Por Fernando Suarez.
-Rotten Sound “Cycles”: El lugar común dice que estos finlandeses serían los sucesores de Nasum, en cuanto a sonido “old school actualizado” dentro del Grindcore . Ok, algo de cierto puede haber, pero tengan presente que estos muchachos empezaron su carrera casi al mismo tiempo que los suecos y, si bien hay similitudes entre ambos (adoración por Napalm Death, varios guiños al Crust, precisión instrumental inhumana, letras politizadas), también existen diferencias. Por supuesto, en la comparación (que, para ser sincero, se me hace un tanto injusta) Rotten Sound sale perdiendo. Pero a no desesperar, porque si los discos de Nasum se merecen diez puntos en un boletín imaginario, los de Rotten Sound difícilmente bajen de los ocho puntos. Y este “Cycles” tiene varios argumentos a su favor. La energía no decae nunca, y esto significa que los músicos saben muy bien cuándo bajar los cambios, dar un respiro y volver a atacar con todo el blast-beat. Dinámica, que le dicen. Y, claro, al igual que sucedía con la ex banda de Mieszko “Gorrita” Talarczyk, si uno escarba por debajo de las enormes y polvorientas capas de distorsión y velocidad, va a encontrar mucha música. Y mucho más que algo de Grindcore para pasar el rato.
-Rotten Sound “Cycles”: El lugar común dice que estos finlandeses serían los sucesores de Nasum, en cuanto a sonido “old school actualizado” dentro del Grindcore . Ok, algo de cierto puede haber, pero tengan presente que estos muchachos empezaron su carrera casi al mismo tiempo que los suecos y, si bien hay similitudes entre ambos (adoración por Napalm Death, varios guiños al Crust, precisión instrumental inhumana, letras politizadas), también existen diferencias. Por supuesto, en la comparación (que, para ser sincero, se me hace un tanto injusta) Rotten Sound sale perdiendo. Pero a no desesperar, porque si los discos de Nasum se merecen diez puntos en un boletín imaginario, los de Rotten Sound difícilmente bajen de los ocho puntos. Y este “Cycles” tiene varios argumentos a su favor. La energía no decae nunca, y esto significa que los músicos saben muy bien cuándo bajar los cambios, dar un respiro y volver a atacar con todo el blast-beat. Dinámica, que le dicen. Y, claro, al igual que sucedía con la ex banda de Mieszko “Gorrita” Talarczyk, si uno escarba por debajo de las enormes y polvorientas capas de distorsión y velocidad, va a encontrar mucha música. Y mucho más que algo de Grindcore para pasar el rato.
-Cursed “III: Architects of troubled sleep”: Veo todo teñido de negro. Odio en blanco y negro. Sueño pesadillas que se hacen realidad al despertar. Mi piel arde y mis huesos se desentumecen al percibir estos sonidos. Escucho mis propios latidos a la velocidad de la luz. Aprieto mis dientes con fuerzas y estos despiden el más penetrante de los chirridos. ¿Es este mi cuerpo? Cursed se apodera de mis sentidos y no me deja pensar con claridad. ¿Esto es Hardcore? ¿Ese groove Death N’ Rollero es acaso Hardcore? ¿Y qué me dicen de los rebajes Neurosiescos y los riffs disonantes? Bueno, los géneros no importan cuando un disco te obliga a sentir de forma tan intensa. ¿Alguna vez sufrieron en blanco y negro? Si alguna vez lo desearon, este es el disco que estaban necesitando.
-Genghis Tron “Board up the house”: Los ñoños de Genghis Tron te invitan a su casa. No te asustes, las paredes son así: multicolores y multiformes. Ah, sí, no trates de encontrar el baño. Estos muchachos cagan en sus propias cabezas y te devuelven la mierda en forma de magia. Y eso, aunque no lo parezca, es un elogio. Bueno, si ya visitaste sus construcciones anteriores (especialmente el genial “Dead mountain mouth”), sabrás que estos tres neoyorquinos no tienen baterista. Y sin embargo te tiran los blast-beats más jodidos e intrincados desde que a Scott Hull se le ocurrió ponerse a joder con una máquina de ritmos. También habrás notado que, en el mundo de Genghis Tron, Depeche Mode, The Locust, Yes y The Dillinger Escape Plan pueden convivir sin problemas. Sólo que aquí, en esta casa tan peculiar, llevan otros nombres. Nombres irreproducibles, por cierto. Genghis Tron derriba paredes para construir nuevas habitaciones con los restos y nunca parecen quedarse quietos. Espían a través de ventanas sin forma y te hacen sentir confortable en la más preciosa de las incomodidades.
