25 de junio de 2008

Aproximación a la vida y obra de Mikhail Bakunin


Bakunin ha sido olvidado ya ahora, como han sido olvidados los hombres de acción que actuaron mucho pero que no edificaron nada duradero, aunque todos hayan sido en sus tiempos actores o virtuosos notables. Para los hombres de las nuevas generaciones, poco al corriente de las particularidades de la biografía de Bakunin, no queda de este infatigable luchador más que el nombre, un nombre que no esta ligado a nada definido, del mismo modo que no nos quedan más que vagos rasgos de la fisionomía de una Raquel o de un Paganini. Sic transit gloria!
(Grigori Vyrubov)

En esa ocasión quisiéramos hacer un parate musical en Zann para promover la historia e ideas de alguien que fue tan imperfecto, humano e idealista como nos gustaría ser a nosotros algún día, Mikhail Bakunin. En este excelente trabajo, gentilmente cedido por su realizador Ezequiel Fiszerman, podrán encontrar interesante información de la vida y obra del filósofo y activista político ruso.

He aquí algunos extractos:

"Este texto no tiene un núcleo central ni una estructura argumentativa: consiste de tres partes separadas pero que, obviamente, responden a una misma persona. En el trabajo intento hacer una reconstrucción (u exposición) biográfica que exponga las campanas que suenan en las fuentes consultadas. A lo largo del trabajo aparecen historias personales y otros acontecimientos relativos a la vida de Mikhail Bakunin para exponer desde mi perspectiva, el entorno vital y el recorrido de vida que lo llevó a formular algunas de sus ideas acerca de la revolución y la cuestión eslava. También trabajo el marco conceptual que explica algunas de sus convicciones y esperanzas respecto de la ciencia y por último la relación personal con Karl Marx y su disputa en el seno de la Internacional. La exposición me da los elementos necesarios para hacer algunos comentarios finales, aunque bien puede que algunos poco tengan que ver con lo expuesto."

"Bakunin es un romántico. Nace a la sombra de la Revolución Francesa y el ocaso de todo proyecto político emancipador para crecer con la resurrección política tras la Restauración. Su participación en los eventos le permitió ver todos los fracasos y su encierro tras los fallidos del ‘48-‘49 dejaron intactos estos impulsos, cuando todos sus coetáneos habían asumido las consecuencias de las derrotas. La cosmovisión romántica incluye el culto a la Naturaleza y una apelación a los sentimientos; para otros tampoco niega la idea de divinidad, sólo que sustituye la divinidad regia por la del pueblo (Carr, 1969: 24). Además en el Romanticismo opera una renuncia a la verdad y pone por sobre ella un individuo sólo en el universo que intenta salvarse en la creación y contemplación (Furet, 1997: 21). Estas características del romanticismo, con modificaciones hechas en el plano del individuo y de la contemplación, perviven en el planteo anarquista bakuninano. En el plano del individuo, si bien es cierto que el pensamiento anarquista mantiene ese fondo de individualismo inalienable, las concepciones de Bakunin postulan todo lo contrario a un individuo en completa soledad. Por el contrario, en Dios y el Estado, Bakunin reformula la noción de libertad y a mi ver prefigura con consistencia la renuncia al sujeto moderno aunque amparado en un esquema que parte del materialismo y hasta niega la existencia del sujeto y la voluntad libre. Bien cuando la libertad humana se basa en reconocer por sí mismo las leyes naturales (Bakunin, 2004: 32), y en los planteos se lee cómo el hombre es un producto necesario del medio, al criticar al Idealismo el ruso llega a decir que “[l]a libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros...” (ibid.: 92). La preponderancia del medio y la negación de la libre voluntad quedan matizadas por estas ideas de la libertad, sólo posibles en la sociedad. El hombre vive en correspondencia con su entorno y cualquier prescindencia del mismo y la postulación del hombre autosuficiente, al modo del Idealismo, no es más que la farsa teológica que lleva a creer en Dios, en la deuda humana impagable para con él y en el egoísmo en pos de la propia salvación.
Respecto a la contemplación, por el contrario, Bakunin contempla de joven, donde convive con una fuerte sensación respecto de la naturaleza y sobre lo más sagrado de la vida, hasta que tiempo después llega la acción y la necesidad de creación y participación del sujeto. Filosóficamente Bakunin pasó del Romanticismo de época al Idealismo kantiano leído desde los textos de Schelling. Siguiendo este camino, lee a Fichte como camino intermedio a Hegel para arribar a una concepción claramente materialista. Desde el fichteanismo, en consonancia romántica, considera que la vida exterior era puro artificio en tanto que la interior era lo real e incluso traduce uno de sus textos. El interés por Hegel surge posteriormente después del año 1837, marcando su historia de vida y llevándolo en Alemania a los círculos hegelianos cuyas discusiones y temáticas fuertemente imbuidas de política cambiarían el rumbo de su vida así como canjearan sus intereses intelectuales por los prácticos. Luego, si bien nunca abandonó sus disquisiciones sobre Hegel, sus pensamientos post-encierro lo ubican más con la primacía de la práctica y con fomentar todo desprecio a la teoría, movido en parte por esta aversión a tanto teoricismo que vivió con los hegelianos y, al mismo tiempo, exacerbado por las tendencias de los seguidores de Karl Marx a la ciencia (y las temibles consecuencias de ello para la revolución). De todas maneras siempre sostuvo la importancia de la Idea y si bien no habla de la realidad como producto de la marcha de la misma, ni de la historia universal como progreso de la conciencia de la libertad, sólo el abrazo al materialismo en la última etapa de su vida le permite dar la razón a los planteos de Marx y la base material. Aunque Bakunin concibió la marcha de la historia como la lucha por la vida y el despliegue gradual de la humanidad."


