30 de octubre de 2008

Amigos de la casa



Caracol Rojo Discos es el lugar donde yacen las monstruosidades musicales platenses de Rauko, Milica, Gran Cuervo y Frank Boston entre otras cosas lindas y locas. Si les cabe la música de Zann, creo que el Caracol puede llegar a interesarles. Y cuidado que nos les gane la carrera.



Distroiart, la distro de nuestro amigo Sebaxxx, el hombre con la X (y la H) clavada en el corazón. El Hardcore DIY, como nos enseñó don MacKaye. Presentando su primer lanzamiento, Discography de Ottawa.

29 de octubre de 2008

Gran Cuervo, Live in La Plata




Estaré tocando el Theremin con Gran Cuervo, bah, esta vez espero tener la antena, sino hare ruidos locos otra vez que igual sale.
La fecha es el Jueves 30 de Octubre en el Viejo Varieté en 49 entre 4 y 5.
Nos vemos.

25 de octubre de 2008

Comentarios de Discos

Por Fernando Suarez.


-Crowpath “One with filth” (2008): “La vida no te esperará” decían los crestudos de Rancid. Bueno, Crowpath no piensa esperar a la vida ni a nadie. No hay tiempo que perder, entonces condensamos un universo de notas, golpes y gritos en poco más de media hora. Ah sí, estos pibes son suecos pero no esperen riffs a la Maiden con chillidos arriba. Crowpath agrupa los elementos más maniáticos del Mathcore, el Death y el Grindcore y los vomita en forma de estallidos caóticos donde las guitarras no paran ni por un segundo de dibujar disonancias en roca sólida. Sólo se toman algún que otro respiro para pasearnos por densas estructuras cargadas de monolítica tensión. Pero SIEMPRE con los riffs trazados sobre escalas menores. Y esa batería, por el amor de Buda, que marca constantemente el pulso enfermizo de estas laberínticas canciones y atiborra cada momento con una avalancha de redobles hiperkinéticos, doble bombo insistente y platillos casi jazzeros. Inclusive se permite jugar con nuestras percepciones, metiendo un ritmo trabado donde los riffs marcan que debería venir un blast-beat o entrecortando las aceleradas con fills irregulares y demás trucos técnicos que aportan a la fluidez de la música antes que convertirse en un exhibicionismo vacío de gimnasia percusiva. Por supuesto, pueden llegar a sentir que en algún momento les falta el aire y el respirar se les hace trabajoso. No se preocupen, sólo disfruten de esta dulce asfixia.



-Killing The Dream “Fractures” (2008): La marea de rostros inexpresivos atacándonos a cada centímetro recorrido sobre este vacío de cemento. Las traiciones, las propias y las ajenas. Las suaves voces de la hipocresía penetrando como hojas afiladas en lo que queda de nuestras esperanzas. Todo lo que es y no debería ser. Todo lo que nos debilita y nos hace más fuertes. Esto es Hardcore. Tanta pasión contenida que la única forma de expresarla es con estos gritos afónicos, con estas pequeñas sinfonías de dientes apretados y músculos en tensión. Esto es Hardcore como se supone que tiene que ser, con la frustración a flor de piel, la energía negativa transformada en algo productivo y con la convicción de estar escribiendo nuestras propias reglas. Sí, Killing The Dream logra lo que muy pocos, refrescar el sonido de antaño con personalidad, ideas, musicalidad y una intensidad capaz de derribar muros. Sí, el tupá-tupá y los tres acordes no son las únicas herramientas del quinteto y bienvenidos sean esos emotivos contrapuntos guitarrísticos, esos rebajes rítmicos trabados y esas elaboradas texturas sonoras. Y bienvenidos también los riffs simples de siempre, las aceleradas taquicárdicas y las voces que más que decir, reclaman con las venas del cuello a punto de estallar. “Hardcore, sin límites, sin reglas” decía alguien hace unos cuantos años. “Fractures” lo ejemplifica sin problemas en estos veinticuatro minutos de pura catarsis.



-Faraquet “Anthology 1997-98” (2008): Contemplar los recovecos agrietados de una calle cualquiera avanzando casi en cámara lenta sobre algún colectivo. Un eterno atardecer pintado de gris, los ojos posados con desconsuelo sobre ventanas empañadas. Una nostalgia cálida y mil esquinas empapadas de lágrimas secas. Parece mentira que tres nerds de Washington D.C. sean capaces de lograr una impronta tan “Piazzolesca” sólo con la formación rockera más básica, o sea guitarra/voz, bajo y batería. Ok, algunos lo llamaran Math-Rock pero esto no tiene nada que ver con la frialdad abstracta de los números. Una voz susurra con autoridad y crudeza sus propios laberintos, lejos de todo rastro de autocompasión. Esa base rítmica que juega y se descubre fracturada. Y esa guitarra que se enrosca sobre sí misma para descubrirnos el alma de su ejecutante, en las antípodas de la exhibición masturbatoria. Y estas canciones están llenas de alma, postales de pequeños grandes eventos cotidianos en blanco y negro.. Una sensibilidad que duele y una imaginación que deslumbra. Ah sí, parece que el Rock todavía es capaz de lograr verdaderas obras de arte. Y lo digo en presente porque, si bien este disco (como su título deja más que claro) es una antología de temas anteriormente editados en singles, splits y ep’s, Faraquet ha vuelto a la actividad musical luego de siete años de inactividad en los que dos de sus miembros (el guitarrista y vocalista Devin Ocampo y el baterista Chad Molter) formaron parte de los también dignos de atención Medications. No me interesa ser repetitivo ni parcial. Gente, esto es material de Dischord y eso es SIEMPRE garantía de calidad.