-Bob Mould “District line”: Ya saben, el tipo de Hüsker Dü y Sugar. Y si no saben, corran al Soulseek a desasnarse. La cosa es simple. Bueno, como si fuera tan simple sacar disco tras disco de canciones perfectas. Y cuando digo perfectas no exagero. Cada estribillo, cada arreglo, cada corte, todo esta exactamente donde tiene que estar. Por supuesto, a esta altura uno no espera sorpresas de este tipo, sólo excelencia. Y emoción. Y el día en que nuestro ex gordito (ahora devenido en viejito sexy patovica) pierda la capacidad de transmitir esas emociones de forma tan certera, probablemente estemos en presencia del fin de los tiempos. Ok, llámenlo Grunge, Pop, Indie o lo que carajo quieran. Son canciones, algo más que un mero rejunte de riffs y alaridos. Algo más que tres acordes tirados porque sí. Un trabajo artesanal donde lo sutil convive con lo inmediato y las lágrimas no son más que una muestra de regocijo ante tanta genialidad.
-Jucifer “L’Autrichienne”: Un tipo tras los parches. Una tremenda pelirroja en la guitarra y la voz. Ambos marido y mujer. Ambos viviendo en su propio micro de gira, donde conviven con sus perros, un plomo y una muralla de amplificadores. Cuarto larga duración. Veintiún temas. Un concepto basado en la Revolución francesa. Si hasta ahí la cosa les parece rara, esperen a escuchar la música contenida en “L’Autrichienne” para terminar de no entender nada. ¿Quieren riffs densos y pantanosos, al mejor estilo Melvins? Los tienen. ¿Quieren también melodías poperas con voz de Femme-Fatal? Listo. ¿Acaso esperan encontrar temas desquiciados a velocidad Hardcore, con guitarras ruidosas y gritos histéricos? Bueno, si no los esperaban se van a sorprender al escucharlos. ¿Encima quieren cuelgues de Folk y música psicodélica que los hagan pensar en el Clan Manson? Bueno, entonces no pueden pedir más que estos setenta minutos y monedas de puro disfrute.
-5ive’s Continuum Research Project “Hesperus”: Dicen que en el espacio exterior no hay sonido (Manuel, ayuda con esto por favor). Bueno, si lo hubiera sonaría como este disco. Aunque, claro, entonces estaríamos hablando de planetas en colisión y constelaciones soñando con expandirse…tal como se expande la música de este dúo bostoniano. Sí, una guitarra y una batería bastan para hacer el trabajo sucio. Sin voces, sin distracciones. Justamente, la idea de Kyuss de “escuchar sin distracción” aquí es llevada a una nueva definición. Porque no se trata sólo de cuelgues psicodélicos llenos de delay (“más peligroso que drogadicto con delay”, dijo alguien) seguidos de riffs estrepitosos y tambores demoledores. Eso está, claro, pero también hay lugar para melodías sentimentales, texturas sonoras y, la palabra mágica, canciones. Canciones que enganchan siempre, ya sea que duren dos o doce minutos. Por cierto, ni se atrevan a pensar en un clon de Pelican o algo así. Primero porque 5ive’s Continuum Research Project (antes se los conocía como 5ive, pero calculo que estarían hartos de que los confundan con la boy band inglesa) ya reventaban parlantes cuando los instrumentales de Chicago todavía estaban robando riffs de Neurosis. Y segundo, porque cualquiera con dos oídos puede notar las claras diferencias en sonido y concepto entre las dos bandas. Y disfrutar de ambas, por supuesto.
-Asva “What you don’t know is frontier”: Asva desconoce las fronteras. No porque no se atrevan a ver más allá y reivindiquen ciegamente su pequeño lugar de pertenencia. Si no, porque su lugar es, justamente, el todo. O la nada, como prefieran. El vacío hecho música. O la música como inmensidad que todo lo cubre. Las líneas desdibujadas, ¿no son, acaso, las fronteras, más que líneas desdibujadas sobre lugares que no pertenecen a nadie? ¿Dónde empieza el grupo de Rock y dónde termina la Orquesta Drone-Vanguardista? ¿Cuál es el límite que divide la improvisación libre de formas de la más sesuda de las composiciones? ¿Cómo delimitar las sensaciones más abstractas, los colores puros, los trazos instintivos? El caos y el orden se dan la mano y ríen sobre nuestras cabecitas de corcho. Asva ríe con sonrisa maliciosa y juega con su música, la estira como plastilina, crea brazos y piernas nuevas para ella y luego los destruye sin miramientos. Y no nos queda más opción que vislumbrar maravillados tal espectáculo.