25 de junio de 2008

Aproximación a la vida y obra de Mikhail Bakunin


Bakunin ha sido olvidado ya ahora, como han sido olvidados los hombres de acción que actuaron mucho pero que no edificaron nada duradero, aunque todos hayan sido en sus tiempos actores o virtuosos notables. Para los hombres de las nuevas generaciones, poco al corriente de las particularidades de la biografía de Bakunin, no queda de este infatigable luchador más que el nombre, un nombre que no esta ligado a nada definido, del mismo modo que no nos quedan más que vagos rasgos de la fisionomía de una Raquel o de un Paganini. Sic transit gloria!
(Grigori Vyrubov)

En esa ocasión quisiéramos hacer un parate musical en Zann para promover la historia e ideas de alguien que fue tan imperfecto, humano e idealista como nos gustaría ser a nosotros algún día, Mikhail Bakunin. En este excelente trabajo, gentilmente cedido por su realizador Ezequiel Fiszerman, podrán encontrar interesante información de la vida y obra del filósofo y activista político ruso.

He aquí algunos extractos:

"Este texto no tiene un núcleo central ni una estructura argumentativa: consiste de tres partes separadas pero que, obviamente, responden a una misma persona. En el trabajo intento hacer una reconstrucción (u exposición) biográfica que exponga las campanas que suenan en las fuentes consultadas. A lo largo del trabajo aparecen historias personales y otros acontecimientos relativos a la vida de Mikhail Bakunin para exponer desde mi perspectiva, el entorno vital y el recorrido de vida que lo llevó a formular algunas de sus ideas acerca de la revolución y la cuestión eslava. También trabajo el marco conceptual que explica algunas de sus convicciones y esperanzas respecto de la ciencia y por último la relación personal con Karl Marx y su disputa en el seno de la Internacional. La exposición me da los elementos necesarios para hacer algunos comentarios finales, aunque bien puede que algunos poco tengan que ver con lo expuesto."

"Bakunin es un romántico. Nace a la sombra de la Revolución Francesa y el ocaso de todo proyecto político emancipador para crecer con la resurrección política tras la Restauración. Su participación en los eventos le permitió ver todos los fracasos y su encierro tras los fallidos del ‘48-‘49 dejaron intactos estos impulsos, cuando todos sus coetáneos habían asumido las consecuencias de las derrotas. La cosmovisión romántica incluye el culto a la Naturaleza y una apelación a los sentimientos; para otros tampoco niega la idea de divinidad, sólo que sustituye la divinidad regia por la del pueblo (Carr, 1969: 24). Además en el Romanticismo opera una renuncia a la verdad y pone por sobre ella un individuo sólo en el universo que intenta salvarse en la creación y contemplación (Furet, 1997: 21). Estas características del romanticismo, con modificaciones hechas en el plano del individuo y de la contemplación, perviven en el planteo anarquista bakuninano. En el plano del individuo, si bien es cierto que el pensamiento anarquista mantiene ese fondo de individualismo inalienable, las concepciones de Bakunin postulan todo lo contrario a un individuo en completa soledad. Por el contrario, en Dios y el Estado, Bakunin reformula la noción de libertad y a mi ver prefigura con consistencia la renuncia al sujeto moderno aunque amparado en un esquema que parte del materialismo y hasta niega la existencia del sujeto y la voluntad libre. Bien cuando la libertad humana se basa en reconocer por sí mismo las leyes naturales (Bakunin, 2004: 32), y en los planteos se lee cómo el hombre es un producto necesario del medio, al criticar al Idealismo el ruso llega a decir que “[l]a libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros...” (ibid.: 92). La preponderancia del medio y la negación de la libre voluntad quedan matizadas por estas ideas de la libertad, sólo posibles en la sociedad. El hombre vive en correspondencia con su entorno y cualquier prescindencia del mismo y la postulación del hombre autosuficiente, al modo del Idealismo, no es más que la farsa teológica que lleva a creer en Dios, en la deuda humana impagable para con él y en el egoísmo en pos de la propia salvación.
Respecto a la contemplación, por el contrario, Bakunin contempla de joven, donde convive con una fuerte sensación respecto de la naturaleza y sobre lo más sagrado de la vida, hasta que tiempo después llega la acción y la necesidad de creación y participación del sujeto. Filosóficamente Bakunin pasó del Romanticismo de época al Idealismo kantiano leído desde los textos de Schelling. Siguiendo este camino, lee a Fichte como camino intermedio a Hegel para arribar a una concepción claramente materialista. Desde el fichteanismo, en consonancia romántica, considera que la vida exterior era puro artificio en tanto que la interior era lo real e incluso traduce uno de sus textos. El interés por Hegel surge posteriormente después del año 1837, marcando su historia de vida y llevándolo en Alemania a los círculos hegelianos cuyas discusiones y temáticas fuertemente imbuidas de política cambiarían el rumbo de su vida así como canjearan sus intereses intelectuales por los prácticos. Luego, si bien nunca abandonó sus disquisiciones sobre Hegel, sus pensamientos post-encierro lo ubican más con la primacía de la práctica y con fomentar todo desprecio a la teoría, movido en parte por esta aversión a tanto teoricismo que vivió con los hegelianos y, al mismo tiempo, exacerbado por las tendencias de los seguidores de Karl Marx a la ciencia (y las temibles consecuencias de ello para la revolución). De todas maneras siempre sostuvo la importancia de la Idea y si bien no habla de la realidad como producto de la marcha de la misma, ni de la historia universal como progreso de la conciencia de la libertad, sólo el abrazo al materialismo en la última etapa de su vida le permite dar la razón a los planteos de Marx y la base material. Aunque Bakunin concibió la marcha de la historia como la lucha por la vida y el despliegue gradual de la humanidad."