-Fuck The Facts “Disgorge Mexico” (2008): No sé si le ponen merca al agua o qué pero algo pasa con Canadá para que sus bandas pesadas tengan tal grado de hiperactividad instrumental. Desde clásicos thrashers como Voivod o Annihilator, pasando por el Death Metal de Cryptopsy, Gorguts y Neuraxis, hasta las nuevas generaciones extremas con The End, Beneath The Massacre o Despised Icon y sin olvidar los eclécticos delirios de Devin Townsend, el país del norte no se cansa de escupirnos propuestas con un alto grado de complejidad, tecnicismo y brutalidad. Fuck The Facts no es la excepción e inclusive se las arreglan para que su categorización sea una tarea, al menos, complicada. Demasiado experimentales para el Metalcore, demasiado cancioneros para el Mathcore, demasiado variados para el Death, demasiado lentos para el Grindcore…se entiende, ¿no? El punto es que uno puede encontrar elementos de todos esos subgéneros pero fundidos de tal forma que el resultado final sea, por un lado, personal y, por el otro, extremadamente agresivo, caótico y, claro, técnico. Por otro lado, estos muchachos (y muchacha al frente, a cargo de gruñidos varios) se las ingenian para que tanta violencia y dedos desparramados por el diapasón no resulten agobiantes, poniendo pequeñas insinuaciones melódicas aquí y allá y contando con un variado arsenal rítmico que mantenga la dinámica en niveles altos. Amigos de la brutalidad manejada con inteligencia, a por este disco.


-Stephen Malkmus “Real emotional trash” (2008): El lugar común de la prensa rockera (llena de por sí de lugares comunes, por cierto) corona a Stephen Malkmus como el Rey de la ironía. Se basan, más que nada, en sus años al frente de Pavement, la banda que, sin duda alguna, definió el sonido y la estética del Indie-Rock en los 90’s. Pero quedarse sólo con la ironía de Malkmus (y de Pavement) es como quedarse sólo con el alcohol de Bukowski y la heroína de Burroughs. O sea, una mirada netamente superficial. Y es casi criminal pasar por alto el nivel de emoción y riqueza compositiva que siempre exhibió este muchacho. “Real emotional trash” es ya su cuarto disco solista y en él profundiza aún más los lazos con el Rock de los 70’s que ya se hacían presentes en los anteriores. Por supuesto, es imposible no encontrar rastros de su ex banda, no por nada Malkmus era el principal compositor (muy a pesar de sus compañeros) y portador de esa voz distintiva, siempre al filo de la desafinación, siempre con ese dejo de desgano y hastío. En estos cincuenta y cinco minutos y medio de música conviven sin problemas las gemas de Pop desprolijo y sucio que tantos trataron de emular en la década pasada con viajes rockeros plagados de densas zapadas guitarrísticas al borde del colapso. Condenados a esta época de Indie-Rock pasteurizado y excesivamente emprolijado, es más que bienvenido un disco que recupera la crudeza sonora y emocional que, en otros tiempos, definió al género.


-Desalvo “Mood poisoner” (2008): Uno tiende a desmerecer, por lo general, a grupos que se parecen demasiado a otros grupos. Y con razón, claro. ¿Para qué quiero una copia de x cosa si puedo disfrutar del original? Bueno, hay ciertas excepciones. Bandas que, siguiendo al pie de la letra los lineamientos de otros, logran resultados casi tan buenos como los de sus padres artísticos. Ahí tienen a Impaled, Screeching Weasel o Leechmilk como buenos ejemplos de ello. Desalvo puede sumarse a la lista sin problemas, aunque su inspiración viene de una banda un tanto más…oscura, digamos, que Carcass, Ramones e inclusive Eyehategod. Hablo de Today Is The Day, la enfermedad salida de la mente de Setev Austin que ya lleva más de quince años con su desorbitada combinación de Noise, Metal Extremo, Hardcore y Rock Progresivo. Desalvo tiene, entonces, todo lo que habría de esperarse: la voz psicótica deformada por extrañas distorsiones, los ritmos epilépticos, las guitarras que se pasean por disonancias punzantes y texturas abrasivas para desembocar en riffs contracturados, los densos climas esquizoides y malvados, la violencia contenida y desatada al mismo tiempo, el cúmulo vertiginoso de imágenes teñidas de rojo. Y lo hacen bien, con la intensidad y el vuelo instrumental necesario como para que uno pase por alto el hecho de que “Temple of the morning star” salió en el ’97.



-Aethenor “Betimes black cloudmasses” (2008): Alguien mueve cosas dentro de tu cabeza. Algo muy malo está por suceder, este zumbido insistente y agudo lo augura. Sabés que no tenés que preguntar quién está ahí…pero la tentación es tan fuerte. Y ese zumbido. Como millones de moscas sobrevolando un cadáver. ¿Eso fueron pasos? Alguien deja caer cosas dentro de tu cabeza. Alguien juega con tus nervios y estas enormes gotas de sudor que reptan por tu frente, tratando de ahogar tus ojos. Invocaciones lejanas, sacerdotes de ciencias olvidadas. El sonido cristalino del miedo latiendo en tu nuca. La melodía de lo inevitable taladrando tus tímpanos. Si supieras que no hay escapatoria, ¿correrías de todas formas? Cables transformándose en gusanos, alimentándose de la carne muerta de tus percepciones. Sí, el zumbido se escucha más cercano pero ¿de dónde viene? ¿Son estos susurros un mero chiste de la naturaleza? Tu cuerpo no es más que un ataúd flotante en este momento. El mundo sucede fuera de este denso velo de silencio que no podés rasgar. Y ahora podés ver con claridad los rostros de aquellos que invadieron tu cabeza. Pero ya no hay nada que puedas hacer para detenerlos.


