Por Fernando Suarez.
-Crowpath “One with filth” (2008): “La vida no te esperará” decían los crestudos de Rancid. Bueno, Crowpath no piensa esperar a la vida ni a nadie. No hay tiempo que perder, entonces condensamos un universo de notas, golpes y gritos en poco más de media hora. Ah sí, estos pibes son suecos pero no esperen riffs a la Maiden con chillidos arriba. Crowpath agrupa los elementos más maniáticos del Mathcore, el Death y el Grindcore y los vomita en forma de estallidos caóticos donde las guitarras no paran ni por un segundo de dibujar disonancias en roca sólida. Sólo se toman algún que otro respiro para pasearnos por densas estructuras cargadas de monolítica tensión. Pero SIEMPRE con los riffs trazados sobre escalas menores. Y esa batería, por el amor de Buda, que marca constantemente el pulso enfermizo de estas laberínticas canciones y atiborra cada momento con una avalancha de redobles hiperkinéticos, doble bombo insistente y platillos casi jazzeros. Inclusive se permite jugar con nuestras percepciones, metiendo un ritmo trabado donde los riffs marcan que debería venir un blast-beat o entrecortando las aceleradas con fills irregulares y demás trucos técnicos que aportan a la fluidez de la música antes que convertirse en un exhibicionismo vacío de gimnasia percusiva. Por supuesto, pueden llegar a sentir que en algún momento les falta el aire y el respirar se les hace trabajoso. No se preocupen, sólo disfruten de esta dulce asfixia.
-Killing The Dream “Fractures” (2008): La marea de rostros inexpresivos atacándonos a cada centímetro recorrido sobre este vacío de cemento. Las traiciones, las propias y las ajenas. Las suaves voces de la hipocresía penetrando como hojas afiladas en lo que queda de nuestras esperanzas. Todo lo que es y no debería ser. Todo lo que nos debilita y nos hace más fuertes. Esto es Hardcore. Tanta pasión contenida que la única forma de expresarla es con estos gritos afónicos, con estas pequeñas sinfonías de dientes apretados y músculos en tensión. Esto es Hardcore como se supone que tiene que ser, con la frustración a flor de piel, la energía negativa transformada en algo productivo y con la convicción de estar escribiendo nuestras propias reglas. Sí, Killing The Dream logra lo que muy pocos, refrescar el sonido de antaño con personalidad, ideas, musicalidad y una intensidad capaz de derribar muros. Sí, el tupá-tupá y los tres acordes no son las únicas herramientas del quinteto y bienvenidos sean esos emotivos contrapuntos guitarrísticos, esos rebajes rítmicos trabados y esas elaboradas texturas sonoras. Y bienvenidos también los riffs simples de siempre, las aceleradas taquicárdicas y las voces que más que decir, reclaman con las venas del cuello a punto de estallar. “Hardcore, sin límites, sin reglas” decía alguien hace unos cuantos años. “Fractures” lo ejemplifica sin problemas en estos veinticuatro minutos de pura catarsis.
-Faraquet “Anthology 1997-98” (2008): Contemplar los recovecos agrietados de una calle cualquiera avanzando casi en cámara lenta sobre algún colectivo. Un eterno atardecer pintado de gris, los ojos posados con desconsuelo sobre ventanas empañadas. Una nostalgia cálida y mil esquinas empapadas de lágrimas secas. Parece mentira que tres nerds de Washington D.C. sean capaces de lograr una impronta tan “Piazzolesca” sólo con la formación rockera más básica, o sea guitarra/voz, bajo y batería. Ok, algunos lo llamaran Math-Rock pero esto no tiene nada que ver con la frialdad abstracta de los números. Una voz susurra con autoridad y crudeza sus propios laberintos, lejos de todo rastro de autocompasión. Esa base rítmica que juega y se descubre fracturada. Y esa guitarra que se enrosca sobre sí misma para descubrirnos el alma de su ejecutante, en las antípodas de la exhibición masturbatoria. Y estas canciones están llenas de alma, postales de pequeños grandes eventos cotidianos en blanco y negro.. Una sensibilidad que duele y una imaginación que deslumbra. Ah sí, parece que el Rock todavía es capaz de lograr verdaderas obras de arte. Y lo digo en presente porque, si bien este disco (como su título deja más que claro) es una antología de temas anteriormente editados en singles, splits y ep’s, Faraquet ha vuelto a la actividad musical luego de siete años de inactividad en los que dos de sus miembros (el guitarrista y vocalista Devin Ocampo y el baterista Chad Molter) formaron parte de los también dignos de atención Medications. No me interesa ser repetitivo ni parcial. Gente, esto es material de Dischord y eso es SIEMPRE garantía de calidad.