"Hegel dice en uno de sus textos que todo monumento termina por ser obsoleto y vacío de contenido pues con el paso del tiempo, termina por encontrarse fuera del espíritu de época que dio lugar a su nacimiento, y no le resta más que vaciarse del contenido original para el cual fue hecho. La pregunta acerca de la caducidad de los héroes y los monumentos es más válida que nunca. ¿Representan estos héroes una esperanza contra la miseria? ¿O son más bien la encarnación del salvajismo político? Sí y sí.
Tal vez el ocaso de las experiencias marxistas impida el seguir abrazando causas mesiánicas por un mundo mejor, pero este fracaso no disminuye en fuerza la capacidad movilizadora de ellas, ya que el mundo en el que vivimos hoy y la amplia falta de perspectivas o proyectos políticos diferentes nos dan sobrados motivos para hacerlo: en la factibilidad del proyecto está el desafío de toda tradición marxista. En segundo lugar, también encarnan el salvajismo pues la caducidad de las formas de esa vieja política quedaron probadas y es necesaria una superación de la doctrina que pueda disociar y mostrar la emergencia de formas más humanas, sin que este intento sea una nueva Escuela de Frankfurt (cuya abstracción exagerada y conceptos abstrusos, sobrados inconvenientes han tenido para llegar a una política práctica). Puede que estemos en aquella etapa que Hegel denominaba como el proceso de formación histórica de una nueva época. Ante la superposición de grises que la filosofía pinta una y otra vez, quizá veamos en algún momento cómo realizar la superación de los problemas de esta época. O por ahí, como seres humanos podamos adquirir el impulso y la convicción necesaria como para no depender de la especulación y superar, con el material presente, el desgarramiento y la tragedia política en la que estamos inmersos, sin ajustarnos a vacas sagradas o dogmas sacrosantos.
Amén de toda esta diatriba en la que presenté posiciones ambivalentes, a mi ver ningún sistema de pensamiento supera a la vida y acá Bakunin tuvo razón una vez más. El signo de estos tiempos requiere superar y motivar a la renuncia del escepticismo para volver a creer en construir, no otro mundo sino uno mejor."

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16 de junio de 2008

Dischord 80: Fugazi "Instrument"


Por María Disalvo.