-Carpathian “Isolation” (2008): Tal como le sucedió al Nü-Metal hace unos años, el Metalcore se ha transformado en el insulto correspondiente a la hora de denigrar a una banda. Claro que lo que la mayoría hoy en día entiende por Metalcore es básicamente la cruza de Death/Thrash melódico con los breakdowns y la crudeza característica del Hardcore más metalizado. Ahora bien, los que andamos por las tres décadas de vida siempre definimos como Metalcore a (nada más ni nada menos) que la mezcla de Hardcore y Metal en todas sus formas. Esto incluye a bandas como Earth Crisis, Zao, Turmoil, Bloodlet o Snapcase que poco y nada tienen que ver con Shadows Fall, Unearth, God Forbid o Killswith Engage. Carpathian, entonces, hace Metalcore como lo conocíamos antes, por así decirlo. Pero esto no significa que simplemente se dediquen a repetir toscos riffs machacantes sobre bases saltarinas hasta el aburrimiento (hola Hatebreed). En primer lugar, los riffs son cualquier cosa menos toscos. Sin necesidad de correr carreras sobre el diapasón, estos australianos crean oscuras pinturas de desesperación con sus guitarras, sabiendo exactamente donde hay que golpear para que duela más. En segundo lugar, estas diez canciones no están diseñadas para el mosh inmediato, el aura introspectivo y ominoso que logran es más apto para la apreciación en soledad. Y aún así la cosa suena violenta, Martin Kirby grita sus negros textos con la convicción de un poseso, los momentos machacosos son aplastantes y liberadores y el Metal está presente pero sin necesidad de tomar ninguno de sus elementos más molestos y pretenciosos. Como corresponde, la palabra mágica es intensidad, y eso es lo que sobra en “Isolation”. Ningún amante del Hardcore (en cualquiera de sus formas) que se precie de tal debería despreciar tal atributo.



-Dead Elephant “Lowest shared descent” (2008): Torsos que se estiran como si fueran de goma. Un enjambre de ojos inyectados en sangre sobrevuela la carroña de nuestra cordura. Este elefante muerto de tres cabezas construye esculturas con los miembros deformes de sus propios abortos. Guitarras con venas tensadas como cuerdas, ritmos marcados por erupciones en la piel. Los quejidos homicidas de gusanos a medio nacer. La espina dorsal de un ciempiés implantada en el hemisferio derecho de estos cerebros hechos pus. Trozos de piel atados con un grueso y áspero hilo, el disfraz desnudo de esta aberración. Los baños de sangre urbanos de Unsane, las hermosas torturas japonesas rescatadas por Naked City, el submundo sicótico de The Jesus Lizard, los densos viajes chamánicos de Neurosis, la sonrisa desencajada de los proyectos más extremos de Mike Patton. Sí, Dead Elephant es un Frankenstein revulsivo y baboso, incapaz de piedad alguna. Se ensañan con sus instrumentos transformándolos en auténticas armas de destrucción masiva. Preparen sus mentes, cuerpos y almas para una de las experiencias más intensas y perturbadoras de lo que va del 2008.

20 de octubre de 2008

Mudhoney en vivo - Niceto 19-10-2008

Por Fernando Suarez.


Bien, comencemos por sacarnos de encima el lastre de las observaciones obvias. En primer lugar, sí, los que presenciamos al cuarteto de Seattle en su condición de soportes de Pearl Jam en la cancha de Ferro hace tres años confirmamos lo evidente: Mudhoney en un lugar cerrado destruye, aplasta y mata sin tomar prisioneros. En segundo lugar, otra confirmación: Mudhoney NUNCA podría haber logrado el éxito de Nirvana. Sus canciones se cagan en el gancho popero y pasan por alto la dinámica “comienzo-lento-estribillo-explosivo” que patentaron los Pixies y Kurt Cobain transformó en oro. Los temas de Mudhoney empiezan fuerte sólo para llegar a un clímax más fuerte aún. Y, un detalle que parece menor pero no lo es, Mark Arm no da con el perfil de carilindo torturado que atrapa al imaginario adolescente, lo cual en el negocio del Rock es una carta ganadora, fíjense en bandas como Korn o My Chemical Romance si no. En tercer lugar, sí, Arm se parece a Iggy Pop, canta de manera similar y hasta tiene pasos de bailes parecidos a los de la Iguana (esto es cuando no se cuelga la guitarra, claro). Y sí, la música de estos cuatro señores desquiciados bien podría ser considerada como la versión 90’s de los legendarios Chiflados de Detroit. Pero hay un pequeño detalle. Uno puede asociar a Iggy y sus secuaces inmediatamente con toneladas de excesos y reviente. Vamos, casi la representación viviente del viejo lema “sexo, drogas y Rock And Roll”. Bueno, difícilmente dicho lema se aplique al gordito de camisa a cuadros que empuñaba el bajo, ni al señor rubio con entradas incipientes y pancita generosa que aporreaba los tambores y, mucho menos, al nerd barbudo y torpe que se dedicó a hacer trizas su guitarra con cada riff y solo. Y, ojo al piojo, no estoy tratando de hacer ninguna apología Straight Edge ni nada que se le parezca. Se trata, simplemente de que Mudhoney es una de las poquísimas bandas que pueden encarnar de forma tan fiel el espíritu del Rock And Roll (llámenlo Grunge, Punk, Garage o lo que mierda prefieran y atragántense con sus enciclopedias rockeras de pacotilla) pero despojándolo de uno de sus vicios más molestos: la estupidez. Sí, los temas son simples, los riffs SIEMPRE están construidos sobre acordes mayores, el pulso rítmico es firme y constante, los solos de guitarra suenan ruidosos y desafinados, la voz es desprolija y urgente y la energía, una inagotable fuente de sudorosa energía, es la que manda en todo momento. No hay lugar para sutilezas de ningún tipo, pero tampoco lo hay para aburridos lugares comunes. Tal vez sea la tan manoseada ironía que dominó los 90’s, pero el retorcido sentido del humor que demuestran estos cuatro tipos los aleja inmediatamente de esa gente que todavía cree en el Rock (entendiendo Rock como el lema antes mencionado) como una forma de vida. Y sí, Mudhoney homenajea al Rock y al mismo tiempo lo ataca cuando transforma sus guitarras en implacables máquinas de generar ruido. Lo homenajea cuando se roba los riffs que escuchaban nuestros padres y lo bastardea poniéndole solos fuera de escala y letras que ningún padre aprobaría. Y debo confesar que hacía mucho tiempo que un recital de puro Rock And Roll no me hacía sentir tan bien. No se trata sólo de sentirme rejuvenecido y de ese inevitable reencuentro con una de las bandas que marcaron mi adolescencia, si no de la persistente sensación de que fue necesario convertirme en un adulto para entender y disfrutar del todo lo que Mudhoney propone. Y sí, sonaron potentes, ajustados, sucios cuando era necesario y claros cuando la ocasión así lo requería, Mark Arm dominó el escenario a su antojo, no faltaron los clásicos punkys (“Touch me, ‘im sick”, “Suck you dry”, “Here comes sickness”, “You got it”) ni los paseos más densos y embarrados (“When tomorrow hits”, “Sweet young thing ain’t sweet no more” dedicada a todas las madres en su día) y encima cerraron con el inmortal “Fix me” de los no menos inmortales Black Flag. Olvídense de la depresión, los días negros y las estrellas conflictuadas. Y ni siquiera osen sugerir la palabra “retro”. Mudhoney tiene pasta y frescura de sobra para pasarle por encima a cualquier grupito adolescente y a muchos de sus contemporáneos. Y si no me creen es porque no estuvieron en este recital.


