día que un artista sienta necesidad de reunir una vieja banda es el mismísimo día en que debería dejar de hacer música y posiblemente hacer otra cosa como buscar una manera de que el mundo sea un lugar mejor.

    Zann: ¿Escuchaste a Gnaw, el último proyecto de Alan Dubin? Si lo hiciste, ¿qué te pareció?

    James: Seguro, Yo mastericé el LP y los CDs de ellos. Es un proyecto interesante, pero no es nada que escucharía personalmente.

    Zann: Estuviste trabajando con Tim Wyskida y Aaron Turner en Nuevo proyecto llamado Jodis, ¿no? ¿Podrías contarme como empezaron? ¿Hay algún lanzamiento o show en vivo previsto con Jodis?

    James: El disco de Jodis “Secret House” va a salir en CD y LP en Hydra Head en Octubre de 2009. Para ser honesto, no recuerdo como empezamos, solo que se formó muy fácilmente. Amo trabajar con Aaron, es un amigo mío muy cercano y alguien a quien respeto mucho. Vamos a trabajar para hacer algunos tours cortos juntos una vez que salga el disco.

    Zann: Aquí en Zann´s Music hacemos CDRs a mano en su mayoría para propósitos promocionales. Actualmente no tenemos otra posibilidad porque las compañías discográficas en Argentina hacen las producciones de CDs a valores ridículos y los músicos independientes no pueden sacar bajas cantidades a menos que estén dispuestos a pagar de su propio bolsillo. ¿Cómo funciona allí en USA? ¿Qué clases de discos editas por vos mismo y cuales a través de un sello?

    James: Es muy barato imprimir CDs de fábrica en US, de todos modos parecer ser que es un formato que se está muriendo con las descargas en Internet y eso. Nunca saque nada por mi mismo excepto los CDRs y DVDRs de Khanate. Décadas atrás, la mayor forma DIY (Do It Yourself) de sacar música era a través de los cassettes en el underground. Pienso que el formato tipo CD se ha convertido en desechable en los próximos años y no estoy seguro hacia donde se dirige, como casi todo lo demás en este planeta.

    Zann: Me gustaría saber si ahora tus colaboraciones son propuestas que te hacen o vos las buscas. ¿Por ejemplo como hiciste para trabajar con Mick Harris o Michael Gira? ¿Y hoy en día como apareció Khlyst? ¿O los remixes de Phantomsmasher por Venetian Snares? ¿O tus remixes de Agoraphobic Nosebleed y Pyramids?

    James: Yo realmente no tengo tiempo o paciencia para encontrar proyectos, el 90% de las cosas en las que estoy envuelto me fueron ofrecidas, excepto las bandas como Khanate, Khlyst y Jodis, etc. Si veo una oportunidad de hacer algo con alguien, por lo general la tomo pero raramente pido una colaboración. Si alguien me necesita, ellos sabrán donde encontrarme.


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