Instrument: como el nombre lo indica, indefectiblemente estaríamos hablando de música. Pero no. Hablamos de un documental sobre música y cuerpos. El cuerpo como un instrumento. Las repercusiones físicas de la música, el sonido hecho carne y temblor, el registro de cuerpos desgañitándose, desgarrándose, aullando, reventando su anclaje material en vaivenes sónicos. No podía ser de otro modo: Fugazi es un experimento sobre música y cuerpos. Y pienso en instrumentos como Lee Strasberg, ideólogo de la Escuela del Método (LA escuela del actor cinematográfico de EEUU, que supo parir pura sangres tan dignos como Brando, DeNiro o James Dean), pensaba en el cuerpo del actor: como el único instrumento posible, una auténtica y receptiva caja de resonancia de los afectos, donde ebullía y se condensaba todo el movimiento interior, el que el actor debía saber transformar y modalizar en su propia materia plástica de expresión (y también Strasberg plantea un lineamiento rítmico fundamental en la performance del actor, que se podría asociar a la naturaleza misma de las performances de Fugazi: el pendular constante entre el estado de absorción, en que el actor se limita a ser un cuenco receptor ultra-sensibilizado de lo que lo rodea, arrinconándose a sí mismo en su interior, y el estado de acting out, en el que el actor lo expulsa todo fuera de sí, convirtiendo el paisaje interno en pura declamación física). "Instrument" me remite a eso, pero sobre todo a dos referencias extramusicales más. Antonin Artaud, siguiendo en el terreno del teatro, todavía mucho más extremo y visceral que el -en cierto modo- acartonado y clásico Strasberg, con sus postulados del Teatro de la Crueldad, su concepción del cuerpo del actor como la matriz gutural donde se cuecen las pulsiones, y como la propia piel, la propia carne debe lidiar con los rabiosos embates de aquello profundo y privado, que busca trascender y abrirse más allá de los confines de la propia condena material, hacerse grito y expresión. John Casavettes, a quien se le presta una sentida dedicatoria al final del documental, y su cine de cuerpos histéricos, apenas contenidos por encuadres intimistas de límites tan fijos y precisos, que de a momentos, uno le teme a la obstinada fijeza del cuadro al guillotinar cuerpos e intenciones, o le teme a la obstinada contorsión del cuerpos por violentar los límites reglamentarios de la contención física del cuadro y buscar excederse, la desmesura, abriéndose más allá de lo posible, de lo que vemos.

"Instrument" es, entonces, sobre música, cuerpos e ideología, y sobre cómo estas tres cuestiones deben ser indefectiblemente parte de una misma realidad: YO SOY MI PROPIO MANIFIESTO. En ese sentido, era inevitable que el film le pidiera prestado tanto estética como políticamente a uno de los fenómenos más interesantes y decisivos de la subcultura, de los 70s para acá: el fanzine. "Instrument" es un fanzine cinético. Porque descree de los previsibles esquemas narrativos que caracterizarían tanto al manual del buen rockumentary como del buen artículo pulcro de revista especializada (léase, introducción a la banda, desfile por discos, escándalos, retrato del ascenso a la fama, probable declive y posterior renacimiento, como todo digno discurso ficcional del sueño americano). Aquí no interesa tanto el orden o la coherencia argumental, la historia de la banda es presente puro, se cuenta por sí sola, las declaraciones se cuelan como por intersticios en las sudorosas y sanguíneas presentaciones en vivo, las imágenes no son ninguna ilustración ejemplar de ningún discurso expositivo que se va paseando con la docilidad de una maestrita ciruela por la historia cronológica, las imágenes dicen por sí solas (o gritan, mejor dicho), y por esto, "Instrument" no sólo es un documental correcto sobre una buena banda, es cine puro. Por otra parte, la propuesta formal del film es absolutamente tributaria de las elucubraciones cut/and/paste de todo fanzine que se precie de serlo; y aquí una de las cosas que más me gustaron de la peli: el imperio de lo disruptivo, que también es terreno donde transitan las búsquedas e inquietudes de la banda. La película consiste en artesanal rejunte de registros (super 8, 16 mm., fotografías fijas, tomas en dv cam, mini dv, etc), formas (blanco y negro, color, solarizado, desaturado), imágenes, irrupciones gráficas que dialogan entre sí, siguiendo una lógica que hace al pulso mismo de la película y que creo que encarna a la perfección el concepto mismo de lo que Fugazi es: el desfasaje constante entre imágenes y sonido, entre cuerpos y música, la imposibilidad de llegar a un convencional contrato sincrónico (que por otra parte, es una de las reglamentaciones fundamentales del efecto de verismo y naturalidad obsesivamente perseguido por la ficción y el documental tradicionales), esa disociación, negación de la completud que psicológicamente podría leerse como permanente insatisfacción en el individuo, también puede entenderse, psicológicamente hablando, como activo motor de búsqueda y de movimiento. Las imágenes y la música nunca concuerdan entre sí: eso es para que podamos apreciar lagunas de silencio, en donde los cuerpos gritan, susurran, suspiran y aturden, eso es para que podamos apreciar las grandes masas escultóricas que elevan los acoples, eso es para que podamos comprender que el sentido de intensidad, en la música, históricamente recluida a la instancia temporal, a una presencia intangible, incórporea, es en realidad, pura afirmación espacial y material. Y la cámara del buen Cohen así lo entiende: adherida como prótesis a cada uno de los espasmos sonoros de la banda en escena, buscando el detalle y la cuota de expresión en lo mismo, resignando con todo gusto estabilidad, definición y calidad informativa en el encuadre para acompañar con conmovedor entusiasmo el trip de la banda por los rincones de la intensidad. Tanto Fugazi como "Instrument" nos hacen acordar que quizás las propuestas más interesantes de la música y el cine de hoy en día, se encuentren en el tránsito vivencial sobre la dimensión exploratoria.