17 de octubre de 2008

Gran Cuervo, Live in La Plata




Estaré tocando el Theremin con Gran Cuervo, amigos de la casa.
La fecha es el sábado 25 de Octubre en el Bar Música y Voces en 23 entre 62 y 63. Desde la terminal de autobús de La Plata o desde la estación de tren, la línea Sur, ramal 10 pasa a dos cuadras del lugar.
Nos vemos.

14 de octubre de 2008

Reviews - Especial Doom, Drone, Sludge y aledaños



Por Fernando Suarez.

-Pentemple “0))) presents…” (2008): La historia es simple, durante una gira de Sunn 0))) en Australia, los encapuchados del Drone (en este caso en particular hablamos de Stephen O’Malley, Greg Anderson, Oren Ambarchi y Attila Csihar) se juntaron con el baterista/vocalista Sin Nanna (creador de los proyectos Blackmetaleros Striborg y Veil Of Darkness), para grabar la sesión de improvisación en vivo que ocupa este álbum. Si están familiarizados con Sunn 0))) y especialmente con Burial Chamber Trio y Grave Temple (los proyectos que comparten con el cantante de Mayhem), entonces se podrán hacer una idea aproximada de lo que podrán encontrar en Pentemple. Si no, imaginen un viaje oscurísimo, tan majestuoso como denigrante, basado en las graves capas de acoples y feedback que tan bien manejan Anderson y O’Malley y acompañado por voces transformadas en criaturas avernales, quejidos provenientes de torturas subterráneas. La principal diferencia en este proyecto particular la marca la batería que termina dotando de un clima entre psicodélico y free-jazzero a estas dos extensas improvisaciones de ruido negro. Tal vez sea una mera rareza entre el extenso árbol genealógico de proyectos de Anderson y O’Malley, pero bien vale la pena adentrarse en otro inigualable viaje dentro del sonido.



-Nadja “Desire in uneasiness” (2008): Flotando entre nubes, rodeado por truenos aturdidores. Arco iris fracturados por ardientes rayos de luz. Terremotos en cámara lenta, caricias que destrozan huesos. Un colorado barbudo con cara de nabo y una chica nerd sin tetas son capaces de crear los estruendos más pesados de los últimos tiempos. Y también son capaces de cubrir esa grave saturación con capas de ruido aterciopelado y tenues evocaciones melódicas. En otras épocas hubiera sonado imposible, pero hoy en día combinar la densidad del Doom más extremo con la atmósfera soñadora de bandas como My Bloody Valentine o Lush ya no es considerado una locura. Y sí, por momentos este dúo suena como la cruza exacta entre el Drone minimalista de Sunn 0))) y la sensibilidad Pop aplicada a la música pesada de Jesu, pero tanto su extensa trayectoria como lo personal del resultado final los eximen de ser simples copiones. Por cierto, esta gente es bastante prolífica, por decirlo de manera suave, así que mientras escribo esto ya se han editado dos discos (sí, dos, aunque uno de ellos es una colaboración con Atavist) nuevos con su firma. Yo que ustedes ya mismo me pongo a buscarlos.



-Porn & Merzbow “…And the devil makes three” (2008): Algo se esconde en estos bosques. Y no es algo amigable, por cierto. Estos sonidos nocturnos cargan la atmósfera de inquietud y cerrar los ojos no es una opción. Claro, mantenerlos abiertos tampoco ayuda, esta oscuridad es impenetrable. Y, aún cuando pudiéramos ver algo, ¿qué haríamos al respecto? Sólo podríamos atinar a temblar paralizados. Gritar tal vez, sabiendo lo inútil de dicha acción. Nadie podría escucharnos estando tan lejos de todo. Cada paso que aplasta hojas secas es un sobresalto, cada árbol con esas ramas en forma de brazos deformes es una señal de que no somos bienvenidos aquí. Y este viento infame que ensaya las melodías más tenebrosas. Observamos al cielo, esperando que las estrellas que lo adornan nos ayuden, pero esos malditos puntos luminosos parecen moverse de lugar cada vez que miramos para otro lado. Y están tan lejos. Estamos condenados a reptar sobre esta húmeda superficie, conviviendo con otros que también se arrastran. Y quién sabe cuáles sean sus intenciones. Sólo nos queda rogar que el amanecer llegue pronto y transforme estas elucubraciones en una mera anécdota.


-Capricorns “River, bear your bones” (2008): Si les digo que Capricorns es un cuarteto instrumental que se dedica a construir monumentos musicales en base a riffs tamaño montaña y estructuras casi Progresivas, es muy probable que la primera palabra que se les venga a la cabeza sea Pelican. Ahora bien, si agrego que esta gente cuenta con ex miembros de Iron Monkey y Orange Goblin y que el sello encargado de editar sus trabajos es Rise Above, regenteado por Lee Dorrian, las cosas deberían ponerse en su lugar. Ok, sería una necedad negar que el sonido de Capricorns tiene puntos de contacto con lo que hoy en día se llama Post-Metal, pero nadie con un par de oídos los pondría en la categoría de “clones de Neurosis/Isis”. Digamos que si Cathedral ocupó tanto lugar en sus booklets agradeciendo a oscuras bandas de Doom y Rock Progresivo de los 70’s, Capricorns tomó la posta del amor por dichos géneros y la trajo al nuevo siglo. Siendo un grupo sin voces es de esperar que las guitarras lleven la batuta y, efectivamente, lo hacen con soltura y maestría. Riffs que no por gordos dejan de ser enroscados y no por enroscados dejan de ser lentos. Estructuras que nos obligan a escuchar sin distracciones, cerrar los ojos y dejarnos invadir por imágenes. Grooves que patean bolas y obligan a seguir el ritmo con la cabeza y, claro, murallas enormes de roca sólida erigidas a puro pulso rockero. Casi podría decirse que en la Biblia Doom de estos londinenses Tony Iommi es tan importante como Robert Fripp, si no fuera porque todos sabemos que la verdad absoluta se esconde en los dedos del Sr. Black Sabbath. En conclusión, amantes de las barbas, las Gibson SG y el porro, consigan este disco ya mismo.