"Hegel dice en uno de sus textos que todo monumento termina por ser obsoleto y vacío de contenido pues con el paso del tiempo, termina por encontrarse fuera del espíritu de época que dio lugar a su nacimiento, y no le resta más que vaciarse del contenido original para el cual fue hecho. La pregunta acerca de la caducidad de los héroes y los monumentos es más válida que nunca. ¿Representan estos héroes una esperanza contra la miseria? ¿O son más bien la encarnación del salvajismo político? Sí y sí.
Tal vez el ocaso de las experiencias marxistas impida el seguir abrazando causas mesiánicas por un mundo mejor, pero este fracaso no disminuye en fuerza la capacidad movilizadora de ellas, ya que el mundo en el que vivimos hoy y la amplia falta de perspectivas o proyectos políticos diferentes nos dan sobrados motivos para hacerlo: en la factibilidad del proyecto está el desafío de toda tradición marxista. En segundo lugar, también encarnan el salvajismo pues la caducidad de las formas de esa vieja política quedaron probadas y es necesaria una superación de la doctrina que pueda disociar y mostrar la emergencia de formas más humanas, sin que este intento sea una nueva Escuela de Frankfurt (cuya abstracción exagerada y conceptos abstrusos, sobrados inconvenientes han tenido para llegar a una política práctica). Puede que estemos en aquella etapa que Hegel denominaba como el proceso de formación histórica de una nueva época. Ante la superposición de grises que la filosofía pinta una y otra vez, quizá veamos en algún momento cómo realizar la superación de los problemas de esta época. O por ahí, como seres humanos podamos adquirir el impulso y la convicción necesaria como para no depender de la especulación y superar, con el material presente, el desgarramiento y la tragedia política en la que estamos inmersos, sin ajustarnos a vacas sagradas o dogmas sacrosantos.
Amén de toda esta diatriba en la que presenté posiciones ambivalentes, a mi ver ningún sistema de pensamiento supera a la vida y acá Bakunin tuvo razón una vez más. El signo de estos tiempos requiere superar y motivar a la renuncia del escepticismo para volver a creer en construir, no otro mundo sino uno mejor."

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