5 de junio de 2008

Reviews

Por Fernando Suarez.

-Boris “Smile”: Un trío japonés que tomó su nombre de un tema de Melvins. En general, uno sabe que esperar en estos casos: una copia del grupo aludido en cuestión. Con lo cual, es más llamativo aún el hecho de que Boris sea una de las bandas más impredecibles que le quedan al Rock actualmente. Sí, es cierto, el espíritu Melvins se cuela siempre que haya guitarras rebalsando de graves, rítmicas esquizofrénicas y acoples taladrantes, pero no menos cierto es que Boris tiene una amplia paleta de recursos. Una buena prueba de esto es “Smile”, un nuevo delirio en forma de disco. Acá tenemos los temas rockeros y casi melódicos que inundaban a “Pink”, algo del Crust-Punk ruidoso de “Vein” y el ya conocido método de pasar a Black Sabbath por una licuadora de feedback. Y, claro, hay ingredientes nuevos, como la utilización de sonidos electrónicos que no hacen más que aumentar la afiebrada psicodelia del álbum. Demasiado como para describirlo con palabras, simplemente escúchenlo. Y ya saben, esperen lo inesperado.



-Meshuggah “Obzen”: “Obzen” es un edificio cuyas escaleras son espirales infinitos superpuestos. “Obzen” es una luz blanca que nos ciega hasta que nuestros ojos sólo ven colores carmesíes. “Obzen” es la digestión de un millón de orugas gigantes. “Obzen” son grises y gigantescas piezas de metal crujiendo y tratando de encajar entre ellas. “Obzen” es un Cristo eléctrico crucificado a una torre de alta tensión. “Obzen” son gruesos cables asfixiando nuestras nociones de tiempo y espacio. “Obzen” late como las entrañas del más negro de los universos. “Obzen” es un arrullo de aserrín cayendo sobre chapas oxidadas. “Obzen” no es correcto ni incorrecto. “Obzen” sólo es placer y dolor. Ni más ni menos.


-Arson Anthem “Arson anthem”: Phill Anselmo es un tarado. No importa que haya grabado algunos de los discos más importantes de la historia del Metal con Pantera, eso no lo exime de su condición de redneck descerebrado que habla más de la cuenta. Por suerte a veces se le da por colgarse la guitarrita y cerrar el orto (cosa que ya había hecho, por ejemplo, en Necrophagia). Ok, no es ningún virtuoso, pero eso es una virtud. Sí, ya sé, tampoco es que tire riffs llenos de ideas, pero, otra vez, este es un disco de Hardcore-Crust, así que no le pidan peras al olmo. El punto es la agresión y eso está garantizado. Once minutos de palo y a la bolsa, canciones frenéticas, sonido sucio y potente y un Mike Williams (cantante también de los míticos Eyehategod) absolutamente desbocado es lo que tiene Arson Anthem para ofrecer. De lo mejor que hizo Anselmo desde que se murió y resucitó.


-Leviathan “Massive conspiracy against all life”: El miedo puede tener forma física. Puede ser tangible y helado como un cuchillo. Puede ser un rostro o la ausencia del mismo. El miedo puede transformarnos de formas que jamás seríamos capaces de imaginar. El miedo se esconde bajo capas y capas de eventos alguna vez ordinarios. El miedo puede ser violento, paralizante o inclusive atractivo, pero siempre es irracional. El miedo puede hablarnos al oído con voz cascada o gritarnos en la cara con chillidos inhumanos. El miedo puede edificar arquitecturas imposibles en la soledad de su reino. El miedo es una lucha constante, un cosmos egoísta y contradictorio. El miedo tiene sonidos propios. Y están en este disco.