-Thou “Peasant” (2008): Los pantanos de Louisana no se cansan de lanzarnos en la cabeza sonidos graves y enfermizos. Y, si bien este quinteto no se despega del todo de sus antecesores, no esperen otra muestra de incomodidad sureña en la vena de los eternos Eyehategod. Thou, de alguna forma, se acerca a la combinación de Doom ultra lento con guiños Blackmetaleros de Unearthly Trance, pero dejando de lado las influencias Crust y el Noise que ensayan estos últimos. Y tenemos otro detalle. Estos sureños recuperan algo que parecía olvidado por las nuevas generaciones dumbetas en pos de sonar violentos y extremos: la depresión. No teman, nada hay en estos casi cuarenta y tres minutos de tortura que se asemeje a teclados góticos y gordas soprano. Las guitarras dejan caer riffs monolíticos pero también se animan con punteos y atisbos de melodía que recuerdan a los primeros trabajos de Cathedral (en especial “Forest of equilibrium) y My Dying Bride, logrando un resultado que no será innovador pero aporta algo de frescura a una escena plagada de sonidos opresivos. Y no es que tenga nada en contra de dichos sonidos, pero nunca viene mal algo de variedad. En cualquier caso, Thou tampoco se priva de los alaridos, las cuerdas que retumban y los ritmos de ultratumba. Y no es que los climas insanos no estén presentes tampoco, es sólo que la psicosis de “Peasant” tiene como final ineludible el suicidio antes que el homicidio. Ideal para amenizar cualquier fiesta, reunión o ágape.



-Ascend “Ample fire within” (2008): Greg Anderson, años antes de ser uno de los pilares fundamentales del Drone, formó parte de Engine Kid, un grupo que bebía directamente del sonido entrecortado y disonante de Slint (creadores de lo que hoy se conoce como Math-Rock). Con dicha banda editaron en 1994 (entre otros discos muy recomendables) un split con Iceburn (también conocidos como The Iceburn Collective), un muy particular conjunto que fue mutando de un Thrash-Core-Progresivo a una especie de mini orquesta de Free-Jazz-Art-Rock. Gentry Densley fue miembro de Iceburn y, luego de años de admiración mutua e intereses musicales compartidos, ambos músicos decidieron poner en marcha este proyecto en común, con la idea de revisitar su gusto por la fusión de Jazz con sonidos más abrasivos como los de Melvins, Caspar Brötzmann o los mencionados Slint. Y eso mismo es lo que lograron en este “Ample fire within”. Lo que no es poco. Por supuesto, no faltan los acoples ni los riffs que hacen que La Tota Santillán parezca un niño somalí. Tampoco los tempos lentos y casi descoordinados que recuerdan a Melvins. Y también hay texturas inéditas, guitarras limpias, climas reflexivos y una atmósfera de ritual psicodélico que sobrevuela el disco. Tal vez el costado jazzero haya sido el que menos atención recibió, pero un par de escuchadas atentas revelan elementos de dicho género que no aparecen tan obvias, en especial en lo que hace a estructuras y a determinados sonidos de guitarra y teclados. En definitiva se trata de un disco difícil de definir y/o encasillar. Y eso, como casi siempre, ya lo hace digno de atención.



-Indian “The sycophant” (2008): Enferma. No hay mejor adjetivo para calificar la música de este trío oriundo de Chicago. Ya desde el arte de tapa las intenciones del conjunto quedan claras. Por supuesto, acá no van a encontrar experimentación ni sonidos de vanguardia. Esto es puro Sludge en su estado más agresivo y demente. Algo así como el hijo bastardo de Iron Monkey y Khanate. No hay por qué pretender más. ¿Hay acoples? Sí. ¿La voz es un eterno chillido de agonía? Por supuesto. ¿Las guitarras suenan como motosierras industriales y tiran riffs provenientes del infierno mismo? No podría ser de otra manera. ¿La batería es como el pulso de un moribundo amplificado mil veces? Con seguridad. ¿Y tenemos también las consabidas levantadas Punkys que dan ganas de decorar las paredes a cabezazos? Claro que sí. Ok, podrá sonar un tanto genérico pero el efecto es infalible y está realizado con tal conocimiento de causa que no hay forma de escapar. A sufrir que se acaba el mundo.



-Coffins “Buried death” (2008): Cuerpos en descomposición que vuelven a la vida sedientos de sangre. Legiones de zombies avanzando a paso arrastrado, repitiendo mantras enfermos con sus bocas sin dientes. Podría ser un disco más de cualquier banda de Death Metal pedorra. Pero no. Es lo nuevo de Coffins, el trío más mala onda y podrido de Japón. Y esto tampoco es estrictamente Death Metal. Sí, hay voces de monstruo, guitarras afinadas bien abajo y ocasionales aceleradas. Digamos que el sonido de Coffins tiene más que ver con Celtic Frost, Autopsy o Cianide que con Morbid Angel o Cannibal Corpse. O sea, aún en los momentos donde la banda levanta velocidad, la cosa suena densa, grave y arrastrada. Y cuando entran los ritmos lentos, directamente es el Apocalipsis. Los riffs mantienen siempre la simpleza necesaria como para pegar donde más duele y el sonido es una combinación de la tradición vieja escuela con la enormidad de las corrientes actuales del Doom. De alguna forma Coffins logra recrear las formas tradicionales sin sonar anacrónicos pero sin salirse nunca del libreto. Recomendado para alimentar nostalgias con sonidos nuevos.