-Fuck The Facts “Disgorge Mexico” (2008): No sé si le ponen merca al agua o qué pero algo pasa con Canadá para que sus bandas pesadas tengan tal grado de hiperactividad instrumental. Desde clásicos thrashers como Voivod o Annihilator, pasando por el Death Metal de Cryptopsy, Gorguts y Neuraxis, hasta las nuevas generaciones extremas con The End, Beneath The Massacre o Despised Icon y sin olvidar los eclécticos delirios de Devin Townsend, el país del norte no se cansa de escupirnos propuestas con un alto grado de complejidad, tecnicismo y brutalidad. Fuck The Facts no es la excepción e inclusive se las arreglan para que su categorización sea una tarea, al menos, complicada. Demasiado experimentales para el Metalcore, demasiado cancioneros para el Mathcore, demasiado variados para el Death, demasiado lentos para el Grindcore…se entiende, ¿no? El punto es que uno puede encontrar elementos de todos esos subgéneros pero fundidos de tal forma que el resultado final sea, por un lado, personal y, por el otro, extremadamente agresivo, caótico y, claro, técnico. Por otro lado, estos muchachos (y muchacha al frente, a cargo de gruñidos varios) se las ingenian para que tanta violencia y dedos desparramados por el diapasón no resulten agobiantes, poniendo pequeñas insinuaciones melódicas aquí y allá y contando con un variado arsenal rítmico que mantenga la dinámica en niveles altos. Amigos de la brutalidad manejada con inteligencia, a por este disco.
-Stephen Malkmus “Real emotional trash” (2008): El lugar común de la prensa rockera (llena de por sí de lugares comunes, por cierto) corona a Stephen Malkmus como el Rey de la ironía. Se basan, más que nada, en sus años al frente de Pavement, la banda que, sin duda alguna, definió el sonido y la estética del Indie-Rock en los 90’s. Pero quedarse sólo con la ironía de Malkmus (y de Pavement) es como quedarse sólo con el alcohol de Bukowski y la heroína de Burroughs. O sea, una mirada netamente superficial. Y es casi criminal pasar por alto el nivel de emoción y riqueza compositiva que siempre exhibió este muchacho. “Real emotional trash” es ya su cuarto disco solista y en él profundiza aún más los lazos con el Rock de los 70’s que ya se hacían presentes en los anteriores. Por supuesto, es imposible no encontrar rastros de su ex banda, no por nada Malkmus era el principal compositor (muy a pesar de sus compañeros) y portador de esa voz distintiva, siempre al filo de la desafinación, siempre con ese dejo de desgano y hastío. En estos cincuenta y cinco minutos y medio de música conviven sin problemas las gemas de Pop desprolijo y sucio que tantos trataron de emular en la década pasada con viajes rockeros plagados de densas zapadas guitarrísticas al borde del colapso. Condenados a esta época de Indie-Rock pasteurizado y excesivamente emprolijado, es más que bienvenido un disco que recupera la crudeza sonora y emocional que, en otros tiempos, definió al género.
-Desalvo “Mood poisoner” (2008): Uno tiende a desmerecer, por lo general, a grupos que se parecen demasiado a otros grupos. Y con razón, claro. ¿Para qué quiero una copia de x cosa si puedo disfrutar del original? Bueno, hay ciertas excepciones. Bandas que, siguiendo al pie de la letra los lineamientos de otros, logran resultados casi tan buenos como los de sus padres artísticos. Ahí tienen a Impaled, Screeching Weasel o Leechmilk como buenos ejemplos de ello. Desalvo puede sumarse a la lista sin problemas, aunque su inspiración viene de una banda un tanto más…oscura, digamos, que Carcass, Ramones e inclusive Eyehategod. Hablo de Today Is The Day, la enfermedad salida de la mente de Setev Austin que ya lleva más de quince años con su desorbitada combinación de Noise, Metal Extremo, Hardcore y Rock Progresivo. Desalvo tiene, entonces, todo lo que habría de esperarse: la voz psicótica deformada por extrañas distorsiones, los ritmos epilépticos, las guitarras que se pasean por disonancias punzantes y texturas abrasivas para desembocar en riffs contracturados, los densos climas esquizoides y malvados, la violencia contenida y desatada al mismo tiempo, el cúmulo vertiginoso de imágenes teñidas de rojo. Y lo hacen bien, con la intensidad y el vuelo instrumental necesario como para que uno pase por alto el hecho de que “Temple of the morning star” salió en el ’97.