-Torche “Meanderthal”: ¿Combinar la pesadez del Sludge con melodías Pop? Como buen prejuicioso, yo sería el primero en denostar dicha mixtura, pero, a esta altura, grupos como Cave In o Jesu ya probaron que dicho camino podía dar resultados de alto vuelo artístico. Y si no me creen, escuchen maravillas como “Jupiter” (de los primeros) o “Conqueror” (de los segundos), para despejar cualquier tipo de duda (sí, esa también). Pero volvamos a Torche, que en definitiva ya tienen su propia historia encima. Es necesario mencionar que este cuarteto sería algo así como la continuación de Floor, uno de los pilares del Sludge y los primeros en combinar los característicos riffs del género con melodías tarareables. Entonces la sorpresa de este tercer disco de Torche no pasa por la mera mezcla de estilos, si no por lo bien que logran fundirse. Las guitarras aplastan con el peso del universo, se retuercen en vueltas imposibles y dan a luz texturas de absoluta belleza y perdición. La base rítmica apuntala todo eso, llevándonos de un lado a otro sin que nos demos cuenta y la voz de Steve Brooks se lleva el premio mayor gracias a la naturalidad con la que encara su tarea, logrando de paso algunos de los estribillos más memorables de los últimos tiempos. Si pueden concebir la idea de ser (musicalmente hablando, claro) apaleados y acariciados al mismo tiempo, entonces entenderán por dónde van los tiros en lo que, hasta ahora, es el disco del año.



-Iron Lung “Sexless/No sex”: Estamos obligados a vivir a toda velocidad, inmersos en un vértigo vacío y helado. Y sí, por más masoquista que parezca, a veces necesitamos una banda de sonido acorde a nuestro entorno. Necesitamos redoblantes a mil por hora, cuerdas a punto de quebrarse y gritos desmedidos. Y cuando estas cualidades son presentadas con inteligencia, personalidad y el grado necesario de búsqueda, se transforman en algo sencillamente glorioso. Y glorioso en su ominosidad es este tercer disco de Iron Lung. Sólo dos tipos son capaces de pintar las más opresivas visiones en blanco y negro en estallidos de brevísima duración pero con un sentido de la dinámica envidiable. La demencia urbana retratada con un sonido que absorbe las enseñazas de D.R.I., Man Is The Bastard, Swans y Converge y las transforma en un nuevo escalón de violencia (de Power-Violence, dirán los puristas de los subgéneros). Catarsis asegurada o le devolvemos su odio contenido.



-The Breeders “Mountain battles”: Las hermanas Deal (Kim y Kelly) no son guitarristas con miles de recursos. Poseen voces afinadas, pero su registro es claramente limitado. No son vanguardistas desesperadas por reinventarse a cada paso y son todo lo contrario a artistas prolíficas. Ni siquiera se puede decir que su grupo, The Breeders, sea demasiado influyente. Y sin embargo poseen un par de cualidades por la cual más de un músico vendería a sus hijos: son capaces de componer canciones memorables sin ser remanidas, de teñir de extrañeza la más simple de las melodías sin sonar forzadas, de ser simplemente ellas mismas sin necesidad de repetir el mismo disco una y otra vez y, por sobre toda las cosas, de transmitir una soltura y una humildad en lo suyo que las hace simplemente irresistibles. “Mountain battles” (cuarto disco y el primero en seis años) probablemente sea la experiencia más psicodélica del grupo, aunque, claro, esto no signifique rendirse ante eternas zapadas lisérgicas. La canción, esa pequeña gema que a veces parece olvidada, sigue siendo el motor principal de nuestras heroínas. Olvídense de la nostalgia por los noventas y disfruten de la belleza atemporal de un conjunto de grandes canciones.



-Brown Jenkins “Angel eyes”: A través de complicadísimos procedimientos alquímicos, Erich Zann logró reencarnar en un ser de forma humana llamado UA. Cambió su tradicional violín por una guitarra eléctrica, un bajo y una batería electrónica y se atrevió a probar el grotesco sonido de sus cuerdas vocales, desgastadas por los eones transcurridos desde su última aparición terrenal. Y una vez más se puso en marcha el ballet cósmico en el cual Erich no es más que un mero receptor/transmisor de las cruentas cacofonías de obscuros seres de lejanas galaxias. El ululante gruñido de miles de planetas al ser devorados, la mohosa tensión de aquellos que aguardan en las profundidades, el lento arrastrase de las viscosidades que pueblan nuestras pesadillas. Si el malogrado Richard Upton Pickman fuera capaz de pintar sonidos (¿y quién está seguro de que no puede hacerlo?) serían algo similar a estos derruidos sótanos sonoros coronados por ángulos imposibles y tonalidades de negro invisibles para el ojo humano. Si no temen por su cordura, adéntrense en estos abyectos pasadizos y contemplen el horror por ustedes mismos.