-Tombs “Tombs” (2008): Imagínense estar atrapados en un sótano, uno húmedo y oscuro. Con la piel cubierta de polvo ya endurecido, desnudos, hambrientos y sin saber cómo carajo llegaron ahí. Los huesos entumecidos y los ojos ardiendo. Y, de repente, desde una pequeña grieta en una de las paredes se asoma un fino hilo de luz solar que les devuelve la sensación de estar vivos. Algo así es lo que encontraran en este mini lp debut de Tombs. Ok, la sombra de Justin Broadrick se asoma en más de una ocasión, pero en definitiva estamos hablando de uno de los músicos más influyentes de la historia del Metal Extremo. Entonces, por momentos la densidad más opresiva de los primeros trabajos de Godflesh dice presente, aunque el hecho de contar con baterista de carne y hueso les da un feeling más orgánico. Y claro, toda esa desesperación se funde con miles de capas de guitarras distorsionadas ensayando melodías melancólicas, casi como un Jesu pintado de negro. Y, claro, contando en la formación con el ex Anodyne y Versoma Mike Hill en guitarra y voz, era de esperar que ciertos gritos Hardcorosos y disonancias a la Black Flag dijeran presente. O sea, Son sólo siete temas en poco más de veinticinco minutos pero, realmente, son tan intensos que pedir más sería puro masoquismo. Aún cuando este dolor se sienta tan bien.


-Harvey Milk “Life…the best game in town” (2008): Si las legiones de clones de Carcass lograron generar su propio subgénero siguiendo al pie de la letra las enseñanzas de los forenses vegetarianos de Liverpool, no veo por qué no podría suceder los mismo con un grupo tan influyente y lleno de aristas como los Melvins. Y, sin duda alguna, si hay un grupo que lleva la delantera en ese terreno (tal vez sólo seguidos de cerca por los tristemente desaparecidos Godheadsilo) ese es Harvey Milk. De hecho para este quinto lp (sin contar compilados ni discos en vivo) incorporaron al gran Joe Preston para hacerse cargo de la máquina de sub-graves de cuatro cuerdas. Y, a pesar de que la influencia de los de King Buzzo es notoria, lejos están estos señores de Athens de ser meros copiones despersonalizados. Sí, la voz tiene esas inflexiones entre malignas y juguetonas del Rey del afro y los riffs a la Punk Sabbath tiran paredes con la ayuda de una batería tan sólida como rebuscada. Pero digamos que los divagues en este caso se reducen a lo mínimo indispensable y el aura rockera siempre es la que lleva las riendas de las canciones. Y, por supuesto, también están esos momentos de bella calma instrumental que siempre caracterizaron a Harvey Milk y que aportan la dinámica necesaria para que la cosa no sea sólo un catálogo de pisadas de mamut en forma de música. Bueno, si ya se deleitaron con “Nude with boots” y (especialmente) con el increíble show que los Melvins dieron hace poco en Buenos Aires, es hora de descubrir a su más selecta descendencia.

13 de octubre de 2008

Reviews en el recuerdo

Por Fernando Suarez.


-7 Seconds “Ourselves” (1988): Sí, la mayoría de ustedes probablemente tiene a 7 Seconds como una de las bandas pioneras del Hardcore Straight Edge…y sólo eso. Ok, los comandados por Kevin Seconds dieron sus primeros pasos claramente inspirados por el sonido y las letras de Minor Threat y no es de extrañar entonces que siguieran de cerca los cambios musicales y estéticos de la escena Punk de Washington durante los 80’s. Así, este cuarto disco se mete de cabeza en lo que se dio en llamar Revolution Summer, ese momento en el que los chicos Hardcore empezaron a mirar hacia adentro, descubriendo nuevos mundos sonoros y melódicos con los que expresarse sin perder la esencia Punk. Por supuesto, 7 Seconds no se limitó a imitar a las bandas de dicha movida (Rites Of Spring, Embrace, Gray Matter, Three…demasiadas como para nombrarlas ahora. Chequeen la página de Dischord Records para más información sobre el tema), de la misma forma en que antes no se limitaron a copiar al pie de la letra a la vieja banda de Ian MacKaye. Estos oriundos de Nevada siempre contaron con una sensibilidad melódica bastante desarrollada que en esta etapa del grupo no hizo más que brillar con una intensidad inesperada. Bajaron la velocidad, trabajaron más los riffs, incorporaron variantes rítmicas y lograron líneas vocales que llegan directo al corazón, sin por eso resignar esa frescura casi inocente de la que siempre hicieron gala. Y sí, acá hay melodías poperas con un gancho irresistible. Y también hay ciertos modismos que luego serían adoptados por el Emo (de hecho, las primeras bandas en ser llamadas Emo fueron las del Revolution Summer), pero lo que importa en definitiva son las canciones y no los rótulos. Y, si de canciones se trata, en “Ourselves” tienen once himnos de pura perfección.


-Cop Shoot Cop “White noise” (1991): ¿Quieren música cargada de tensión, amargura y rabia? ¿Quieren todas esas sensaciones en un disco que no tiene nada que ver con el Metal, el Hardcore ni otros géneros supuestamente extremos? ¿Encima quieren que eso esté presentado con grandes y memorables canciones y con un sonido personal? Ok, acá tienen este segundo disco de Cop Shoot Cop para atragantarse con lo jodida que puede ser la vida. “Discount rebellion” abre las hostilidades con un certero golpe a la mandíbula y va marcando el camino. Un riff tan ganchero como disonante construido simplemente con dos bajos…sí, estos neoyorquinos prescindían absolutamente de las guitarras (más adelante, no obstante, incorporarían un guitarrista a la formación estable del grupo) y, la verdad, es que en ningún momento se hecha en falta dicho instrumento. Sigamos, a ese riff súmenle una voz que aprendió perfectamente las lecciones de Steve Albini y Jim Thirlwell (A.K.A. Foetus), percusiones con objetos metálicos, sonidos tomados de diversos collages de cintas y una letra sublime que le pega sin concesiones a la farsa rebelde de tanto rockero. También tienen gemas como “Feel good” (lo más parecido a James Brown pasado por una licuadora gigante que escuché en mi vida), “Empires collapse” (una pesadilla de dramatismo casi operístico), “Corporate protopop” (Jello Biafra estaría más que orgulloso de semejante letra), “Chameleon man” (más riffs para el recuerdo y un clima hipnótico que estalla con todo el odio), “If tomorrow ever comes” (desazón y rabia conjugados con una melodía insuperable) y ese final perfecto a puro Bukowski que es “Hung again”. Y así podría seguir con cada tema. Entonces, tenemos ruido, tenemos también nervio Rockero, tenemos letras lúcidas y bien escritas, tenemos climas jazzeros…emoción, inteligencia, urgencia y creatividad…¿Qué más se le puede pedir a la vida?