-Aethenor “Betimes black cloudmasses” (2008): Alguien mueve cosas dentro de tu cabeza. Algo muy malo está por suceder, este zumbido insistente y agudo lo augura. Sabés que no tenés que preguntar quién está ahí…pero la tentación es tan fuerte. Y ese zumbido. Como millones de moscas sobrevolando un cadáver. ¿Eso fueron pasos? Alguien deja caer cosas dentro de tu cabeza. Alguien juega con tus nervios y estas enormes gotas de sudor que reptan por tu frente, tratando de ahogar tus ojos. Invocaciones lejanas, sacerdotes de ciencias olvidadas. El sonido cristalino del miedo latiendo en tu nuca. La melodía de lo inevitable taladrando tus tímpanos. Si supieras que no hay escapatoria, ¿correrías de todas formas? Cables transformándose en gusanos, alimentándose de la carne muerta de tus percepciones. Sí, el zumbido se escucha más cercano pero ¿de dónde viene? ¿Son estos susurros un mero chiste de la naturaleza? Tu cuerpo no es más que un ataúd flotante en este momento. El mundo sucede fuera de este denso velo de silencio que no podés rasgar. Y ahora podés ver con claridad los rostros de aquellos que invadieron tu cabeza. Pero ya no hay nada que puedas hacer para detenerlos.
-Carpathian “Isolation” (2008): Tal como le sucedió al Nü-Metal hace unos años, el Metalcore se ha transformado en el insulto correspondiente a la hora de denigrar a una banda. Claro que lo que la mayoría hoy en día entiende por Metalcore es básicamente la cruza de Death/Thrash melódico con los breakdowns y la crudeza característica del Hardcore más metalizado. Ahora bien, los que andamos por las tres décadas de vida siempre definimos como Metalcore a (nada más ni nada menos) que la mezcla de Hardcore y Metal en todas sus formas. Esto incluye a bandas como Earth Crisis, Zao, Turmoil, Bloodlet o Snapcase que poco y nada tienen que ver con Shadows Fall, Unearth, God Forbid o Killswith Engage. Carpathian, entonces, hace Metalcore como lo conocíamos antes, por así decirlo. Pero esto no significa que simplemente se dediquen a repetir toscos riffs machacantes sobre bases saltarinas hasta el aburrimiento (hola Hatebreed). En primer lugar, los riffs son cualquier cosa menos toscos. Sin necesidad de correr carreras sobre el diapasón, estos australianos crean oscuras pinturas de desesperación con sus guitarras, sabiendo exactamente donde hay que golpear para que duela más. En segundo lugar, estas diez canciones no están diseñadas para el mosh inmediato, el aura introspectivo y ominoso que logran es más apto para la apreciación en soledad. Y aún así la cosa suena violenta, Martin Kirby grita sus negros textos con la convicción de un poseso, los momentos machacosos son aplastantes y liberadores y el Metal está presente pero sin necesidad de tomar ninguno de sus elementos más molestos y pretenciosos. Como corresponde, la palabra mágica es intensidad, y eso es lo que sobra en “Isolation”. Ningún amante del Hardcore (en cualquiera de sus formas) que se precie de tal debería despreciar tal atributo.
-Dead Elephant “Lowest shared descent” (2008): Torsos que se estiran como si fueran de goma. Un enjambre de ojos inyectados en sangre sobrevuela la carroña de nuestra cordura. Este elefante muerto de tres cabezas construye esculturas con los miembros deformes de sus propios abortos. Guitarras con venas tensadas como cuerdas, ritmos marcados por erupciones en la piel. Los quejidos homicidas de gusanos a medio nacer. La espina dorsal de un ciempiés implantada en el hemisferio derecho de estos cerebros hechos pus. Trozos de piel atados con un grueso y áspero hilo, el disfraz desnudo de esta aberración. Los baños de sangre urbanos de Unsane, las hermosas torturas japonesas rescatadas por Naked City, el submundo sicótico de The Jesus Lizard, los densos viajes chamánicos de Neurosis, la sonrisa desencajada de los proyectos más extremos de Mike Patton. Sí, Dead Elephant es un Frankenstein revulsivo y baboso, incapaz de piedad alguna. Se ensañan con sus instrumentos transformándolos en auténticas armas de destrucción masiva. Preparen sus mentes, cuerpos y almas para una de las experiencias más intensas y perturbadoras de lo que va del 2008.