-Shai Hulud “Misanthropy pure”: Un amigo de la casa, viejo entendedor del tema, dijo “Shai Hulud es la evolución del Hardcore sin ser Post-Hardcore”. Y con esa definición podría cerrar este comentario e irme a dormir tranquilo, pero ahondemos un poco más (no demasiado, tampoco vamos a escribir una enciclopedia sobre el Hardcore. Aunque no sería mala idea…) en el tema. Primero, aclaremos que Shai Hulud no es ningún grupo de recién llegados, sus aportes al avance del género datan de más de diez años atrás y ya desde ese entonces planteaban con su música esa dicotomía de buscar nuevos terrenos sin salirse del todo del sonido tradicional. “Misanthropy pure” es el punto más lejano al que han llegado hasta ahora y un serio contendiente para sus discos más celebrados. A ver si me explico: la densidad desplegada en estas once canciones compite con el más sobrecargado grupo de Rock Progresivo, los bases pegan vueltas extrañísimas dentro del típico tupá-tupá del Hardcore, los riffs se vuelven espiralados, juegan con melodías casi épicas y lanzan trompadas al aire según se lo requiera, y las estructuras se salen de lo convencional sin necesidad de amontonar partes sin sentido. Y aún así sigue siendo Hardcore de la más pura cepa, con los toques de Metal necesarios, las voces enojadas (enojadísimas, diría yo), las letras acusadoras y el mensaje siempre subyacente de “tomar la energía negativa y transformarla en algo positivo”. Para volver a calzarse las bermudas con orgullo.

Zann Sessions, Volume 1

"Sesiones de improvisación, experimentos sonoros, caprichos espontáneos, ideas en proceso. O simplemente todo lo que no pudimos ubicar en un proyecto concreto. Eso son las Zann Sessions que aquí inauguramos."

"En esta primera entrega, Manuel Platino se recibe de Amo de los Graves y nos envuelve con texturas, climas y la densa sensación de que millones de moscas se están equivocando."

Fernando Suárez


Grabado en sesiones esporádicas entre 2005 y 2008 en San Francisco y Buenos Aires.

Inspirado por la hipocresía, el veneno que nubla la ciudad de San Francisco; el odio contenido, el resentimiento y el miedo de Buenos Aires que llenan el aire que respiramos. Las moscas de nuestro tiempo.

Gracias a Carla y Gustavo por la ayuda en la elaboración del arte de tapa; María, Mariano, los Fernandos, Martín, Jorge, Ale, Juan, y todos aquellos que hacen del aire respirable.

Para bajar el disco hacer click aquí
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"Nos posaremos sobre tu corazón podrido como las moscas en un dulce corazón podrido, corazón ensangrentado, corazón deleitable. Saquearemos como abejas el pus y la sangre de tu corazón. Haremos con ellos miel, ya verás, hermosa miel verde. ¿Qué amor nos colmaría tanto como el odio?"

Bzz, bzz, bzz, bzz.

"Seremos los ojos fijos de las casas,
el gruñido del mastín que mostrará los dientes a tu paso,
el zumbido que volará por el cielo sobre tu cabeza,
los rumores de la selva,
los silbos, los crujidos, los bisbiseos, el ulular,
seremos la noche,
la espesa noche de tu alma."

Bzz, bzz, bzz, bzz.

¡Eia! ¡Eia! ¡Eiaaa!

Bzz, bzz, bzz, bzz.

"Somos las sorbedoras de pus, las moscas,
lo compartiremos todo contigo,
iremos a buscar el alimento a tu boca y el rayo de luz al fondo de tus ojos,
te escoltaremos hasta la tumba
y sólo cederemos el lugar a los gusanos."

Bzz, bzz, bzz, bzz.


Coro de Erinias, extraído de "Las Moscas", Acto III, Escena I, por Jean Paul Sartre



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