-Morgoth “Odium” (1993): Cuando un disco sigue sonando actual y relevante a más de diez años de su edición es porque estamos en presencia de algo bueno. Cuando un disco todavía suena adelantado a la época a quince años de su edición, ya estamos hablando de algo monumental. Y no importa que tanta magia haya pasado desapercibida para la mayoría del público, el valor de una obra musical no se mide por las cifras de ventas. Morgoth dio sus primeros pasos como una banda más en el mundo del Death Metal, con sus correspondientes deudas a Obituary y un puñado de canciones aceptables. Nada hacía suponer que en algún momento se despacharían con algo como este genial “Odium”. Ok, ciertos elementos del viejo sonido se mantuvieron: guitarras afinadas bien abajo, la voz podrida en una línea similar a la de John Tardy (de los mencionados Obituary, claro) pero con un dejo más hardcoroso, alguna que otra levantada de velocidad…y no mucho más. Las guitarras tomaron una nueva dimensión, recorriendo texturas, vueltas inesperadas, arpegios turbios y construyendo riffs sobrevolados por los fantasmas de bandas como Voivod y Killing Joke. Las composiciones crecieron con una dinámica única, combinando pasajes de embriagadora psicodelia con una agresión retorcida, alejada de todo atisbo de primitivismo y logrando una intensidad apabullante, casi comparable con la majestuosidad que bandas como Neurosis lograrían unos años después. Claro, otro punto a mencionar es la incorporación de elementos Industriales que no hacen más que incrementar los climas casi monolíticos que propone el disco. Y les puedo asegurar que el resultado no sólo es impecable en términos de efectividad, si no también en originalidad. “Odium” no se parece a nada que hayan escuchado, ya sea en el momento de su creación como en la actualidad. Todo amante del Metal extremo debería escuchar esta maravilla antes de morirse.


-Buzzov-En “Sore” (1994): Más de una vez se ha dicho (y con razón) que Black Flag era la encarnación certera de la frustración en su estado más puro. Claro, a lo largo de la historia del Rock hubo innumerables bandas que bebieron de esa fuente e izaron la bandera negra, buscando recrear esa combinación perfecta de crudeza Punk y densidad Black Sabbathera. Sin duda alguna, “Sore” resulta la reinterpretación perfecta de ese espíritu en los 90’s. El álbum comienza con el tema que lo titula, nueve minutos donde más de la primera mitad de los mismos son puro ruido ambiental hasta que un acople abre la hostilidades y da paso al primero de muchos riffs gloriosos, disonantes, sucios, densos y siempre crudos. Si bien es posible catalogar a Buzzov-En como un grupo Sludge, la forma en que el cuarteto encaraba el género era por lejos la más Punk de la época. Por supuesto, abundan los tempos de ultratumba con esas guitarras rebosantes de feedback y esos armónicos histéricos que penetran los tímpanos como un taladro. Pero también hay levantadas de tempo donde la asfixia da paso a una violencia desesperada y caótica, un vacío del cuál sacar fuerzas para volver a caer más adelante. Todo coronado por la voz de Kirk Fisher, que a puro grito distorsionado nos entrega sus reflexiones sobre las adicciones, la vida en las calles y, claro, la frustración. “Sore” es una bestia enorme y amorfa, un áspero viaje a través de los instintos más básicos y oscuros, doce prisiones donde el encierro se transforma en un placer perverso y masoquista. “Sore” raspa dentro de tu cabeza, se apodera de tu cuerpo y lo obliga a doblarse del dolor. Doce himnos de pura perfección monolítica donde la autodestrucción se transforma en un camino de auto superación.


-Spazz “La revancha” (1995): Si son de los que piensan que una banda enrolada en el Metal y el Hardcore extremo no debería demostrar demasiado sentido del humor, sigan de largo, esto no es para ustedes. Si creen que un grupito de skaters enfundados en bermudas que se la pasan haciendo chistes tontos y/o internos no sería capaz de hacer música realmente violenta y compleja, lo mismo. Spazz no serán los creadores de ese subgénero conocido como Powerviolence (el mérito le cabe a Neanderthal, la banda que mutaría en los gloriosos Man Is The Bastard) pero probablemente sean los que lograron interpretarlo de forma más efectiva. ¿Y qué corno es Powerviolence?, se preguntaran. Bueno, como para sacarnos rápido de encima el tema de las definiciones, digamos que es el término que se aplicó a un grupo de bandas Californianas que adoptaron una forma de Hardcore hiper acelerada y caótica, con canciones brevísimas y plagadas de cortes y cambios de ritmo, incluyendo ciertas influencias metálicas (en especial del Crossover) pero sin llegar a ser Grindcore. Rastros de este sonido son fácilmente identificables en otros subgéneros posteriores como el Mathcore o el Noise-Core. Bien, “La revancha” apila veintiséis temas en menos de media hora y es todo el tiempo que se necesita. Sí, las canciones son explosivas, veloces e imposibles de seguir con la patita. Pero no es un mero ejercicio de odio. La frescura con la que encaran la composición hace que el dinamismo nunca se pierda, los ritmos son hiperkinéticos pero las constantes idas y venidas dentro de un mismo tema hace que el factor aburrimiento desaparezca por completo. Asimismo, los tres integrantes de Spazz ponían sus podridas voces, logrando un efecto casi cómico con esos rústicos juegos de voces. Y la interpretación, lejos de todo atisbo de desprolijidad, era ajustadísima, incluso dotando a la música de una soltura casi jazzera, especialmente en la parte rítmica. A todo eso, súmenle el empleo de instrumentos como el banjo y el saxofón como para que la cosa sea aún más variada. Y, sin embargo, en ningún momento deja de ser puro Hardcore extremo. Volviendo al principio, si son de esos que desestiman sin miramientos a cualquier grupo por ser “divertidos”, tal vez deban pegarle una escuchada a esta auténtica bombas musical y replantearse esa postura.


-Integrity “Seasons in the size of days” (1997): El fin del mundo nos está pisando los talones. Los colosos de concreto que enmarcan nuestros días colapsan y caen, aplastando carne y huesos en su camino. El confort y la seguridad de nuestras pequeñas rutinas urbanas desaparecen y es como si nunca hubieran existido. Esas voces lejanas que dábamos por meras alucinaciones desquiciadas ahora se escuchan más fuertes y serias que nunca. Las represas de odio y resentimiento finalmente se han desbordado y las explosiones tiñen nuestra vista de un denso color gris. En sus dieciséis años de carrera, Integrity encarnó como ninguna otra banda la idea de Hardcore apocalíptico. No sólo por sus letras cargadas de misantropía y referencias esotéricas ni por el aura de misterio que siempre rodeo a su eterno líder, el multifacético Dwid Hellion, si no también por su música. Si en sus comienzos fueron pioneros en eso de combinar la crudeza del Hardcore con la precisión y la pesadez del Metal, sucesivamente fueron puliendo su propia fórmula, incorporando elementos de la Música Industrial y el Noise pero sin dejar nunca de lado los afiebrados machaques slayerianos y las voces llenas de rabia. Y la cualidad distintiva del grupo fue lograr que esos elementos, en apariencia simples y hasta algo toscos, pudieran invocar imágenes certeras de oscuridad y perdición. O sea, transformar esa intensidad en algo más que una simple excusa para el mosh, dotarla de una profundidad única sin necesidad de complicar las cosas instrumentalmente. El Apocalipsis en riffs de cuatro acordes tocados a toda velocidad.


The Falcon Project “Lights karma action” (2000): No deja de ser curioso como a veces la música inspirada directamente por el Rock de los setentas puede sonar tan futurista. Claro, el truco está en tomar inspiración del espíritu de la época antes que en copiar al pie de la letra los modismos de la misma. Pongámoslo en claro, esto no es Stoner Rock ni Grunge y mucho menos tiene que ver con ese revival garagero de banditas como The Strokes. Acá tenemos mucha psicodelia, cuelgues espaciales y climas lisérgicos, pero de ninguna manera se trata de otro grupo de snobs tratando de recrear el Rock Progresivo con ínfulas Punks ni de meros adoradores de Syd Barret entregándose a una autoindulgencia drogona. Esto sigue siendo Rock. Pero hay mucho más bajo la superficie. La repetición hipnótica del Kraut Rock transformada en construcciones de tensión que estallan en maremotos de pura distorsión y que se repliegan en un cálido útero cósmico. Claro, algo de espíritu Punk se cuela en The Falcon Projetc, noten si no que el disco comienza con un guiño a Hüsker Dü con el tema “New day on the rise” que podría ser una versión deforme del “New day rising” de la ex banda de Bob Mould. También ciertos sonidos de los noventas tienen su lugar, en especial el Noise-Rock y pasajes donde las fábulas espaciales se visten de Trip-Hop. Así, el disco nos pasea por diversos climas y texturas, por momentos suaves capas de teclados nos transportan al cosmos y, cuando menos lo esperamos, un aluvión de guitarras saturadas envuelve nuestras neuronas y las aprieta hasta sacarles todo el jugo de adentro. Un disco ideal no sólo para los amantes de la música setentosa si no también para todos aquellos interesados en formas diferentes de hacer Rock.


-Oxbow “The narcotic story” (2007): Hay discos que plantean preguntas antes que respuestas. Discos, incluso, que nos presentan interrogantes tan turbios que no quisiéramos nunca conocer las respuestas. En sus veinte años de existencia y a lo largo de sus siete discos, Oxbow se especializó en levantar interrogantes, más que nada acerca de la salud mental de sus integrantes. Y en especial, claro, sobre la de su vocalista Eugene Robinson, un tipo que (para que se den una mínima idea) hace poco editó un libro sobre…pelearse a puño limpio. El principal interrogante en “The narcotic story” era si podría un grupo eminentemente ruidoso y enfermizo mantener sus cualidades con una producción cuidada y un sonido claro y pulido. En este caso hubo una respuesta, un rutilante SÍ en mayúsculas. Es más, es probable que esta sea la obra más perturbadora del cuarteto y eso es mucho decir. Imagínense a un Led Zeppelin apaleado y violado por una pandilla de asesinos seriales adictos al líquido para frenos. Ahora imaginen que en vez de Robert Plant ponemos al frente a un tipo que hace ver a Mike Patton como un cantante bastante convencional. Y aún así estamos lejos. Esto es una historia relatada con riffs espiralados, sutilezas sonoras por doquier, pianos desvencijados, arreglos de cuerda sacados del abismo más profundo del alma humana, atisbos de Blues lisérgico y una voz que crea sus propias técnicas a partir de la nada absoluta, transformándose en las mismas palabras que emite en lugar de sólo interpretarlas. Por supuesto, no es una historia con final feliz, pero el sólo hecho de que exista una banda así, capaz de tremendo despliegue de creatividad, talento e imaginación debería ser suficiente.

9 de octubre de 2008

Gran Cuervo, Live in La Plata



06/11/2008 11:00 PM - Pura Vida Bar
Frente a Bellas Artes: diag. 78 entre 8 y 61
La Plata, Buenos Aires (provincia)
Costo:Gratis

30/10/2008 11:00 PM - El Viejo Varieté
49 entre 4 y 5
La Plata, Buenos Aires (provincia)
Costo: Todavía no Especificado

Estaré tocando el Theremin con los pibes de Gran Cuervo. Una de las promesas platenses del stoner vernáculo. Nos vemos.